Epílogo

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 Un sueño muy largo

Manhattan, Estados Unidos

Un año y medio después

Dolor, fue el primer sentimiento que atravesó su cuerpo, un agudo y palpable dolor que paraliza su cuerpo, sus ojos intentan abrirse, más sin embargo es inútil, sus parpados no tienen la fuerza necesaria para hacerlo, todo es tinieblas, oscuridad, silencio. Su mente evoca recuerdos, recuerdos dolorosos, felices, tristes, el bloqueo de recuerdos desaparece, el dolor agudo se extiende por cada poro de su ser, las lágrimas quieren ser libres, pero parece imposible, las gotas cristalinas de agua salada se quedan en sus parpados cerrados ahogándose en dolor y tristeza. Con todo el esfuerzo intenta nuevamente y esta vez puede hacerlo; abre las celdas de sus lágrimas que rápidamente empañan sus mejillas, lo primero que puede sentir es un tubo que está en lo más profundo de su garganta, provocando que el aire con dificultad llegue a sus pulmones, sus ojos enfocan el techo de yeso blanco, intenta mover su cabeza pero le es imposible, un collarín en su cuello se lo impide, sus piernas duelen, la máquina conectada a su corazón empieza a hacer sonidos fuertes, escucha el sonido de la puerta abrirse abruptamente, lo siguiente que ve es a una mujer de piel oscura antes de caer en inconsciencia de nuevo.

Una voz conocida rompe el silencio, su cabeza duele horrores y con lentitud sus párpados son abiertos —ahora sin mucha dificultad—, el collarín de su cuello no le permite ver más allá, más sin embargo por el rabillo del ojo mira a una mujer, quien se levanta al verla despierta, se percata de que sus manos están entrelazadas, la mujer le mira con los ojos cristalinos, con tristeza y emoción al mismo tiempo, la mujer de cabello corto rojizo acaricia su rostro, la muchacha castaña es delgada, sus huesos sobresalen marchándose en su piel, los pómulos sobresalen demasiado al igual que su clavícula y seguramente también las costillas en su tórax, su piel ha perdido el color, al igual que el brillo de su cabello ha desaparecido y sus labios están resecos, sus ojos han cambiado de color drásticamente; ahora son marrón oscuro.

—Has despertado. —dice luego de un rato de verla, casi sollozando; como si no fuese capaz de creer que ella esta despierta. La muchacha no entendía que lo que está pasando, no sabe dónde está y no reconoce el rostro de la mujer frente a ella.

—¿Qué... qué me paso? —es lo único que puede verbalizar la joven con voz ronca. Entonces su mente recuerda a Laurel, Cassidy, Kiara y Ariana, al igual que el peso de las muertes recae en su consciencia, recuerda a la psicóloga y a la señora Catherine, las lágrimas salen de sus ojos por todos los momentos dolorosos que se agrupan en su mente.

—Una tragedia, ibas de excursión para el monte Rushmore, el autobús se volcó, recibiste un fuerte golpe en la cabeza. —dice la muchacha bajando su cabeza, la muchacha se queda en silencio por mucho rato, intentando recordar el suceso que menciona la desconocida.

—¿Hace cuánto fue eso? —pregunta al fin la joven, la mujer aparta la mirada.

—Hace tres años, llevas casi tres años en coma. —dice la muchacha, el aire se escapa de sus pulmones, aquellas palabras se funden en su ser, no dejan de repetirse en su mente ¡Tres años en coma! Eso no podía ser, eso quería decir que todos los recuerdos en su mente, sus amigos, la cárcel, el hospital psiquiátrico no habían sido reales ¡Había inventado todo! Estos tres años había estado postrada en una cama, inconsciente. Entonces los golpes de su verdadera vida la golpean fuertemente, tiene que esconder su cabeza entre sus manos para intentar calmar el dolor; recuerda su infancia junto a su hermana Kamile; recuerda aquellas veces cuando ella hacia las travesuras y Miles siempre la cubría para no ser reñida; recuerda todas las idas al parque; el día en el que su hermana se escapó de clases para llevarla al zoológico, el mismo día que la atacó un mono por jugar con su comida; recuerda con cariño a sus padres, los cuales murieron en un accidente; recuerda todo lo que Kamile hizo para protegerla siempre; los recuerdo tristes también martillan en su mente; como cuando huyeron del orfanato porque querían adoptarla solamente a ella y no quería despegarse de su hermana mayor; recuerda todo lo que sufrieron en las calles de New York como indigentes; los sacrificios que su hermana había hecho para poder darle estudios, para poder alimentarla; la mujer frente a ella había renunciado a una vida plena por cuidar de su hermana menor; es Kamile; todo lo que tenía, todo lo que siempre tuvo; la única que siempre estuvo allí. Las lágrimas salen de sus ojos, los sollozos son imposibles de callar de sus labios, sólo puede decir en un débil susurro;

Predilecta:. La Nueva Portadora [La Saga Facinum] Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora