Extra - ¿Dónde Estás?

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Gracias a los que comentaron

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Miércoles en la mañana.

Al abrir los ojos me encontré con el suave resplandor de la luz diurna entre las cortinas de mi habitación. Decidí salir y ver el día despertar, en mi balcon, ese hermoso rincón que me encantaba, era lo único de esa habitación que me hacía recordar mis días en la pradera. Por alguna razón esperaba encontrar las verdes y pacíficas colinas a las que siempre tuve vista en mi habitación en la casa de mis padres. Estaba casi hipnotizada, pero de pronto ese hermoso sueño se vino abajo cuando al salir al balcón me di con la visión de una ciudad que, si bien era bonita, no era nada comparable con las praderas de mi antiguo hogar.

Tomé un profundo respiro intentando inhalar el aire fresco, pero el smog de un camión que iba pasando justo en ese momento me inundó los pulmones haciendo tragar ese horrible humo contaminado. Tosí varias veces porque me había ahogado, escuché los insultos mañaneros de los choferes de la calle, ví mujeres con niños de la mano en camino a la elementaria cerca de allí y el cielo estaba nublado, nublado como si fuera a llover en cualquier momento.

- Buenos días, ciudad... - suspiré un poco desilusionada por haberme dejado llevar por los recuerdos de la casa de mis padres, pero no dejé que eso me desanimara.

Tomé unos jeans roidos (a propósito), una blusa blanca de mangas cortas y unas botas negras. Listo. Estaba lista para salir a ducharme y empezar mi día.

Pasaron unos diez minutos mientras me bañaba, cepillaba y vestía y otros diez entre mi tan acostumbrado ritual de belleza y la sesión de maquillaje.

Arreglada y peinada, tomé mis cosas y bajé para saludar a Nick, quien seguramente estaría en la cocina explayando sus dotes artísticos en un plato que podría costar un millón de dólares en un restaurante fino, pero que yo tenía la dicha de degustar gratis todos los días.

Animosa fui a su encuentro, planeaba sorprenderle y saltarle encima a ver cómo reaccionaba; tenía miles de sus caras en mi cabeza y me reía de todas sus posibles reacciones en mi mente, así que fui de puntillas y sin hacer ningún ruido al marco de la cocina para maquinando mi diabólico plan.

- BUENOS DÍAS, MELENUDO!!! - exclamé corriendo hacia él, pero me detuve en seco cuando ví que no estaba ahí

- Nick?

Me volví hacia todas partes .

- Señor Wilde...?

Repetí empezando a buscarlo.

- Casero pervertido...

Llamé de nuevo asomando mi cabeza a la sala

- Sexy pelirrojo...

Fui al patio a ver si lo encontraba.

- Si te estás escondiendo y planeas asustarme, te advierto que será peor para ti...

Le grité buscando en el cuarto de lavado.

- Tengo reacción automática! Voy a golpearlo si intenta sorprenderme...

Me puse en guardia preparándome para cuando saliera e intentara asustarme y dejarlo boqueando como un pescado moribundo, pero no hubo respuesta alguna. Regresé a la cocina y busqué en el armario. Nada. Nick no estaba en la casa.

Reparé unos segundos sobre la mesa de la cocina estaba el café caliente en la cafetera y un desayuno completo cubierto y esperando por mí.

- Ni una nota. Ni señales de lucha. Ni un "puto el que lo lea". Nada... - empecé a balbucear, pero sin perder mucho el tiempo en nimiedades me dediqué a desayunar.

Bajo El Mismo Techo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora