Parte 37

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—Eso es mentira.

—¿Estás segura de eso? —Su ceja se levantó con complicidad

— Él es tu hermano, muchacha. ¿Dejarías que tu marido corte su garganta? El pulso de Serena empezó a latir erráticamente.

—Por supuesto que no, trataría de interponerme entre ellos.

—Pero no puedes interponerte entre ellos sin escoger un lado. Tú vas a hacer lo que debas para salvar la vida de tu hermano.

Serena comenzó a pasear una y otra vez. —Estás suponiendo esas cosas ―dijo ella— igual que alguien más podría hacerlo.

Rei no respondió. Serena la miró desde el otro lado de la habitación. La mujer era como alguna especie de animal. Todo en ella era depredador.

—¿Cómo es que experimentas estas visiones? —preguntó, moviéndose a una silla y sentándose al otro lado de Rei—. ¿Estás teniendo una ahora? ¿Es eso por lo que me preguntas esas cosas?

—No, no estoy teniendo una. Solo estoy leyéndote. — Serena se echó hacia atrás.

—Entonces solo estás adivinando. —El oráculo se encogió de hombros.

—Soy muy buena en eso, y baso todo de las visiones en las piedras.

—Pero, ¿qué, exactamente, ves en las piedras? ¿Cómo ocurre? —pensó en sus propios sueños que a menudo predijeron acontecimientos futuros. No había nada extraño o místico sobre ellos. Eran solo sueños.

—Veo desarrollarse los acontecimientos a través de las sombras y la luz —explico Rei— y el significado es siempre claro para mí. Lo siento.

—¿Escuchas a la gente hablando? —preguntó Serena—. ¿O alguna vez lees palabras en las piedras, como si estuvieran escritas en un libro? Rei negó con la cabeza.

—No, solo veo sombras y movimiento. — Serena quería muchísimo demostrar que Rei estaba equivocada acerca de sus morbosas premoniciones, porque no podía soportar imaginarse que Darien moriría, ni podía aceptar la posibilidad de que ella sería responsable...

—Creo que lo que podrías haber visto —sugirió con cuidado— eran imágenes de una carta escrita el día después de que Darien invadió Kinloch. Yo le supliqué al coronel Worthington, de la Fortaleza William, que viniera con un ejército de soldados británicos y lo expulsara por la fuerza. Quería que fuera colgado por traición como un jacobita. Fui muy clara sobre eso, e hice eso después de que prometí a Darien que no lo traicionaría. — Eso fue una cosa difícil de confesar a esa mujer, de todas las personas, pero quería que supiera la verdad.

Rei ladeó la cabeza. —¿Él sabe de esto?

—Si. El coronel Worthington vino aquí y le mostró la carta. Darien inmediatamente me enfrentó sobre eso, y confesé mi culpa, y él me perdonó. —Sujetó sus manos sobre su regazo— Así que ves, no soy perfecta. Fui embustera, lo admito, pero las cosas eran diferentes entonces. Por esa razón, creo que lo que viste en las piedras era una visión de esos acontecimientos a medida que se desarrollaban, y que Darien ya no está en peligro... por lo menos no debido a mí. Las mejillas de Rei se pusieron rojas. Ella se puso de pie y caminó a la ventana.

—Me desconciertas. — Serena se levantó también.

—¡Eso es bueno! Si no estás segura...

Rei dio media vuelta rápidamente y apretó sus labios. —Veo a través de ti, Serena Tsukino —gruñó— Tú eres su enemigo. Quieres aplastarlo y destruirlo porque venció a tu clan. Él desaparece de las piedras debido a ti. No hay escapatoria. Vi lo que vi. Incluso ahora, él está prácticamente muerto. —Lagrimas de furia mancharon los ojos del oráculo y ahogaron su voz.

Serena pensó cuidadosamente sobre lo que Rei estaba describiendo, después se acerco y hablo en un tono suave. —Tal vez él solo desaparece de tu vida. Quizá eso es todo lo que significa. El oráculo se movió rápidamente hacia adelante y empujó a Serena por la puerta.

—¡Fuera! —grito—. ¡Sal de aquí! —Serena se tropezó hacia atrás en el pasillo, y la puerta se cerró de un portazo en su rostro.

Le tomó un momento recuperar su compostura. Alisó su falda y pasó una temblorosa mano por su cabello, después cerró sus ojos y tomó una profunda y calmante respiración. Ella nunca había encontrado a alguien así de volátil antes. Claramente Rei no respondió bien a las separaciones.

—¿Qué estás haciendo aquí, Serena? — Ella saltó ante el sonido de la voz de su esposo al final del pasillo. Su cuerpo se tensó ante la impresionante visión de él. Su poblada melena leonada estaba atada detrás de sus hombros. Un escudo redondo estaba atado a su espalda. Además de su usual arsenal de armas, llevaba un hacha en su mano. Que el cielo la ayude, incluso a través de la bruma de su confusión y enfado, aun creía que él era el más apuesto e impresionante escoses vivo.

Él nunca fallaba en alterar su equilibrio. Por esa razón, ella no podía dejarlo que siguiera dudando de ella. Ni podía tolerar ningún otro ataque a su honor y dignidad. Estaba llevando a su niño ahora, y le había asegurado que nunca lo traicionaría. Si lo que Rei decía era verdad, que Sammy vendría con un ejército para reclamar su derecho de nacimiento, era importante que ellos se mantuvieran unidos y confíen el uno con el otro. Eso no podía estar en desacuerdo, porque allí era donde seria encontrada la grieta en la armadura de Kinloch.

Se enfrentó a él y habló con una severa nota de acusación en su voz... por lo que no se le escapó que los dos estaban de pie fuera de la puerta del dormitorio de Rei.

—Lo que es más importante, ¿Qué estás haciendo tu aquí? —preguntó. Ella se dirigió a su encuentro al final del pasillo— ¿Estás buscándome? Ciertamente eso espero, porque tenemos mucho que hablar. Pero si estás aquí para ver a Rei, quien me acaba de llamar zorra manipuladora, podría tener algo muy diferente que decirte. Entonces ¿Cuál es, Darien? ¿Estás aquí para verme? O ¿viniste para verla a ella? 

Reclamada por elDonde viven las historias. Descúbrelo ahora