Parte 19

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Había algo muy diferente en él esa noche. La había tratado casi con cortesía, y sus manos habían sido sorprendentemente amables. Aún estaba casi tambaleándose por el placer que nunca había esperado sentir con él. Miró a la puerta cerrada, luego volvió a acostarse y se esforzó por recuperarse de su asombro.

La construcción de la nueva puerta comenzó al día siguiente en la muralla abierta, los miembros del clan aporreando con sus martillos y gimiendo cuando levantaban los pesados tablones bajo el cálido sol. Serena trabajaba duro en la cocina supervisando la preparación del almuerzo para los hombres que necesitaban su alimento. A última hora de la tarde se aventuró a través del Gran Hall con un grupo de sirvientes para ofrecer un carrito de cerveza.

Cruzó el patio soleado con los pies tocando ligeramente la tierra compacta mientras los criados la seguían con el carrito con ruedas. Cuando llegó a la puerta respiró el dulce olor de la madera recién cortada. Las virutas de madera del torno cubrían el suelo y el golpeteo de los martillos resonaban en las paredes del castillo. Entonces Serena vio a Darien. No sabía que él se había unido a los trabajadores y sus pensamientos se atascaron en su cerebro mientras lo veía arrastrar una larga tabla de madera a través de la muralla. Toda la longitud de la pesada madera descansaba sobre un amplio hombro y se inclinó hacia adelante en la tarea, los músculos de sus brazos forzados cuando dio un fuerte paso, se detuvo y después dio otro. Su camisa se aferraba húmedamente a su espalda. La transpiración había humedecido su cabello. Se había enrollado las mangas hasta los codos y podía ver los músculos de los antebrazos, la flexión y la contracción con cada vigoroso paso.

Ella se quedó mirándolo hasta que los hombres del clan se dieron cuenta de lo que había en el carrito y empezaron a desplazarse a su alrededor. Ella ayudó a servir la cerveza a los sedientos trabajadores mientras Darien llegaba al puente más allá de la puerta de la torre, se detenía y retorcía el cuerpo para dejar caer el tablón. Rebotó fuertemente al aterrizar y envió una nube de serrín arremolinándose en el aire. Él se enderezó y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos como si fuera a beber de la calidez solar. Una gota de sudor corría por un lado de su bronceada cara y la limpió con el dorso de la mano. Serena se quedó paralizada con una jarra de cerveza, esperando que él se diera cuenta. Por fin sus ojos se encontraron y ella le tendió la bebida.

Caminando hacia ella aceptó la cerveza y se inclinó hacia atrás. Su garganta, brillante de sudor, pulsó mientras tragaba. El líquido cayó en cascada por la comisura de su boca y su húmedo y musculoso pecho, desapareciendo bajo su camisa. Serena siguió el camino de la cerveza con ojos absortos mientras él se secaba la boca con un brazo y le entregaba la jarra de nuevo. El nerviosismo de Serena aumentó por la intensidad de su mirada mientras él esperaba a que ella cogiera el recipiente vació. Cuando alargó la mano, sus dedos se rozaron ligeramente y el breve contacto creó una prolongada confusión en su cerebro.

—Gracias —dijo él.

—Es un placer. ¿Cuándo llega la nueva puerta? —Pronto. Él la miró brevemente con esos ojos azul hielo y después se giró para reanudar su trabajo. Ella se dedicó a recoger las jarras vacías de los otros miembros del clan, dándose cuenta con cierta inquietud que estaba empezando a anhelar su noche de bodas y que pensaba en ella mucho más de lo que debería. Pero, ¿qué decía eso acerca de su lealtad al clan Tsukino? Se preguntó incómoda y entonces barrió rápidamente la pregunta de su mente.

Durante tres días y tres noches insoportablemente largas, Darien se abstuvo de visitar el dormitorio de Serena porque no se creía capaz de iniciar una nueva sesión de juegos previos que no terminaran totalmente a gran escala, rompiendo la cama. En su lugar, pasó esos días agotándose a sí mismo en la construcción de la puerta del castillo, eligiendo deliberadamente las tareas que pusieran a prueba su cuerpo con el fin de distraerse para no pensar en Serena. En ese momento se encontraba en lo alto de una escalera, golpeando una estaca de madera.

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