16: Viernes

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    —¡Fue, increíble! Maravilloso, le compré palomitas y un churro y la película no fue muy buena, pero lo más increíble pasó después

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    —¡Fue, increíble! Maravilloso, le compré palomitas y un churro y la película no fue muy buena, pero lo más increíble pasó después.

    —¿Qué pasó después?— pregunta Mercy.

    Mi oficina en el campus o mi casa eran los lugares preferidos para nosotros dos a la hora de reunirnos, en este casó era la primera opción. Sentados en el escritorio uno frente al otro.

    —Bueno... No sé si contártelo...— digo viendo mis manos entrelazadas sobre mis rodillas. Esto del beso es un poco sólo de nosotros dos.

    —¿Qué? ¿Por qué no?— dice sorprendida pero ninguno de los dos ha dejado su tono de diversión.

    —Porque nos besamos...— susurro sonrojado.

    —¡¿Qué?! ¡¿La besaste?!— sus ojos celestes se vuelven enormes por la sorpresa.

    —¡Sí, la besé!

    —¡Wow! ¡No sabía que eras de los que besaban a la primera oportunidad que tienen!

     —¿Crees que estuvo mal?

    —¡No, claro que no! ¡¿Y ella, cómo actuó, qué hizo?! ¡¿Pero cómo pasó?!

    —Pasó al salir de la función, caminábamos por el lugar y la llevé hasta detrás de la biblioteca, ya sabes, donde están pintando un mural— Mercy asiente con la cabeza —. Le enseñé una afrodita pintada en la pared y, bueno, usé tus concejos, la alagué, le dije que era más bella que Afrodita y entonces sólo pasó. Y ella me aceptó y al dejarla en la puerta de su casa volvió a pasar.

   —¡Oh por Dios!— los dos estamos igual de emocionados. Parecemos dos adolescentes... Bueno, ella si es una adolescente.

    —¡Lo sé!— exclamo.

    —¿Entonces prácticamente está asegurada la tercera cita?— mueve las cejas.

   —¡Aún no la he invitado, pero se puede decir que sí!

    —¡Esto tenemos que celebrar!— dice levantándose de la silla y tomando su bolso del suelo — Nos vemos el viernes en la tarde— me señala con su índice y sube sus cejas.

    —¿Ya te vas?

    —Sí, tengo mucho qué hacer y ya se acercan las pruebas finales del semestre— se coloca el bolso en el hombro. Las pruebas finales del semestre, es cierto, estamos a unas semanas de terminarlo, con tanto que ha pasado en estos días casi lo había olvidado.

    —¿No vamos a practicar?

    —¿Practicar, para qué? Ya te enseñé todo, y Sarah está encantada contigo. Ya no tengo nada que enseñarte.

    —Ah... Mercy, gracias...

    —De nada. Ahora tengo que irme a estudiar... A menos que un profesor mío sea tan considerado de ayudarme en su examen...

Sabiduría del Amor (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora