CAPÍTULO 1

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¿Quién eres tú?

(...)

Karmaland se presentaba, a los ojos de isleños y visitantes, como un encantador pueblo rebosante de riquezas.

No carecía ni de leyes ni de recursos, ya que su gobernante era, sin duda, un hombre amable y proactivo. Se le consideraba devoto e, incluso, inocente a pesar de las complejidades inherentes a su cargo.

Cualquiera que visitara este lugar, con apenas mil habitantes, se marchaba satisfecho por el trato amigable de los lugareños y los héroes que protegían la ciudad bajo el mando del alcalde. Este alcalde, también reputado como un feroz guerrero, lideraba tropas para salvaguardar Karmaland de posibles ladrones.

Algunos visitantes buscaban más que turismo; ansiaban residencia, protección, un "nuevo inicio", mientras otros iban en busca de riquezas o simplemente deseaban perturbar el aparente oasis perfecto.

Karmaland ofrecía de todo, pero surgían rumores entre los aldeanos de que todo era una fachada. Corría la voz de que cada noche, sin excepción desde la llegada del alcalde al poder, los más poderosos y influyentes se reunían en un distante casino, incluyendo al propio alcalde y los héroes.

Pero, ¿qué mal podría haber en eso? Después de todo, las grandes utopías a menudo se sostenían en tales secretos.

A pocos metros de ese casino, tres malhechores observaban a la elegante multitud entrar, ataviada con trajes ostentosos más caros que cualquier hogar en la zona. Este trío buscaba obtener algo de dinero fácil, y Karmaland se convirtió en un objetivo que se cruzó en su camino, atraídos por las maravillas que habían escuchado sobre el lugar.

A pesar de la presumida seguridad, les resultó sorprendentemente fácil ingresar a esas tierras sagradas y avanzar sin problemas hacia el casino.

—Diez en punto —anunció el líder de los tres delincuentes—. Han entrado a las diez en punto, tal como decían los rumores.

—Creo que fue solo una casualidad —dijo otro, observando cómo los guardias desaparecían de su vista al entrar por completo al lugar.

Parecía que todo estaba servido en bandeja de plata.

El plan era simple: entrar, mezclarse entre la multitud y robar. Con sus habilidades de ladrones y apostadores profesionales, planeaban apoderarse de billeteras o frustrar los planes de los adinerados pretenciosos.

Pero, para su sorpresa, entrar no fue complicado y, al hacerlo, no había ni una sola alma entre las máquinas o el minibar.

Estaba vacío. Toda esa gente que había entrado desde que el sol se ocultó no estaba ni había señales de ellos.

—Woah, creo que iré a coquetear con la linda dependiente del Blackjack —bromeó uno de ellos, caminando entre las máquinas completamente solitarias.

—Un casino sin gente, esto no se ve todos los días —uno de ellos se quitó la máscara y observó con sus ojos color esmeralda el lugar, examinándolo en silencio.

¿Y los guardias? ¿Dónde estaba la gente?

No podía ser tan sencillo.

—¿Escuchan eso? —Los tres ladrones se miraron en silencio por unos segundos. La música era suave, un seductor blue jazz que sonaba en una zona apartada del casino.

El trío avanzó hacia la melodía que emanaba de unas escaleras, guiados por luces de variados colores y el bullicio creciente. Supusieron acertadamente que todos aquellos a quienes habían visto antes estarían allí.

A medida que se adentraban, el penetrante aroma del alcohol les envolvía. El que se había quitado la máscara, un híbrido de oso, se convirtió en el intrépido que dio el siguiente paso para infiltrarse entre la multitud. La gente parecía estar en conversaciones cercanas y ocupando posiciones importantes.

—No entiendo qué pasa—Nervioso, el híbrido admitió mientras intentaba abrirse paso entre la gente.

—Siento que no deberíamos estar aquí, no encajamos.

Pero era demasiado tarde.

Una melodía suave y seductora comenzó a sonar, logrando acallar todo el ruido circundante. Las luces se dirigieron al escenario, donde incluso ellos no pudieron evitar ver qué estaba sucediendo.

—¿Qué demonios? —Confundido y evidentemente impresionado por lo que se desarrollaba en el escenario.

Un chico de tez ligeramente morena, no particularmente grande pero musculoso en la medida justa, se destacaba con una esbelta figura y un traje ceñido. Llevaba una máscara para ocultar sus ojos, añadiendo un toque intrigante a su misteriosa presencia. Lo que más llamó la atención fue una cola curiosa y esponjosa que se movía con gracia al ritmo de su cintura.

—¿Qué es esto? —Horrorizado el lider, miro a sus compañeros, quienes tampoco comprendían y no perdían detalle del bailarín. — Debemos irnos.

—Hay algo que no cuadra aquí—El otro, un híbrido de búho observo a su alrededor, alterado ya que sabia que no encanjaban y poco a poco el resto se daba cuenta, fue una mala idea subir desde el principio.

La gente empezó a voltear hacia ellos, extrañados al ver caras desconocidas.

El líder del grupo intentó jalar a sus compañeros para salir de ahí, pero un guardia se interpuso en su camino, seguido de la interrupción de la música.

La atención se centró completamente en los tres desconocidos, quienes en cuestión de segundos se vieron atrapados en un enredo del cual no podrían escapar fácilmente.

ᕈᥙɾᥱ ᔑᥱᑯᥙᥴtɩoᥒ [RUBEGETTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora