Capítulo XLVII

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camino escabroso

Triángulo de las Bermudas,

Isla de Roanoke, ciudad del olvidó

Sus pasos son inseguros al caminar, su mente es un embrollo, sus ojos verdes miran como todos colocan sus carpas en el bosque con sonrisas enormes, todos parecen tan felices que siente envidia, sus ojos se enfocan en una joven de cabello azabache, viste un pantalón de cuero café y su blazer de cuero del mismo color. Kean aún recuerda aquella sensación, recuerda su beso, como si acabara de pasar, aún puede sentir la suavidad de sus labios, su respiración tan cerca de su rostro, la calidez de su cuerpo desnudo junto al suyo propio, el deseo que enterró en lo más profundo de su ser había renacido después de tantos años, un deseo tan fuerte que es difícil para él acercarse a ella sin querer poseer su boca en un beso de nuevo. Luego de besarle, la joven calló dormida en sus brazos, él llevo a la muchacha a su habitación y salió despavorido, toda la mañana del presente día le ha estado evitando, no sabe cómo actuar luego de anoche, tampoco tiene la seguridad de si la muchacha recuerda algo de la noche anterior. Con los nervios a flor de piel camina hacia donde está la joven, no sabe cómo van a resultar las cosas, siente que a pesar de todas las maravillosas sensaciones que sintió; aquel beso fue un error, él no desea que su relación con la pelinegra se tornara incómoda —suficientemente complicada es su relación sin necesidad de involucrar romanticismo—, le había costado tanto que su relación se estabilizara, no quiere tener que regresar de nuevo a esa atmósfera caótica y hostil. Para su suerte cuando ella le dedica una mirada le sonríe de manera sincera, se despide de Eduardo y camina hacia él.

—Hola. —le dice con naturalidad.

—¿Cómo amaneciste? —le pregunta intentando modular su voz para que ella no notará el nerviosismo, si no recuerda nada, podría sospechar que algo había pasado, ella es demasiado observadora, no es una mujer fácil de engañar.

Ella hace una mueca de desagrado muy graciosa.

—¡Fatal! La cabeza me dolía horrores. —dice ella y el ríe.

—Bueno digamos que ayer has superado tu propio récord—

—¡Por favor dime que no he hecho algo estúpido! —dice ella esperando lo peor. Entonces entiende que ella no recuerda nada ¡Bendita Ghuran y su cerveza añejada!

—¡Oh casi nada! Sólo has interpretado el baile de la macarena, gritaste como loca que comiste excremento de unicornio y besaste a la mitad del pueblo. —bromea él, Laurel abre su boca con sorpresa, ella se conoce a sí misma y sabe que ebria es un millón de veces más estúpida que sobria, por eso no le ha costado creer lo que el joven dice, sus mejillas se sonrojan violentamente al imaginarse en aquellas situaciones, el joven al verla rompe en risas al ver el rostro consternado de la muchacha.

—Eres un tonto. —le dice golpeando su brazo, el muchacho lejos de escarmentar; sus risas se vuelven frenéticas al ver a la joven tan avergonzada.

—Bueno puede que haya exagerado un poco, pero lo del unicornio es cierto. —exclama divertido.

—En mi defensa, hace muchísimo tiempo que no bebía de esa manera. —

Media hora después todos están en el amplio campo, los juegos han empezado; el primero es una búsqueda del tesoro, los grupos son de tres personas; deben buscar unos huevos de oro escondidos por todo el bosque, el grupo que encontrase más huevos obtenía tres puntos, el grupo que no encontrará ninguno queda descalificado, alrededor de una hora todos los grupos buscan en los frondosos bosques, al concluir el tiempo todos regresan al campamento donde hay una enorme pizarra de tiza con los números de los grupos, cinco grupos han sido descalificados en la primera competencia, los demás avanzan al siguiente juego, el cual es un ranking de juegos; desde escalar una alta pared con rocas, hasta arrastrarse por el lodo para pasar el alambre de púas, los tres equipos que hagan menos tiempo ganarían otros tres puntos, los tres con el tiempo más largo serían descalificados. Laurel disfruta de ver como Kean escala la gran pared con piedras de colores, su camisa sin mangas le permite tener un atractivo panorama de sus bíceps los cuales se marcan cuando él sostiene su cuerpo para saltar a una roca más arriba, ella suspira fuertemente alejando a regañadientes su mirada del joven castaño. Isabely está muy concentrada gritándole a Kean que se diese prisa, ellos tienen muchas posibilidades de quedar en los primeros lugares, llevan un tiempo óptimo, Kean termina de escalar la pared y toca la campana que da por terminado el tiempo de su equipo, Isabely grita emocionada y choca sus manos con la ojiverde, a los demás les costaría bastante superarlos. Kean se deshace del arnés y camina hacia donde están las dos integrantes de su grupo, la muchacha de ojos verdes le mira con emoción mientras se acerca, su piel está cubierta por una leve capa de sudor dándole un toque brillante, su cabello corto está desordenado, dándole un toque sensual.

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