🐺❝Mis labios aún sienten la necesidad de besarte y mis manos aún sienten la necesidad de tocarte❞
Jimin contuvo la respiración asustado llevando su brazo por inercia a su plano vientre intentando proteger a su bebé, siendo testigo de como unos fornidos lobos corrían sin obstáculos por los pasillos con el único fin de proteger a la manada y a su líder.
Un grupo de lobos ingresó en el despacho acercándose más y más a pasos veloces hacia el omega de hebras grises. Intimidándolo, tan pronto como estuvieron cerca, otros lobos más no tardaron en reaccionar posicionándose delante del pequeño omega, para otorgarle protección. Dispuestos a acatar a los intrusos si alguno de estos decidían dar un paso más.
—Por fin Daegu caerá y le pertenecerá a quien debe ser . — escupió el que parecía ser el líder.
—¡Vete! — exclamó uno de los guardias despertando a Jimin de su trance liberándolo de su expresión asustada, cuando presenciaron como uno de los guardias cayó inerte al suelo, al ser asesinado por un letal mordisco de colmillos afilados en su garganta.
Jimin no cuestionó nada, siendo consciente del peligro que corría él y su cachorro en ese lugar.
Huyó con toda la rapidez que sus pies le permitían, siendo rápido y escurridizo, alejándose de la vista de esos lobos.
Sin embargo, antes de que pudiera cruzar la puerta trasera divisó a un lobo plomizo, uno muy grande, este había terminando de matar a un guardia sin ningún rastro de temor, su pecho subia y bajaba con tal fiereza que el terror se apoderó de él.
Y como si su miedo pudiera olerse, el lobo al instante se percató de su presencia.
Aproximándose en su dirección lentamente asechándolo como si se tratará de un indefenso ciervo para la cena.
Jimin asustado solo retrocedió torpemente mirando atentamente cada movimiento del alfa, dispuesto a emprender una tortuosa carrera si era necesario, pero a medida que lo acorralaba tenia menos posibilidad de escapar.
El ruido de un metal caer resonó en el frío suelo, tratándose de uno de los guardias sobrevivientes que intento inútilmente de detener al peligroso lobo. Este se avalanzó encima de este mordiendo todo a su paso.
Jimin no tardó en reaccionar aprovechando la distracción del poderoso alfa en el desafortunado hombre para tomar en sus manos la espada de un guardia, a pesar de no tener ni idea ni experiencia de como emplear dicha arma.
Con el miedo y los nervios a flor de piel, sostuvo valientemente la filosa espada entre sus manos, dispuesto a pelear. No se permitiría ser presa fácil, no debía ser cobarde, no ahora cuando esperaba un cachorro.
Haría lo que fuera por proteger a los suyos y ese pequeño ya se había convertido en todo su mundo a pesar de solo llevar unas semanas dentro de él.
El lobo salió de entre las sombras, viéndose enorme a comparación de alguien tan pequeño como él.
Jimin no mostró su miedo en ningún instante. Los ojos del omega lo desafiaban sin temor alguno y eso al lobo pareció enfurecerle. Después de todo, las cosas eran más sencillas para el atacante si las presas tenían miedo de él.
—Si vas a atacarme, que estas esperando. — retó Jimin, recibiendo una escalofriante rugido que hizo a su lobo encogerse.
Su cuerpo paralizado reaccionó, cuando el lobo preparado con garras y dientes, saltó directo hacia él.
Abriendo con lentitud sus párpados al escuchar un chillido de dolor que el lobo atacante emitió.
Mientras un silencio desgarrador derrepente dominó el lugar. La espada había traspasado profundamente de una sola estocada el pecho del lobo.