Capítulo XLV

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Inexistente

Central Park, New York

Los niños juegan con alegría y júbilo, algunos adultos simplemente caminan en compañía de caninos, algunos otros simplemente permanecen sentados bajo la sombra y frescura de un árbol mientras leen algún libro, el cielo crepuscular refleja los rayos del sol danzando entre el celeste del día. Ella sólo está sentada, admirando el paisaje, observa con detalles los comportamientos humanos, su mente evoca recuerdos que hacen doler su corazón, su vida siempre ha sido miserable, desde que había nacido la suerte parece estar en su contra, incluso hubieron veces en las que deseo haber nacido como una simple humana y muy en el fondo les envidia; viven tranquilos, su mayor preocupación es la muerte, el poder o el dinero; para los humanos es simple, para los seres mágicos no y a veces se mofa de la perspectiva de los humanos; la verdadera magia lejos de ser una bendición; es una condena «los humanos no saben lo afortunados que son.» Su vida había cambiado tanto en las últimas semanas, le duele todo lo que está haciendo sufrir a la joven inocente que tiene bajo su dominio, ella no tiene problema alguno con la muchacha, más sin embargo le hace sufrir; se repite a sí misma que solo está cumpliendo órdenes, pero puede sentir el vacío en su pecho, el dolor, la tristeza grande que emerge a la superficie de vez en cuando, lo peor del caso que no está segura si pertenece a la muchacha o si son sus propios sentimientos. Su mente le recrimina, cada noche, cada segundo, le grita que todo lo bueno que hizo en el pasado no importa más ¿Pesan más las malas acciones que las buenas? Se pregunta, una persona como ella que había hecho miles de cosas buenas, ahora se siente como el ser más despreciable por hacer una cosa mala. Ella sonríe con sorna; sabe muy bien la respuesta; las acciones buenas y malas valen lo mismo, el problema no es la cantidad sino la magnitud; ella pudo hacer en el pasado miles acciones buenas, más sin embargo la única acción mala que está haciendo es de tal magnitud, que ni el millón de cosas buenas que ha hecho pueden emparejar la balanza. Otro suspiro cansado sale de sus labios, mientras observa de nuevo el mover de las personas, siente como alguien se sienta a su lado, ella sabe de quién se trata, no necesita voltear para saber que es Jacek quien la está mirándola con una sonrisa diabólica.

—Querida Kamile. —le dice con su típico tono soberbio.

—Habla rápido Jacek, no tengo tu tiempo. —dice con enojo la muchacha.

—¡Por supuesto! Tu trabajo de verdugo te tiene sumamente ocupada —dice con malicia, la joven se levanta de golpe, con el enojo marcado en su semblante, sin decir nada empieza a caminar, pero por supuesto el joven no la deja ir muy lejos sola.

— Tranquila Kamile, creo que deberías tomar de esos medicamentos que toma la loca, tal vez así puedes contener ese temperamento tuyo. —le dice con gracia.

—Sólo dime que quieres Jacek. —le dice perdiendo más la paciencia.

—Quiero borrarla. —dice, rápidamente la muchacha le mira con sorpresa y confusión.

—¿Qué? —cuestiona con perplejidad.

—Tranquila, no es lo que piensas, como dije antes, el objetivo de esto no es matarla, eso sería demasiado fácil. —

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