Capitulo 4: Un desayuno revelador (2/2)

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Narra Jane


—¿En que parte de Nueva Orleans creciste amor?

Deje salir un leve suspiro.

— Crecí en los pantanos hasta la muerte de mis padres adoptivos, luego me mude al barrio francés.

— ¿Por qué en los pantanos? Ustedes no parecían gente humilde, lucían como personas de la clase media alta —señalo Elijah.

— Los licántropos están prohibidos en el barrio francés, además los que desataron su maldición ya no pueden estar ahí, se le es imposible.

— ¿Por qué?

Cuestiona curiosa Rebekah, comencé a apretar con fuerza el bazo.

— Una bruja, modifico la maldición de los luna creciente —apreté con más fuerza el vaso— hizo que la maldición sea al revés, que ellos sean siempre lobos y en la luna llena se volvieran humanos —quebré el vaso— lo siento.

Elijah tomo mi muñeca con suma delicadeza.

— No lo lamentes, debe ser muy duro para ti, que tu familia sufra de esa manera —me dio una sonrisa cálida y yo se la devolví— hermana trae una pinza, así le saco los fragmentos restantes.

Él corrió un poco la manga y vio el pentagrama que tengo grabado en mi muñeca.

—¿Cómo te hiciste esto?

— Mi madre, me lo hizo una semana antes de el accidenté, es de protección.

— Debió ser una bruja poderosa, es muy poco común que una de ellas abandone su aquelarre para irse con un hombre lobo.

Sonreí ante recuerdo de ellos.

— Padre era un hombre encantador y carismático, supo como conquistarla, mi hermano solo saco su físico en personalidad era mas como madre.

En eso llego Rebekah y le paso la pinza a Elijah. Él me empezó a retirar los pedazos de vidrio.

— ¿No te duele?

Cuestiono la rubia.

— No, he tenido peores heridas, que unas simples cortadas con vidrio.

Mencione indiferente.

— Corrección, eso no solo son cortadas, te enterraste pedazos de vidrio.

Indico Rebekah con una sonrisa burlona.

— Da igual, no me afecta en lo más mínimo.

— Bien por ti amor, cambiemos de tema, ¿Qué te gusta hacer, además de matar vampiros?

Se inclino a mi dirección con una amplia y coqueta sonrisa.

— Dibujar, leer, escribir y bailar.

Enumero con mi mano sana.

— Así que te gusta el arte.

— Desde que tengo memoria, me fascina el arte, la danza es uno de mis mayores pasiones.

— ¿Alguna danza particular?

— Bueno, ballet, tango, flamenco y danza árabe, en realidad cualquier danza me viene bien.

— ¿Sabes la danza del vientre?

— Si quieres te la muestro algún día —dije coqueta.

Klaus amplio su sonrisa y se relamió los labios.

La gemela de ElenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora