🐺❝ Y pensar que lo nuestro comenzó con un simple intercambio de miradas❞
Jimin se hallaba despierto cuando a penas eran las seis de la mañana, apoyado en el marco de su ventana, divagando entre sus pensamientos con la mirada perdida en cualquier punto del nublado bosque que se veía a través del vidrio.No había logrado seguir durmiendo, por tener muchas cosas en mente y por si fuera poco los comentarios desagradables de su madre sobre su rechazo no ayudaban mucho, estos no dejaban de rondar en su cabeza una y otra vez frustrándolo aún mas.
El peligris suspiró por décima vez, cansado de estar con la mirada pegada a un vidrio, debería de olvidar todo lo que sucedió en Daegu, todo lo que vivió con Yoongi y tomarle más importancia al pequeño ser que venía en camino.
Se oía sencillo pero no era así, su lobo todavía seguía sufriendo al sentirse rechazado por el alfa, aullando de la necesidad de sentir el aroma de su acompañante y le preocupaba que esa sensación también empezara a afectar al bebé.
Su pancita parecía poco a poco tomar más volumen, apreciándose un disimulado bultito en lo que antes era un plano vientre provocando una ternura indescriptible en el sensible omega.
Pronto estaría conociéndolo.
El omega tomó un abrigo, dispuesto a salir a tomar aire y escapar de su estresante habitación.
Escabulléndose en silencio por cada pasillo para que nadie pudiera percatarse de que un omega en estado estaba escapando de su alcoba tan temprano.
Una vez fuera dejó escapar un suspiro aliviado al sentir la suave brisa mañanera chocar con su rostro. Cobijando sus pequeñas manos en el bolsillo de su desgastado abrigo, con la intención de que estas no se enfriarán mucho más con el peculiar frío de esas horas.
Caminó unos minutos hasta llegar al tranquilo bosque al que solía visitar cada cierto tiempo para desahogarse cuando se encontraba lo bastante estresado o hasta incluso triste.
Sentándose en el pasto, dedicándose a observar el hermoso paisaje frente a sus ojos tomando entre sus manos un pequeño pañuelo.
¿Cómo fue que llegó a suceder?
Fue tan evidente el deseo del amor de ese alfa. Su corazón, su lobo y ahora su hijo pedían a gritos su presencia. Pero simplemente no la tendrían y era muy posible que ese bello momento nunca llegaría.
Yoongi tenía un todo poderoso reino a su disposición, miles de súbditos brindándole apoyo y protección, una hermosa omega con cual compartir el resto de sus días y con cual tendría muchos fuertes y sanos cachorros, dignos de un linaje de sangre pura.
Y esa sola idea provocaba que en su débil corazón una grieta más apareciera, al mismo tiempo que una lágrima rebelde se escapará de sus tristes ojos, abrazando con cuidado el leve bultito en su vientre como si quisiera protegerlo de cualquier o cualquiera que podría hacerle daño.
Ahogándose entre sus interminables sollozos, con la cabeza metida entre sus brazos, para evitar que sus lamentos no se oyeran mas allá. Acción que definitivamente no funcionaría.
Lo extrañaba tanto, maldición, lo extrañaba como nunca antes había extrañado a alguien, extrañaba todo de él, su afrodisíaco aroma, su sutil sonrisa, esos delgados labios que tanto anhelaba besar.
Solo quería que Yoongi lo eligiera a él por sobre todas sus comodidades.
Siguió llorando aún cuando sintió como alguien se acercaba hasta donde él estaba, de seguro era Seokjin o Taehyung que se habían percatado de su ausencia, decidiéndose por ignorar su presencia completamente. Sin embargo fue así hasta que un peculiar aroma a menta se coló por sus fosas nasales, calmando de a poco su llanto.