Después de esa llamativa escena que Mercy protagonizó frente a parte del cuerpo estudiantil de la universidad los rumores no pararon, llovían, más de lo usual. Ahora tenía aun más murmullos en mis clases y en los pasillos, algunas risas y comentarios totalmente sacados de tono de mi persona.
Nunca había sido tan popular en mi vida, ni siquiera en la secundaria, y aunque la atención podía ser buena, la de este tipo no era algo que yo nunca jamás haya querido o siquiera pensado que podría pasarme. Quiero ignorarlo, lo intento, pero mientras más trato sólo termino formulándome una pregunta; ¿quién es Mercy Rodríguez?
Soy una persona curiosa, creo que por naturaleza todos los somos, así que las preguntas que me hago a mí mismo en mi cabeza me gusta responderlas, como la que ronda mi mente desde el lunes en la mañana, cuando vi el poder de lo que Mercy puede llegar a ejercer.
Y no sólo me refiero a lo enojada y vengativa que puede llegar a ser, sino también el alcance de su poder, es decir, sobornar a la decana de una universidad, no es como si tuviera un millón de dólares en el banco para poder llegar a sobornar a todos los que estén a su alrededor, ¿o si?.
Como se, ahora sólo quiero averiguar quién es Mercy Rodríguez.
—Hoy estás actuando más raro de lo normal. Y eso es mucho decir de ti— me comenta Mercy mientras caminamos hacia el bar que yo conozco.
—Mmm... Gracias— le contesto y ella me rocía agua.
—No fue un cumplido.
—No es nada.
—Okay— me mira alalizándome con sus ojos—, confiaré en tu palabra— sigue caminando.
—¿Segura que te dejarán entrar y no nos meterás en más problemas?
—Ya te dije que sí, no seas gallina.
—No soy gallina, pero prefiero manejar un problema a la semana y ya lo excedí.
No puedo no preocuparme, Mercy sólo tiene diecinueve años, le faltan dos más para poder beber y yo un adulto que nunca ha infringido la ley la estoy llevando, conste que por insistencia suya, a un bar taberna.
—¿Y qué piensas hacer si en algún momento te piden una identificación?— le pregunto tratando de razonar.
—Les mostraré la mía...— dice sin preocupación.
—¿Y como eso es posible?
—¡Ay! Las más baratas cuestan doscientos dólares, las mejores alrededor de los quinientos, es una inversión muy buena.
—¡Una identificación falsa! ¿Y nunca te han atrapado?
—Pues claro que no, no soy estúpida— ríe y yo niego con la cabeza en desaprobación—. ¡Vamos! Nada va a pasarnos y si quieres conquistar a Sarah deberás ser el señor Miller que no le tiene miedo a nada.
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Sabiduría del Amor (EN EDICIÓN)
ChickLitACLARACIÓN: ESTE NO ES UN LIBRO DE FILOSOFÍA El libertinaje universitario tiene nombre y apellido: Mercy Rodríguez. -¿Es irónico, no? -¿Qué cosa, Mercy? -Que siendo profesor de filosofía sepas tan poco de la "sabiduría del amor". -¿Q...