6: Terrible Remolino

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    Ayer, después de despedirme de Mercy pensé un poco en ella, es decir, tal vez el apodo de Mercy problemas se lo tenga bien ganado; ayer soborné a alguien y bebí alcohol con una menor

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    Ayer, después de despedirme de Mercy pensé un poco en ella, es decir, tal vez el apodo de Mercy problemas se lo tenga bien ganado; ayer soborné a alguien y bebí alcohol con una menor. aunque la cerveza se la ofrecí yo mismo. ¡Rayos!

    Lo que sea qué sea echa chica en serio es un terrible remolino de emociones.

    —Buenos días, Sra. Parks— el saludo al pasar por su escritorio.

    —Buenos días, Liam. Ayer te vi con Mercedes.

    Me detengo al escuchar su comentario y retrocedo por quedar frente a ella.

    —Amm ... Sí, ella es una de los estudiantes que toma mi clase.

    —Es una chica muy linda y amable, muy dulce— bien, linda sí, pero ¿amable? ¿dulce? ¿Mercedes? —, algunas veces me trae café del otro lado de la calle.

     —Sí, ella es una linda chica— digo sin saber que responde a esta pobre ancianita y bueno no era una mentira, Mercy es una chica guapa.

    —Y una excelente estudiante— no con la D que le di.

    —Ajá... Nos vemos luego, Sra. Parks,

    Salgo de ahí antes de tener que seguirle la corriente a la pobre. ¿Qué hechizo le habrá puesto Mercy para que la Sra. Parques crea que es una dulce y buena estudiante? ¿Estaríamos hablando de la misma Mercedes?

    La primera clase de hoy estuvo tranquila, la misma clase que recibió Mercy, que por cierto siempre se sienta en la primera fila y en el centro de las sillas, en lo que consideró uno de los mejores lugares para prestar atención a las lecciones. Prácticamente ella no habla con nadie durante la clase, aunque si contesta algunos mensajes que llegan a su celular.

    Sonó la campaña de salida y como en las últimas clases, la espero en mi escritorio mientras ella hace tiempo en su mesa para los demás estudiantes salgan.

    —Hola, salgo a las tres. Podemos reunirnos en el área abierta oeste— me adelanto a decir porque sé que lo iba a preguntar.

    —Mejor en el este y a las cuatro y media, tengo otras clases.

    —Bueno, a las cuatro y media.

    —Y otra cosa...— mete la mano en su bolso y saca la botella de agua del otro día —Uno, dos, tres, cuatro— cuenta los disparos de agua que le da mi rostro —. No creas que iba a dejar pasar el hecho de que usas las palabras prohibidas sólo porque estaban en clases.

    Lección aprendida.

    El resto de la tarde fue un poco aburrida sin Mercy ahí para molestarme cada que dijera algo que sonara mal para mi forma de hablar. Ya eran las tres de la tarde y aún faltaba una hora y media para reunirme con ella.

    Y debo admitir que el Candy Crush me ha estado distrayendo bastante bien, hasta este momento en que recibí un mensaje de, precisamente, Mercy.

Sabiduría del Amor (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora