Destellos escarlatas - Capítulo 5.

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Sentía una suave luz que penetraba en mi rostro, era cálida. Me removí apenas, con las manos tantee donde me encontraba.
-¿Hmm?-exclamé confusa, abrí los ojos y para mi sorpresa estaba acostada en la cama.

¿Dio me trajo aquí?

Pensé incorporándome, en mis manos estaba aquel libro de anoche, observé a un lado y Erina ya se había levantado. Hice lo mismo estirando el cuerpo, me había dormido con la ropa puesta aunque Jojo me había prestado un camisón de su madre, le agradecí por ello pero nunca use uno y no eran para nada de mi agrado, abandoné el cuarto y dispuse  ir al baño.
Después de algunos minutos salí ya preparada, debía volver a casa, ya que había dejado de llover y el sol brillaba en el cielo. Avancé por el pasillo y para mi sorpresa me encontré a Dio, salía de su cuarto.
-Inútil-saludó asintiendo apenas con la cabeza.
-Rubio-respondí haciendo el mismo gesto.
Ambos caminabamos para la misma dirección, las escaleras.
-Por cierto-hablé rompiendo el silencio-gracias por llevarme hasta mi cuarto.
-Yo no lo hice, ni que me importaras-alzó los hombros Dio.
-Entonces... ¿Quién me llevó a mi cuarto?
Pensé en la posibilidad de que haya sido Jonathan, no pude evitar soltar una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Y esa tonta sonrisa?
-No te importa-lo observé frunciendo el ceño.
-Como sea-suspiró-¿Cuándo te vas? Tu presencia ya me molesta.
-Para tu suerte ahora mismo-respondí cruzándome de brazos.
-Al fin-festejó-por fin tendré paz.
-Yo se que me vas a extrañar rubio-burlé a lo que él alzó una ceja.
-No sabes cuanto-ironizó a lo que le sonreí inclinando la cabeza un poco hacia su dirección.
-Ya lo sabía-le saqué la lengua y él de su parte suspiró negando con la cabeza levemente.
-Buen día ___-sonrió Jojo al verme bajar las escaleras, el corazón me empezó a latir con fuerza.
-Buen día Jojo-saludé sintiendo el rostro caliente.
-Ridícula-oí de Dio pero no le preste atención.
-Erina ya se fue antes, tenía que hacer unas cosas-contó Jojo cuando estuve a su lado.
-Yo también debo irme.
-La pase genial con ustedes-me tomó ambas manos-debemos repetirlo-agregó mostrando una sonrisa radiante que dejaba a vista todos sus dientes perfectamente blancos.
-S-Si-respondí asintiendo torpemente.
-Bueno, ya vete-se quejó Dio con el ceño fruncido y un notable enfado-¿No estabas apurada?
-Dio...-suspiró Jojo rodeando los ojos-por cierto, veo que te interesa ese libro-observó hacia mis manos que sostenían aquel libro.
-Oh cierto, toma-se lo extendí.
-Te lo presto, cuando termines de leerlo lo traes ¿Si?
-¿Encima te llevas algo de aquí? Lo que faltaba...
Iba a responder pero me detuve y solo le sonreí provocando él de su parte levantara una ceja.
-Nos vemos luego Jojo-me atreví a acercarme y darle un beso en la mejilla-y gracias.
Me alejé de Jojo sin siquiera ver su expresión, no podía creer que lo había hecho y por todo lo que más quiera me estaba por morir de un infarto.
-Si, adiós-gruñó Dio.
Abandoné la mansión Joestar a paso apresurados y me fui a casa con una sonrisa dibujada en el rostro. Al llegar a casa mi padre estaba trabajando y mi madre me había pedido el favor de ir a hacer algunas compras para la cena.
-Ya vengo-avisé abandonando nuevamente la casa.
Me dirigí al pueblo a hacer las compras, el día estaba hermoso para pasear.
-Más tarde leere ese libro fuera de casa-dije sonriendo.
Tras comprar todo lo de la lista me detuve ante una verduleria, lo que llamó mi atención fueron unas rojas manzanas brillantes.
-Se ven deliciosas-comenté acercándome hacia ellas.
-Y lo son-apareció un hombre de avanzada edad sonriéndome-¿Quieres una?
-Me encantaría pero... mi madre me dió dinero para comprar las cosas de la lista y nada más-sonreí tras un suspiro-aún así, gracias señor-hice reverencia.
-Toma, te la regalo-sacó una de ellas y me la entregó-eres una niña muy adorable.
-¿Enserio me la va a dar?-me asombré a lo que él asintió.
-Me recuerdas tanto a mi hija que siempre estaba sonriente y sobre todo vestía de la misma manera-rió con aquello último.
-¿Y qué sucedió con ella?-pregunté curiosa.
-Ahora es una hermosa mujer, se casó y ya tiene su propia familia-respondió aún manteniendo esa cálida expresión.
-Que maravilloso señor-dije-¿Y viene a visitarlo?
-Si, muy seguido con mis queridos ñietos.
-Eso es más maravilloso aún, ojalá tuviera un abuelo como usted.
Rió removiendome el cabello con ternura.
-Que tengas un buen día niña.
-Igualmente señor-sonreí y comencé a caminar observando aquella fruta tan deseable.
El estómago me rugió y justo en mano tenía comida.
-Justo me viene bien-iba a darle un mordizco cuando esta fue arrebatada de mis manos-pero que...-parpadee varias veces confusa y pude sentir una risa burlona que conocía perfectamente.
-Pero mira que me encontré-dijo observándome sonriente.
-¡Eso es mío!
-¿Ah sí?-se acercó el rubio a paso lento-¿Tiene tu nombre?-alzó una ceja.
-No, pero me la regalaron a mi.
-Lastima, me la comeré yo-iba a darle un mordizco pero lo tomé por la muñeca evitando la acción.
-Hey-llamó y de un leve tirón me acercó hasta él.

Otra vez.

Pensé nerviosa, no entendía porque me ponía de esta manera.
-Me debes algo...
Tragué fuerte pensando en lo que había hecho hoy, despedí a Jojo pero a él no ¿Quería un beso también? ¿Él? ¿Dio?
-B-Bien...-tartamudee, hice puntillas de pie, ya que es el doble de alto que yo y le deposité un beso en la mejilla.
Sentí que se tensó por mi acción, me aparté de inmediato y extendí la mano viendo hacia otro lado con un muy notable sonrojo.
-¿Ahora me das la manzana?
Hubo silencio, uno que duró varios segundos largos en los cuales supongo yo Dio estaba procesando lo que había pasado.
-Mujer-llamó-¿Te me estas insinuando?
-¡¿Qué?!-inquirí volviendo a verlo-¡C-Claro que no!
-¡¿Y qué fue eso?!
-¡Lo que me pediste!
-¿Eh?-por primera vez lo veía con expresión confusa-me refería al libro, idiota-escupió.
Quería que la tierra me tragara en ese momento.

No puedo creer lo que hice.

Pensé deseando golpearme.
-¡Se más claro! ¡T-Tonto...!
Le arrebaté la manzana de la mano y me eche a correr.
-¡Hey! ¡El libro!
-¡Lo devolveré cuando lo termine!-grité siguiendo con mi corrida.
A pocos minutos llegué a mi casa totalmente sudada, con el corazón en la garganta y sobre todo con mucha vergüenza por lo que había hecho.
-Ay mierda-suspiré llevando una mano al rostro.

ཧᜰ꙰ꦿ𝑫𝒆𝒔𝒕𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒆𝒔𝒄𝒂𝒓𝒍𝒂𝒕𝒂𝒔.ཧᜰ꙰ꦿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora