Hechicera de luz
Vancouver, Canadá
Poco a poco recupera el conocimiento, no sabe dónde está, la joven se encuentra en una habitación de paredes color café, a los pies de la cama había un cofre de madera, a los lados dos pequeños muebles de madera oscura y sobre uno de estos lámparas, hay unos armarios de madera frente a la cama, una mesa y sobre esta muchos libros perfectamente apilados, un organizador de lápices, algunas hojas y en la pared un cuadro con los siete días de la semana, algunas notas de colores pegadas en algunos días, todo está perfectamente en orden y ella podría apostar que el armario esta igual de ordenado. Es una habitación cómoda y cálida pero no es la suya así que ¿Dónde está? Se pregunta. Lo último que recuerda es la flor de loto blanca ¿Podría haberlo soñado? No es algo que le sorprendiera ya que últimamente su propia mente no puede diferenciar la realidad de sus días con la fantasía de sus noches. El sonido de la puerta hace que las alarmas en su cerebro se enciendan, a la habitación entra un joven alto, de cabello castaño, unos ojos verdes claro, quien le mira de manera intensa. Ella recuerda vagamente haberlo visto antes, pero no sabe dónde. Lo mira detalladamente, intentando reconocer su rostro, pero le es difícil hacerlo. Él le sonríe y entonces a su mente llega el recuerdo del chico de la cafetería, es él, está segura.
—¿Como te sientes? —dice acercándose cauteloso, ella lo detalla meticulosamente.
—Creo que bien... dónde... ¿Dónde estoy? —dice con el ceño fruncido, el joven la ve con atención y sonríe; vaya que tiene una sonrisa de lo más hermosa.
—Estas en la tienda de antigüedades—dice divertido, ella frunce el ceño por la burla en el rostro del joven, intenta enojarse con él, pero es imposible con semejante sonrisa.
—Creo que tengo que irme—dice fría, él se da cuenta de su cambio, de nuevo sonríe divertido, la situación es de lo más divertida. ¿Acaso no se cansa de sonreír? Piensa ella mientras rueda sus ojos con molestia, el gesto no pasa desapercibido por el joven quien lejos de enojarse; sonríe aún más.
—Mi abuelo quiere que te quedes a cenar con nosotros, bueno si tus padres no se preocupan, yo te llevare a casa. —dice él con ternura y amabilidad, ella siente un vacío en su pecho ante la mención de sus padres, solo asiente con una turbia sonrisa, sin poder negarse a aquel joven. El muchacho le tiende la mano, pero esta la rechaza argumentando que puede caminar por su cuenta. No reconoce el lugar del todo, las paredes tienen el mismo color, pero es más cálido que la tienda, al bajar las escaleras hay una hermosa mesa de madera perfectamente colocada con utensilios de comida, sobre ella cuelga un hermoso candelabro de cristal, la luz amarilla le da un toque más hogareño. Hay una puerta de madera que llega a la cocina de donde sale un hombre de unos cincuenta años, piel blanca, grandes ojos marrones y una sonrisa amable en su rostro.
—Linda que bueno que has despertado—dice el anciano—Mi nombre el Merlín Whattherful y veo que ya conociste a mi nieto Kean. —habla con un leve acento francés.
—Hola señor Merlín, mi nombre es Arely. —dice, extiende su mano, el anciano la toma y da un fuerte apretón, ella levanta su rostro con una sonrisa, pero al verlo su sonrisa se borra, dando paso a un semblante consternado; ella no ve más al agradable anciano, ella solo puede ver su figura humanoide, unas manchas rojas con anaranjado y amarillo recorre cada parte de su figura, circulando como la sangre en las venas, no ve su rostro o sus ropajes, solo puede visualizar su ¿Energía? y como esta recorre cada parte de su silueta como la corriente de un río, las manchas de colores se mueven sin parar por un segundo, no sabe ni siquiera si es energía, pero la siente; algo le dice que el anciano no es una persona normal, sus ojos arden al momento de verle por unos segundos, suelta su mano, él vuelve a la normalidad ante sus ojos, no entiende nada, pero está segura que fue el contacto físico lo que provoco esa extraña alucinación. El hombre mayor la mira con expectación. Ella toma la mano del Kean y pasa exactamente lo mismo solo que la energía del joven es azul con naranja y morado, sus ojos arden de nuevo al verlo por demasiado tiempo. Suelta su mano asustada, ellos se ven entre sí, se acercan a ella lentamente, por instinto Arely se aleja con miedo, sale corriendo de allí, su corazón late desbocado en su pecho y sus piernas parecen no poder más, pero eso no la detiene, esta aterrada, aquello que había visto es prácticamente imposible, no sabe que es lo que ha pasado, pero si sabe que es real ¡Tiene que serlo! De otra forma significa que ella ha perdido la razón. Rápidamente examina el lugar, ve una puerta, pero al intentar abrirla no cede, está cerrada, ella piensa en los peores escenarios —aunque no sabe siquiera que había pasado hace unos minutos—, la desesperación por seguir le abruman y algo se enciende en su interior por el calor del momento, de pronto su cuerpo comienza a brillar de un color verde intenso, se siente más ligera, por alguna extraña razón aquel brillo no la asusta, al contrario es maravillosamente tranquilizante, siente un leve cosquilleo desde la punta de sus dedos hasta su cabeza, su cuerpo vibra de una manera leve, su respiración retumba en sus oídos, por instinto toca la puerta, su mano traspasa la madera, el cosquilleo se vuelve más intenso, sin llegar a ser doloroso, ella está asustada y sorprendida por lo que está pasando con su cuerpo, más sin embargo el instinto de supervivencia, conjunto con las toxinas del miedo en su sistema utilizan ese raro momento para traspasar la puerta y salir a la biblioteca, corre lo más rápido que puede, pasando todas las paredes, puertas, muebles hasta salir de allí, ella sólo ve un borrón, por la velocidad con la que corre, sus piernas duelen, sus ojos arden y el cansancio se apodera de su cuerpo; la velocidad de sus movimientos disminuye cuando está en las desiertas y solitarias calles, su cuerpo deja de brillar, un agotamiento intenso le golpea. Su mente se atormenta con los recuerdos ¿Cómo había hecho aquello? Se pregunta una y otra vez, más sin embargo no encuentra una respuesta, no una lógica por lo menos, tal vez había sido un instinto de defensa, pero jamás había escuchado que otra persona hiciera algo parecido al verse amenazado. Al llegar a su hogar va directo a darse una ducha, su corazón se ha normalizado, pero siente un dolor agudo en todo su cuerpo, en especial en su pecho. Sale de la ducha y se coloca su pijama, al recostarse en su cama casi inmediatamente cae en un sueño profundo.
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Predilecta:. La Nueva Portadora [La Saga Facinum] Libro 1
FantasíaArleia es una joven desdichada, siempre lo fue, no recuerda un momento en su vida en el cual hubiese pensado diferente al respecto. Cuando tenia cinco años sus padres se separaron. Arleia siempre fue aplicada, siempre fue la chica buena, la que vela...