Solo se escuchaba el sonido distintivo del monitor cardíaco en la habitación. La mano de Laia se sentía cálida, su madre no dejaba de sostenerla desde que ingresó al ala de gravedad en el hospital Central de su ciudad. Abrió sus ojos y con dificultad le sonrió a su madre. —Todo estará bien —se leía en sus labios. No tenía la fuerza suficiente para decirlo con señas ni la voz para poder hablar. La enfermera entró junto con sus compañeras y un pequeño pastel.
—¡Felices cuatro años Laia! —dijo Marta celebrando.
Había pasado cuatro años ya en el hospital. Y cinco años desde que le diagnosticaron cáncer. Después de festejar unos minutos las enfermeras volvieron al trabajo.
—¿Lleva tanto tiempo aquí? —pregunto la novata.
—Así es, es una luchadora —dijo Marta con orgullo—. Espera donante desde hace mucho tiempo ya que el cáncer está avanzado y nada se puede hacer.
—Es tan joven, no me imagino pasar por algo así.
—Ha pasado momentos muy difíciles, estuvo a punto de morir una vez y ha visto como el cáncer se iba llevando a todos sus amigos aquí en el hospital. Solo tiene 16 años y es más fuerte que todos aquí —se pudo ver una pequeña lágrima caer por su mejilla mientras sonreía.
—La lista de espera no es tan larga ¿Por qué ella aún no recibe nada? —tenía sentido el punto de vista de la novata.
—Porque no siempre hay alguien en perfectas condiciones para donarle a ella, es la primera en la lista y siempre la saltan debido a eso. Necesita una laringe, un pulmón y un corazón.
—Es una extraña combinación de cáncer.
—Esa niña necesita un milagro.
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Ámalo por mi
Short Story"Jamás pensé en haber hecho lo que hice, pero en parte me alegro de haberlo hecho, salvé una vida y reuní a dos almas gemelas. No me arrepiento de haber muerto." -Evelyn. Esta es la historia de Laia una joven que sobrevivió a la muerte gracias a la...