¡Es una bomba!

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El día había llegado, todos estaban listos para empezar a poner en marcha el plan.
Vegeta se miraba en el espejo, acomodando su camisa blanca y colocándose el pequeño audífono que llevaría con él.

El plan era simple;entrar como infiltrados, revisar el lugar y dar con Bulma. Nada podía salir mal.

Seguía ensimismado, pensando en cada detalle para que nada saliera mal, tanto que no notó a la chica que lo observaba, de arriba para abajo, mordiéndose el labio inferior y sonriendo con picardía. Acomodó su corto vestido de seda y se acercó lentamente hasta donde el pelinegro se miraba en el espejo.

— Vaya, Vegeta - Deslizó sus manos por su espalda y las dejó subir por sus hombros hasta su pecho - Sigues igual o más bueno que antes.

— Pan... Basta - Se alejó de ella y ésta bufó, frustrada - Ya te dejé en claro que no existe ni la más mínima posibilidad de que vuelva a pasar - Se colocó el abrigo negro - Si estás aquí es porque me dijiste que necesitabas alojamiento, no para esto.

— ¡Ya para con esto! - Se cruzó de brazos y frunció el ceño - ¿Aún sigues con la estúpida idea de que la volverás a encontrar? ¡Despierta ya, Vegeta! - Gritó - Es obvio que no volverá, ya pasó mucho tiempo. Tus esperanzas no tienen sentido - Vegeta no le hizo caso - ¿Y si ya está muerta?

— ¡No lo digas! - Se acercó a paso veloz, quedando cara a cara con ella - ¡Ni se te ocurra volver a repetirlo! Bulma está bien y volverá conmigo,¿Me entiendes?

— Sigue viviendo en tu mundo de fantasía - Le sostuvo la mirada - Tarde o temprano la realidad te golpeará - Salió furiosa de la habitación.

Vegeta suspiró y se dejó caer en la cama;ya era demasiado lidiar con sus propias inseguridades como para que venga ella a sumarle más. Había declinado la idea de que Bulma estuviera muerta, no estaba listo para enfrentar ésa hipótesis. Aún le daba miedo pensar en que jamás la volvería a encontrar... Estaba muy preocupado.

— Vegeta, estoy listo - Gokú entró, ya vestido y observó a su compañero con la vista perdida - ¿Estás bien?

— Sí... Lo estoy - Reaccionó, se quedó viendo u punto fijo por unos segundos y luego se levantó - Vámonos. ¿Y mi mamá?

— Dice que hará algunos arreglos y que nos verá ahí - Gokú se encogió de hombros y salió de la habitación - Apúrate - Le dijo.

— Ya voy...

Justo a la hora acordada estaban en frente del restaurante, vestidos como clientes y personas normales que vienen a disfrutar de una buena comida. Se sentaron en una mesa apartada, en donde nadie los veía pero ellos veían todo y a todos. Gokú parecía bastante emocionado, como un niño pequeño en su primera aventura fuera de casa. Mientas que él aún se sentía tenso, alerta e inseguro.

— Bien, recuerda que debes seguir el  papel de un turista que viene a disfrutar de la noche - Repitió por enésima vez su compañero. Vegeta rodó los ojos.

— No soy tan imbécil, Gokú, sé bien qué es lo que debemos hacer - El contrario asintió y volvió la vista hacia cualquier parte.

— Buenas noches, señores,¿Qué les sirvo? - Ambos alzaron la cai ante esa conocida voz.

— ¿Mamá...? - Vegeta no se podía creer que es su madre quien venía vestida de camarera para tomarles sus órdenes.

— Cállate, pendejo - Le reprochó - Se supone que estamos de encubiertos - Rodó los ojos.

— Sí, Vegeta, sé más precavido o se darán cuenta de que algo raro está pasando - Lo había dicho en voz un poco alta.

— Sí, sí, seré lo más discreto posible, pero no seré tan bueno como tú - Rodó los ojos acompañando su sarcasmo.

Le pidieron a la camarera"desconocida",una orden y ella se alejó.
Se quedaron verificando cuántos guardias habían y en dónde. Detrás del mostrador había una puerta custodiada por tres hombres enormes, ni siquiera la entrada tenía más protección que ésa puerta, algo había detrás.

Tenían que buscar una distracción, le dieron una mirada a la mamá de Vegeta y ella entendió perfectamente qué es lo que querían. La mujer sacó una pequeña maleta y la abrió, ambos se sorprendieron al ver un aparato bastante parecido a un explosivo.

— ¡Es una bomba! - Empezó a gritar.

Cómo era de esperarse, todo el mundo entró en pánico y se dispersaron de aquí para allá, tratando de ponerse a Salvo, y haciendo mucho más fácil el trabajo de Vegeta y Gokú de pasar desapercibidos. Los guardias dejaron de custodiar la puerta y corrieron hacia la mujer que gritaba sobre la supuesta bomba.

— ¡Ahora! - Los dos aprovecharon a oportunidad y corrieron, abrieron la puerta y entraron.

Era un lugar completamente distinto al pintoresco ambiente de afuera. Las luces eran tenues y algunos venían en neón. El olor a alcohol y drogas se percibía en todas partes. Era un pasillo pequeño y largo, con cientos de puertas más que daban a otras habitaciones. No sabían por dónde empezar y había demasiado por revolver. Sacaron sus armas y se dividieron, uno buscando de un lado y uno del otro.
Casi todas las habitaciones eran almacenes para guardar la mercancía y cierta mierda más. Avanzaron hasta la última puerta que daba a unas escaleras que unen para abajo. Se dieron una mirada, asintieron y se prepararon para bajar.

Allí la cosa cambiaba, ya no era el olor a alcohol y drogas,si no un olor a muerte y putrefacción. El lugar apestaba por todas  partes. Era una cámara de torturas...

— Vegeta... - llamó Gokú y él se detuvo a verlo - Es aquí, aquí marcó Exactamente la señal del celular de Bulma, la última vez que pudimos dar con el - Avisó, mirando su móvil para estar seguros.

— Bien... - Una ola de sensaciones lo golpeó con fuerza. No sabía qué esperar, qué vería allí dentro. Sus manos temblaron cuando apuntó su arma — Con silenciador—, hacia el candado y le disparo para abrirlo - Vamos - Ambos respiraron hondo y se adentraron.


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Traicionera - Segunda temporada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora