La mujer de la máscara.

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Vegeta necesitaba salir de ese encierro o, definitivamente, perdería la cabeza. Necesitaba aire, se sentía asfixiado. Su cabeza no daba para más y su cuerpo le dolía a horrores. No sabía si era por no haber comido durante días o por no dormir.

Un mensaje, mas bien, una invitación a una fiesta llegó a su teléfono. Un viejo amigo volvía a Japón e hizo una fiesta de disfraces para celebrarlo. Aunque no estaba del todo seguro de si ir o no... Necesitaba despejar su mente, emborracharse hasta más no poder y lo demás sería el una historia de lo cual no se acordaría al día siguiente.

Vistió un traje negro y una camisa blanca, con dos  botones sueltos y sin corbata, pantalones de vestir color negro y unos zapatos del mismo color, y como la fiesta era de disfraces, se colocó un antifaz negro.

Salió de la casa, sin que nadie se diese cuenta y fue a dónde le habían indicando.

Todo el camino estuvo pensando en Bulma, en que las cosas serían diferentes si ella estuviese con él. Quizás estarían en su casa, la que comprarían juntos, abrazados en la cama, hablando de los preparativos de su boda o de cuántos hijos desean tener. Adoptarían un perro... O quizás a Gokú. Rió por el pensamiento y limpió la pequeña lágrima que dejó caer.

Habían pasado meses desde su muerte y él aún no lo ha superado. No quiere aceptarlo, no puede simplemente renunciar a ella. Pero, cada día que seguía encerrado ahí, las alucinaciones y la depresión lo iban llevando al límite. Había intentado suicidarse en más de una ocasión y sólo se salvó gracias a su madre o a Pan.

Suspiró y dejó esos momentos de lado porque ya había llegado a la gran mansión en donde se daría la fiesta. Era elegante y pomposo, típica casa de ricos. La música sonaba alto en el patio trasero y las personas, disfrazadas de cada cosa, venían llegando. Era extraño aquel lugar ruidoso y lleno de alegría, le parecía tan lejano esa palabra... "Alegría" ¿Hace cuánto que ya no sentía tan cosa?

Se adentró al lugar y todo era tan festivo y el lugar tan grande que creía y se podía perder ahí dentro. Las personas lo observaban entrar. Algunas mujeres lo veían como si se lo quisieran comer. Nadie sabía quién era aquel imponente hombre de la máscara, todos murmuraban, todos querían conocerlo.

— Te has vuelto la novedad de la fiesta y lo único que tuviste que hacer es entrar y sentarte en la barra a beber - Una mujer... Con un ajustado vestido negro, escote corazón y abertura a un costado para lucir sus piernas, una máscara del mismo color y el pelo de rojo, se sentó a su lado.

Vegeta iba a mentir si negaba que sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Ésa mujer... Era simplemente un espectáculo de curvas, demasiado caliente a la vista de cualquiera. Si bien no podía ver su rostro por la máscara, y tampoco percibir bien su voz por la música fuerte, sentía que ésa figura le era parecida... Y sí; él creía que se parecía muchísimo a Bulma, físicamente.

Tal vez esté mal lo que esté pensando;usarla a ella como sustituto... Su cuerpo. Para al menos una vez, sentir que es con la peli-azul con la que está en contacto.

— ¿Y qué me dices tú? - Se acercó un poco más y le habló al oído. La pelirroja tembló ante la rasposa y sensual voz ajena y sonrió - No me vas a decir que pasaste desapercibida...

Desde ese momento, entre copa y copa, empezaron a coquetear más y los comentarios subían de tono, los toques no faltaban y el alcohol les iba haciendo efecto a ambos. Ninguno de los dos negaba lo que querían y por eso mismo le seguían cada insinuación al otro y lo estaban disfrutando.
A las dos de la madrugada, cuando la fiesta estaba por lo mejor, ellos ya estaban lo suficientemente borrachos como para escapar de la fiesta, al estacionamiento, y meterse al auto del pelinegro.

Traicionera - Segunda temporada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora