Destellos escarlatas - Capítulo 4.

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Luego de la pijamada con Erina nos fuimos a la habitación de huéspedes.
-___-llamó Erina al acostarse, la observé como respuesta, la luz de la vela reflejaba la expresión de ella, estaba tensa y mostraba signos de miedo-¿No pasó de verdad lo que contaste?
-No Erina-le sonreí, me daba ternura verla tan inocente-la inventé, no existen los fantasmas.
Su expresión de temor se borró y dejó ver una sonrisa cálida.
-Si, tienes razón-asintió apenas-aunque esa historia fue asombrosa y muy aterradora.
-Ay me halagas-dije llevando una mano sobre le pecho, ambas reímos y nos acomodamos para dormir.
-Que descanses ___-despidió Erina dándome la espalda.
-Igualmente Erina.
La lluvia golpeaba contra el cristal de la ventana a un lado nuestro, provocaba un sonido gratificante para conciliar el sueño pero en mi caso algo imposible. No tenía una pizca de ello, me removía entre las sábanas buscando la pose perfecta pero nada.
-No tengo sueño-susurré entre suspiro viendo hacia el techo.
Recordé que Jojo me había contado que tenía una biblioteca, si buscaba un libro para leer de seguro me agarraría sueño. Asentí aceptando mi plan, me incorporé y observé a Erina quien ya estaba dormida, tomé la vela y lentamente me levanté procurando no hacer ningún sonido que la despertara.
Al abandonar el cuarto suspiré de alivio, victoriosa por mi sigilo y dispuse a caminar, quería encontrar esa biblioteca pero la mansión Joestar era otro mundo, era tan enorme que me iba a costar encontrarla.
-Bien, solo es cuestión de paciencia-me dije a mi misma avanzando con la vela en mano.
Luego de algunos minutos por fin la encontré.
-Oh mierda...-exclamé con asombro, era enorme, tenía que alzar la cabeza para ver los estantes que iban casi hasta el techo y de los cuales cargaban muchos libros.
Entré con una sonrisa y avancé entre los estantes mirando cada título.
-Mmmm... ¿Qué puedo leer?-pregunté y un libro con letras doradas llamó mi atención ¿El problema? Estaba lejos de mi alcance pero no me iba a rendir, hice puntillas de pie y apenas lo tocaba con la punta de los dedos.

Mierda ¿Por qué soy tan baja?

Pensé frustrada, alguien se había posado detrás de mi y estiraba la mano para tomar aquel libro. Voltee y me asombré al ver que se trataba de Dio.
-¿Divina comedia? Interesante...-dijo observándome con aquellos destellos rojos.
-¿Me estás siguiendo?
-¿Y por qué lo haría?-preguntó enarcando una ceja rubia y apoyó una mano al lado de mi cabeza.
-Para molestarme, como siempre-respondí frunciendo el ceño. Noté que su cuerpo estaba muy cerca del mío y eso me hizo sonrojarme hasta las orejas.
-¿Qué sucede?-preguntó manteniendo la ceja alzada y al parecer había notado el porque estaba así, mostró sus brillantes dientes en una sonrisa ladeada y acercó su rostro al mío-¿Tienes fiebre? Porque se te ve roja-jugueteó.
-E-Es la luz de la vela-respondí de inmediato chocando contra el estante.
-¿Si? ¿La luz de la vela?-cuestionó desviando aquellos dos rubís a mis labios.
Tragué fuerte sintiendo el corazón que me latía peor que el de la jóven de mi historia.
-¿Estás s-sordo o qué?-quería mantenerme firme para que no notara mi vergüenza, pero de esta manera era imposible-¿me devuelves el libro?
Sin responder me lo entregó, desvié la mirada nerviosa hacia él.
-Gracias-agradecí tomándolo pero de un suave tirón de su parte me hizo apegar a su cuerpo y nuestros labios se rozaron.

Ay mierda, mierda, mierda.

Pensé abriendo los ojos de par en par.
-Si vieras lo ridícula que te ves en estos momentos-se burló el rubio.
El ardor invadió mi mano derecha, me había olvidado que cargaba una vela y que esta dejó caer sus restos sobre ella.
-¡Maldición!-maldije soltando la vela y con la misma mano me tapé la boca por haber levantado tanto la voz, volví a chillar al recordar el dolor.
-Si serás tonta-suspiró Dio apartándose, se agachó para tomar la vela que por milagros seguía encendida.
-Es tu culpa-me quejé observando mi mano con una quemadura bastante notable.
-Déjame ver-dijo tomándome por la muñeca, ni siquiera me dejó responder.
-Me arde-dije apretando los labios.
-Ahora vuelvo, quédate aquí.
Me entregó el libro y abandonó la biblioteca ¿A dónde se había ido? No es que le hacía caso pero decidí sentarme en un sofá que se encontraba en el centro de la sala, a su lado tenía una mesita de té con una vela encima, al parecer Dio ya estaba aquí desde antes.
-Bueno-suspiré abriendo el libro y comencé mi lectura.
Aunque quisiera concentrarme me era imposible, aquel acercamiento me hizo temblar como una tonta ¿Por qué? Ese tonto solo se quiere burlar de mi.

Sus ojos.

Pensé al recordar lo brillantes que se veían bajo la luz de la vela, ese carmesí intenso de seguro hacían suspirar a más de una mujer en este lugar.
-Si, claro-dije por lo bajo y reí, si supieran la personalidad que tiene el rubio.
-Inútil-nombró Dio entrando a la sala, se puso ante mi y me extendió la mano, lo observé con una interrogante y eso provocó que suspirara y rodeara los ojos impaciente-¡La mano!
-Pero ya estoy...
-Dije la mano-agregó entre dientes, suspiré rendida y se la tendí-solo una idiota como tú se quema con una vela-agregó envolviendo mi mano en un vendaje.
-Creo que esto es mucho-alcé una ceja al ver mi mano.
-Shhht-chito apartándose, se acercó al otro sofá individual y tomó el libro que se encontraba sobre este-y se dice gracias.
-Gracias.
-Ni que quisiera tu agradecimiento-volvió a ver hacia el libro con el ceño levemente fruncido.
Rodee los ojos ¿Quién lo entiende?
El silencio invadió en el lugar, seguí en mi lectura aunque había veces que levantaba la mirada para verlo allí frente a mi con su mirada perdida en aquel libro. No podía negar que se veía atrayente, su cabellera dorada, algunos mechones le caían en el rostro torneando y sobresaltando sus facciones finas junto con aquellos ojos que cargaban una mirada llena de misterio, algo que me llamaba mucho la atención en él y sobre todo del porque era así. Jojo me había dicho que su comportamiento era porque tuvo una infancia horrible, no me dijo cual pero para ser de esta manera de seguro pasó por algo realmente terrible.
-¿Qué tanto me miras?-atacó al alzar la mirada y notar que lo veía.
-Ni que fueras importante-ladre volviendo los ojos a las hojas escritas.
Pasaba el tiempo, no sabía que hora era pero el sueño comenzaba a apoderarse de mi. Me pesaban los párpados, ya no podía mantenerme despierta. Lo último que vi fue a Dio quien al volver a verme suspiró negando con la cabeza levemente.

Tonto.

Pensé cerrando los ojos y cayendo a la profunda oscuridad.




Yo se que en el fondo, muy en el fondo cerca de las tripas Dio tiene sentimientos (? Y los mostraré, así que agarrense que les voy 😂

ཧᜰ꙰ꦿ𝑫𝒆𝒔𝒕𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒆𝒔𝒄𝒂𝒓𝒍𝒂𝒕𝒂𝒔.ཧᜰ꙰ꦿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora