Me perdí en ráfagas de viento

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Paralicé mi dátil en el frío estridente de la noche
Soñé en ese mismo instante con colgarlas al sol,
Pero el desaliento me hace dejarlas a la incertidumbre
Y con el viento erizado penetro en mil recuerdos nocturnos.

Mis manos son dos mundos que os quiero advertir
Dos extrajeras con buena carga y buenas ropas
Una es luz y la otra, la otra es marea tan avanzada
Dos fuentes que a veces se miran, se unen, asesinan
O se besan; Que van huyendo hoy a mis bolsillos.

Y hoy buscaré como he buscado en todo y en tierra extraña
Otro intento de escribir en las páginas nuevas y en las páginas
Viejas una nueva habladuría, no sé yo, que hoy de la media vuelta
Y con fuego imaginario, reanime mi alma. —Y pueda soportar
Este frío abrumador y constante—

No encendiendo todavía nada que calor de a esta noche
Me poso bajo los amigos de la sabiduría, en ellos buscando
Que tu pensamiento que soporto, que en mi habita, no prenda
Hoy día un deseo a rendirnos en el frío infernal que agita con manso aliento.

Pues entonces trae un antifaz y con ella
Un afán de murmurar —¡Oh como rumorea el viento—
Inmensas melodías de dolor de tal sonido que
Por su padre destinado da fuerza a mi poesía deplorable.

Si conocerme siquiera me toca la mente
Y con su frío atacará, así tan frío como sus amores
Firmando nueva mente, una inmensa fuerza en la pérdida nocturna. 

El canto épico de las leyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora