15: Afrodita

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    Y ahí estaba ella otra vez, Sarah, hermosa, sonriente, como siempre, un diamante en piedras

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    Y ahí estaba ella otra vez, Sarah, hermosa, sonriente, como siempre, un diamante en piedras. Algunas veces la miro y me pregunto si tendrá alguna imperfección, y si la tiene yo no soy capas de verla, pero es que sólo así he sido capaz de conserva mi amor por ella intacto por tanto tiempo.

    —La miras como acosador— la voz de Mercy interrumpe mi fantasía.

    —¡No, claro que no!— le exclamo.

    —Claro que sí, la estabas desnudando con la mente.

    —¡No hacía eso!— mi rostro se vuelve un poema de sorpresa.

    —¡Jajaja! Tranquilo, todos hemos tenidos sueños húmedos estando despiertos, más si esa persona está al frente.

    —Eres una sucia, Mercy.

    Ella levanta sus manos en señal de rendición.

    —No la estaba desnudando con la mente, sólo apreciaba.

    —¿Qué tiene ella que tanto admiras? Recuérdamelo por favor.

    —No lo sé. ¿Sabías que algunas veces va a visitar niños en un orfanato?

    —Niños huérfanos, eso completa totalmente su aura angelical.

   —Y siempre huele a vainilla...

    —Okay, eso es lo más acosador que has dicho sobre ella— murmura tomando café.

    —Tómalo serio, Mercy.

    —Entonces mueve tu trasero y ve a decirle un par de cumplidos.

    Estamos fuera de la cafetería frente a la universidad, aparentemente nuestro lugar favorito de café, pero lo más impresionante del lugar es que ahora Sarah está apunto de entrar al edificio.

    —Para ti todo son alagos.

    —Te sorprenderías lo lejos que se puede llegar siendo un lambiscon, nene.

    —Okay, entonces para allá voy.

    —Nos vemos luego.

    —Nos vemos...— digo sin verla dirigiéndome hasta Sarah.

    —¡Sé un galán pero no un patán!- me recuerda antes de que deje de escucharla.

    Me volteo mientras sigo caminando.

    —Haces verso sin esfuerzo— le digo bromeando.

    —Hago mucho sin esfuerzo, deberías verme en verdadera acción, señor Miller.

     —¡Ey!, Sarah! ¿Cómo estás?— la saludo una vez que llego a su lado.

    —Liam, muy bien... Me llegaron los chocolates, tienes un excelente gusto en bombones.

Sabiduría del Amor (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora