Parte 11

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Un criado le llenó una copa con incrustaciones de joyas con vino y lo puso delante de él. Lo recogió y se recostó en la silla. Ikuko lo observaba con interés.

—Me enteré hoy que fue desterrado a las islas Hébridas durante los últimos dos años, y mientras él estuvo allí, tenía una oráculo por un amante.

―¿Una oráculo? —A pesar de que Serena no quería saber nada de sus pasadas amantes, no podía negar que esta particular pieza de información le fascinaba

—¿Ella era genuina? ¿Le predecía cosas?

―Parece que sí. Le dijo que tendría éxito en su intento de recuperar el control de Kinloch, y que su momento iba a llegar, que iba a lograr todos sus sueños. Ya sabes, el tipo de cosa que alienta las pasiones de un hombre. —Ikuko hizo girar un mechón de su pelo alrededor de su dedo—Tal vez debería decirle que soy una oráculo. Serena hizo caso omiso de la tonta observación.

—¿Dónde está esta oráculo ahora? Por favor, no me digas que ella lo siguió hasta aquí.

―No. La dejó en las Hébridas. Por lo que entendí, ella era una bruja poco astuta. Y lo digo de la peor manera posible. —Ikuko absorbía de su vino y observaba Darien por el borde de la copa—. ¿Cómo fue, cuando llegó a ti?

―¿Qué quieres decir?

―¿Fue un buen amante? Serena suspiró con descontento.

—¿Cómo podría saberlo? Es la primera vez que algo así me pasa, así que no estoy en condiciones de hacer esa evaluación. ¿Y por favor podemos hablar de otra cosa? El hombre es mi enemigo. No me importa si es un buen amante o no. No importa. — Su madre tomó otro sorbo de vino.

—Pienso que puedes descubrir que importa mucho. Más aún, porque él es tu enemigo. — Serena miró a su futuro esposo conversar con un guerrero Tsukino, que estaba justo debajo de la tribuna, tratando de dar una buena impresión, sin duda.

—No te entiendo.

―No, claramente no lo haces, pero lo entenderás con el tiempo, puedes venir en busca de mi consejo, y en ese momento tendrás un mundo de sabiduría en tus manos. Entonces veremos quién tiene a quien bajo control. Es posible que te sorprendas al descubrir que tienes el sartén por el mango. —Ikuko levantó la copa hacia sus labios de nuevo y observó Darien con cuidado mientras ella tomó un trago largo y lento— Por lo menos es guapo. Imagínate si tuviera la cara de un jabalí.

―Madre. —Esta se volvió con los ojos brillantes hacia Serena.

—Promete que al menos tratarás de seducirlo. Sabes lo que dicen "se puede coger más moscas con miel..."

―No quiero que me ayudes a atraparlo. Quiero que se vaya. Es por eso que debemos enviar un mensaje a Sammy y decirle lo que ha ocurrido. Cuanto antes vuelva, mejor. Si pudiera venir con un ejército...

―Mm —dijo su madre

Diez sirvientes entraron en la sala llevando bandejas de pan caliente, recién salido del horno, que se colocaron en las largas mesas de caballete. El zumbido de las conversaciones y risas en la sala se apagó cuando los miembros de su clan y las mujeres se movieron para encontrar asiento en los bancos.

―Supongo que es hora de que nos unimos a nuestros enemigos —dijo Serena. Hizo un movimiento para salir, pero su madre la agarró del brazo.

―Espera —dijo en un tono más serio— Debes saber, Serena, que Darien ha ordenado a sus hombres que se abstengan de aliviarse con cualquiera de nuestras mujeres, especialmente con aquellas que perdieron maridos en la batalla de hoy. A todas las mujeres se les dará tiempo para llorar. Solo hasta entonces a los miembros del clan MacDonald se le permitirá hacerlas sus esposas.

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