Pasado IV
Calentupía, primer mundo 12 de marzo de 1432
El silencio se extiende en la estancia, su respiración es irregular, se escuchan sonidos desde la distancia. Él yace sobre una silla de madera fina, mira con atención al joven frente a él, sus palabras le habían alterado de manera increíble ¡Cómo había dejado que aquello pasará! Se reprende a si mismo por haber sido tan descuidado, por haber dejado a la deriva a su hermana menor, ahora debía sufrir las consecuencias de sus errores, sabe que su drástica decisión iba a lograr que sus hermanas le odiaran de manera permanente, seguramente para siempre, pero no le importa en lo más mínimo ¡Iba a hacer lo que fuese necesario para separar aquella unión!
—¿Qué piensas hacer Jacob? —le pregunta con miedo el joven de ojos verdes.
—Voy a arreglar esto. —dice el de ojos grises en un tono fúnebre.
—Si haces lo que estoy pensando ella jamás te perdonará, ninguna de las dos lo hará. —le dice.
—Pero si no lo hago y él descubre quien es ella en realidad, él va a matarla ¡No pienso permitir que eso pase! Prefiero el odio de ambas antes de pasar por alto está atrocidad ¿Como pudieron enamorarse? ¡Son de dos mundos distintos! Son seres tan opuestos que el simple hecho de pensarlo es aberrante. —dice con asco.
—¿Qué piensas hacer con ella? —pregunta con inquietud el muchacho.
—Ella volverá a donde pertenece junto a Cassidy, deberá cumplir un castigo mayor por haber roto de una manera tan sucia los mandamientos de Helena. —le dice, el muchacho de ojos verdes supo entonces que había cometido un grave error.
París, Francia, 15 de mayo de 1432
Se escuchan los sonidos de su risa, un maravilloso sonido para él, sus pensamientos no son claros cuando la joven de ojos claros está frente a él, sabe que necesita cumplir su misión, pero no puede, hace más de un mes que se había enterado que la mujer a quien ama es nada más ni nada menos que Laurel Whateeder, la hija de Sariel, su misión; la mujer a la cual debe matar. Las primeras noches que compartió con ella luego de hacer el amor ella caía rendida en sueño, él por otro lado la miraba, varias veces intento hacerlo, tomaba un cuchillo de fina plata azul, la miraba plácidamente dormir como un ángel y caía en el hecho de que jamás podría lastimarla, no puede cumplir su misión, porque la ama más que su propia vida y no le importa en absoluto si Jacek le mata por incumplir su misión, si ella está a salvo; recibiría con felicidad el castigo mayor. El miedo le ataca por las noches mientras la tiene desnuda entre sus brazos, miedo a que descubra la verdad y termine repudiándole, no concibe la idea de perderla. Ambos están en el bosque, ella corta algunas manzanas, más sin embargo es demasiado pequeña para llegar al racimo más grande, él como si ella fuese una pluma la levanta, ella grita por el repentino movimiento, pero después ríe junto a él. El joven la tiene entre sus brazos, un dolor incesante en su estómago le hace perder el equilibrio, sus brazos pierden la fuerza y sueltan a su amada quien cae de bruces en el suelo seguido de él quien toma su estómago entre sus manos. La muchacha apenas puede registrar lo que pasa, mira a su amado con una herida que sangra, un grito sale desgarrador de sus labios mientras se arrastra en el suelo para llegar hacia él, coloca la cabeza del hombre entre sus piernas mientras llora, el hombre la mira con amor. Ella puede ver la gruesa flecha de oro atravesar su abdomen, la cual desprende un halo de brillo blanco que se desvanece lentamente al igual que la vida del joven; la herida gorgorea de sangre, haciendo que rápidamente la piel del joven se vuelva más pálida, se le hace más difícil respirar por el incesante dolor en su abdomen.
—No llores por él Irene ¡Es un vil traidor! —escucha una voz conocida, su hermano mira la escena sin emoción alguna o remordimiento.
—¿Tú lo has hecho? —le pregunta con rabia.
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Predilecta:. La Nueva Portadora [La Saga Facinum] Libro 1
FantasyArleia es una joven desdichada, siempre lo fue, no recuerda un momento en su vida en el cual hubiese pensado diferente al respecto. Cuando tenia cinco años sus padres se separaron. Arleia siempre fue aplicada, siempre fue la chica buena, la que vela...