Destellos escarlatas - Capítulo 2.

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Al otro día me desperté con una sonrisa en el rostro ¿Por qué? Iría a casa de Jojo, mis padres me dieron permiso de hacerlo así que estaba más que feliz por ello.
-Ten cuidado en el camino-dijo mi padre leyendo el diario sentado cerca de la mesa.
-Lo tendré-asentí al terminar el desayuno, estaba apurada quería irme ya-muchas gracias por el desayuno mamá-me levanté de la silla de un salto.
-De nada cariño-sonrió-mándale saludos al señor Joestar de nuestra parte.
-Lo haré, adiós-despedí a ambos y abandoné la casa con paso apresurado.
Con solo pensar que haríamos una pijamada me hacía feliz.
-Que genial-me dije a misma.
A lo lejos podía ver la gran mansión, cuanto más me acercaba, más sentía aquel nudo en mi estómago.
Crucé el portón y al llegar a la puerta fui bajando el ritmo de mis pasos al notar a cierto rubio sentado en los pequeños escalones de la entrada, acaparando todo el camino. Al parecer no me había notado, ya que estaba leyendo un libro o eso quería creer yo, aclaré la garganta ocasionando que alzara su rojiza mirada hacia mi.
-¿Qué quieres?-preguntó con aquel tono mordaz.
-Que te corras-respondí de la misma manera, me observó de arriba hacia abajo y volvió a su lectura, me mordí el cachete tratando de contenerme a golpearlo-¿Acaso eres sordo?
-¿Acaso piensas que me voy a correr por... ti?-dijo aquello último con desprecio-vete inútil, me molestas.
Inhale profundo y opté por una maldad, puse un pie sobre su pierna que llevaba aquel pantalón azul planchado perfectamente. Su mirada se alzó llena de odio ante la acción.
-¿Qué demonios crees que haces?-preguntó entre dientes fulminándome con la mirada.
-Ya que no te vas a correr, no me queda de otra que pasarte por encima-respondí alzando los hombros.
De un violento empujón apartó mi pierna y se paró quedando frente a mi.
-Te sáfas por ser mujer, pero si siguiera pensando que eras hombre te rompería todos los huesos ahora mismo-gruñó-no sabes con quien te estas metiendo.
-Y tú tampoco oxigenado-gruñí enfrentándolo-no te tengo miedo.
-Deberías...
La puerta principal se abrió mostrando a Jonathan con el ceño levemente fruncido.
-¡Dio!-alzó la voz-¿Qué estás haciendo?
-Esto no va a quedar así, inútil-susurró y volteó a ver a Jojo-nada, tú amiga la pesada preguntaba por ti-agregó sin interés alejándose.
Masculle entre dientes, quería soltarle un insulto pero al ver la expresión aliviada de Jojo me detuve.
-Vamos ___, Erina ya está aquí.
Asentí y al pasar junto a Dio me dió un codazo en las costillas.
-Hijo de...-voltee a verlo con rabia, él de su parte sonrió de manera burlona.

Me las vas a pagar rubio.

Entré a la sala principal donde aquel simpático mayordomo me sonrió dulcemente.
-Buenos días señorita ___-saludó.
-Buenos días-saludé haciendo una reverencia.
-¡__, vamos!-dijo entusiasta Jonathan mientras me tomaba de la mano, ante tal tacto mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza.

Ay mierda.

Pensé tragando fuerte, Jojo me estaba tomando de la mano y en cualquier momento me iba a morir de un infarto si seguía así.
-Que ridícula-esa voz me hizo volver de mis pensamientos, fruncí el ceño y desvié los ojos hacia aquel rubio.
-No le prestes atención ___-habló Jojo sonriéndome-vamos-insistió jalándome del brazo sin siquiera dejarme responder, aunque estaba claro que quería salir de allí antes de arrepentirme de lo que le hiciera a Dio.
A las corridas subimos las escaleras, me encantaba ver tan sonriente a Jojo, se lo merecía por ser tan caballeroso y sobre todo muy dulce.
-Esta vez te voy a ganar-volteó apenas el rostro.
-Eso lo veremos-reí divertida.
Pasamos por el pasillo y aún sostenía de mi mano, aquella calidez era tan cómoda que deseaba que durara para siempre.
-Erina, ___ ya llegó-avisó Jojo sonriente al entrar al cuarto.
Erina se hallaba sentada con un maso de cartas.
-Hola ___-saludó sonriente.
-Hola Erina-saludé devolviendo el gesto-¿Todavía te cuesta?
-Un poco-respondió viendo hacia los lados con las mejillas sonrojadas-es que no es mi estilo.
-Es cuestión de práctica, ya verás-dijo Jojo soltándome de la mano, aquella calidez desapareció y eso me hizo sentir una pequeña presión en el pecho.

Quería seguir sintiéndolo.

Pensé observando como se sentaba junto a Erina y tomaba el mazo de cartas.
-Mira, es así...
Tan dulce y tan caballeroso ¿Por qué no te has fijado en mi?
Sacudí apenas la cabeza apartando cualquier pensamiento que me haría poner triste, en estos momentos quería divertirme junto a ellos.
-A ver Jojo-me senté a su otro lado apoyando la espalda contra el colchón de la cama-de seguro le enseñas mal.
-____-bufó Jojo dibujando un puchero en los labios.
Evite a toda costa ese gesto que de seguro me iba a derretir el corazón y fijé la mirada en las cartas.
-Anda, empecemos de una vez-apresuré.
Nos pasamos todo el día jugando y sin darnos cuenta la noche había llegado.
-¿Qué hora es?-pregunté observando hacia la ventana, el cielo ahora estaba azul pero con nubes grises que amenazaban con que llovería ¿Tanto tiempo habíamos jugado?
-Ya es tarde-dijo Erina levantándose.
-¿Quieres que te acompañemos?-preguntó Jojo haciendo lo mismo.
En cuanto iba a responder se escuchó un fuerte estruendo, Erina chilló y al momento se escondió en el pecho de Jojo.
-E-Es solo un trueno-tartamudeó el grandote con las mejillas totalmente rojas.

Suertuda.

Pensé desviando la mirada hacia la ventana, la lluvia había comenzado y era bastante fuerte.
-¿No es un poco peligroso salir con esta lluvia?-pregunté señalando con el pulgar hacia la ventana.
-___ tiene razón-asintió Jojo-¿Por qué no se quedan a dormir?
-¿Estás seguro que podemos?-preguntó Erina levantando el rostro sin siquiera haberse apartado de él.
-S-Si-respondió Jojo con nervios.
-Tendremos que avisarles a nuestros padres.
-Si, eso haremos-dijo Jojo-vamos.
Los tres abandonamos el cuarto y nos dirigimos al largo pasillo.
-¿No te fuiste todavía?-se quejó Dio, pasaba con un libro en mano, al alzar la vista y verme frunció el ceño.
-No y tampoco lo haré-respondí cruzándome de brazos.
-¿A qué se refiere?-observó ahora hacia Jojo quien sonreía de oreja a oreja.
-Se quedarán y haremos una pijamada-dijo alegre.
-Que inmaduros-suspiró resignado el rubio mientras negaba levemente con la cabeza.
-Uy perdón señor don maduro-comenté con burla.
-Ya basta los dos-intervino Erina-por favor...
-Hagan lo que quieran, pero lejos de mi-siguió su camino, al pasar junto a mi aproveche el momento para pisarle el talón. Tropezó y volteó a verme con el ceño fruncido.
-Tú...
Le saqué la lengua y seguí caminando junto a Jojo y Erina, por suerte no habían notado lo que había hecho.

Espero que les guste el capi 💙

ཧᜰ꙰ꦿ𝑫𝒆𝒔𝒕𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒆𝒔𝒄𝒂𝒓𝒍𝒂𝒕𝒂𝒔.ཧᜰ꙰ꦿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora