Capítulo 1: Durmiendo

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Ya con la explosión de una bomba así, la paz regresó a aquella sala de los cuadros. Un cóctel de sentimientos y recuerdos no debía tomarse a la ligera. Por ello quizá las horas habían pasado de formas exageradamente lentas para mí. Más aún con la única compañía de un Gowther inconsciente, incapaz de levantarse por el momento. El otro Gowther, me había explicado que era normal, tenía que procesar toda la información de una vida completa, por lo que le llevaría su tiempo. Aunque eso no evitara que sintiera el vacío, igualmente se despidió con un beso antes de desaparecer entre las pinturas y volver a su realidad, otra guerra. Más yo no podía regresar si mi acompañante seguía en su proceso.
Fácilmente perdí la cuenta de las horas tras la quinta. Ya no me quedaban ánimos para seguir investigando las distintas representaciones de lo que había vivido. En cada recuerdo caía dentro del mismo abismo de nostalgia y lágrimas. Porque por mucho que lo pensase, nada me había asegurado que recuperaría a mis hermanos, si siquiera mis patéticos intentos de cambiar el futuro funcionaban, nada. Y era esa incertidumbre la que me preocupaba tanto.

- Creo que me he desorientado con la altura del día en el que estamos - Comentó Gowther levantándose poco a poco.

- Deberíamos volver y averiguarlo, cabra -.

Después de pasar toda la noche en vela por la "cita", y las más de cinco horas de su recuperación, lo único que me apetecía era una siesta de dos milenios. Más mi suerte no me lo permitiría si el sol había caído, porque el capitán lo había dicho, en cuando se pisara las tierras cercanas a donde identificaron la distorsión dimensional, la batalla se haría su lugar. En ninguna de las veces en la que me lo habían explicado comprendí de qué se trataba específicamente. Sólo tenía algo claro: Batalla con Meláscula. No necesita saber más, en realidad.
Llegamos del otro lado, atravesando los umbrales de la inconsciencia. Efectivamente, ya había amanecido. Sin embargo, no se escuchaba movimiento en la taberna, por lo que, tan sigilosamente como se podía, avanzamos hasta mi habitación. Con la excusa de que si sólo se abría una puerta y no dos, sería más discreto, ingresamos ambos en el mismo cuarto. Que, realmente no tenía nada de raro, puesto que ya habíamos compartido incluso cama varias veces. Pero claro, la cosa cambia cuando los dos sienten algo por el otro. Sumando a la mezcla el excelso detalle de que, desde el despertar de su corazón, ni siquiera nos habíamos besado. "Genial, ya encontraste con que entretenerte, cerebro" Pensé inmediatamente. La paz mental resultaba un concepto atípico dentro de mi mente, dado que, sin justificación, cualquier tema que se atravesase era perfecto para darle mil vueltas.

- ¿Estás pensando en hacer algo erótico conmigo? - Soltó de repente.

- Carajo, Gowther, que los demás están dormidos -.

Al darme vuelta, como era de esperarse, estaba levantándose la camisa hasta los hombros, con el propósito de mostrarse.

- Deja de jugar, exhibicionista - Dije algo fuerte.

Él, acto seguido,se acercó para colocar un dedo sobre mis labios.

- Shhh - Comenzó - Los demás están dormidos -.

Esa mirada seductora, la sonrisa de medio lado, otra vez lo hacía, conquistarme. Sentía que lo estaba susurrando contra mi piel, lo cual, claramente no estaba sucediendo. Pero esa sensación de escalofríos, cuando se erizan todos los vellos del cuerpo, no se quitaba.

- No juegues así conmigo, pecado de la lujuria. Desarmarás a la dragona de su duro armazón - Alerté.

Inmediatamente, su rostro y expresión seductora mutó a una de curiosidad.

- No comprendo. ¿Eso quiere decir que todo este tiempo no me has querido en un ámbito romántico? -.

- ¿Por qué siempre llegas a conclusiones disparatadas? - Lamenté al tiempo que me dejaba caer sobre la cama - Sólo decía que me pondré a llorar si me das cariño. Soy débil de aquí - Señalé mi corazón con una mano - No seas tan cruel -.

- No estaba jugando - Explicó - Estabas pensando en ello, en que quieres un beso -.

Sentado sobre la cama, a la altura de de mis caderas, comenzó a inclinarse cada vez más cerca de mi rostro. Y los segundos sucedían uno tras otro al paso de una tortuga. Lentos, dramáticos y desesperantes hasta llegar al cometido. Aún así, a pesar de la molestia, segundos antes de que se produjera el contacto, observé bien sus ojos. En ellos, como era costumbre, el color ámbar sobresalía entre los mechones de cabello rosa. Pero, detrás de eso, yacían sus pupilas dilatadas, que ocupaban gran parte del color tan bello que tenía el iris.

- ¿Y qué es lo que tú quieres? -.

Bajando la mirada, casi dando la ilusión de un parpadeo, volvió a acercarse. Y, como la distancia no era tanta esta vez, directamente inició el beso, dando a entender así, qué es lo que quería. Sus labios fríos cargados de un sentimiento resultaban incomparables a cualquier otro contacto de la misma índole. Porque no se podían establecer similitudes entre el tiempo pasado a ese momento. En el cual daba igual todo, la hora, quien estuviera despertando ya, quien se pudiese enterar. Ya que ese momento era sólo nuestro, por primera vez en línea transcurrida, sentía como mi cuerpo se contorneaba a su parecer.

***
El sol entraba con toda su ferocidad por la puerta del balcón, indicando así que sobrepasaban las diez de la mañana como mínimo. Afuera se escuchaban aún las pisadas de nuestro "medio de transporte", por lo que comprendí rápidamente que el destino aún no había sido pisado.
A mi lado, descansado plácidamente abrazado a mi cintura, se encontraba Gowther. Cargando sobre sí la esencia de un niño pequeño que, como requisito indispensable, debía dormir sobre el pecho de su madre.
Con el afán de no interrumpir su sueño, comencé a proporcionar pequeños mimos donde comenzaba el remolino en su cabello. Al contrario de lo que buscaba, abrió los ojos lentamente. Grandes y perlados, dirigidos hacia la culpable de su despertar.

- No logro identificar el color de tus ojeras - Comenzó todavía adormilado.

- Son color "Silencio y a dormir" - Contesté iniciando nuevamente mis mimos.

No obstante, sin demostrar disgusto hacia mi actuar, sujetó con delicadeza la parte más baja de mi mano, dejando expuesta la muñeca. Y fue allí donde confío un pequeño beso.

- La piel interna de los brazos es mucho más suave que la externa en zonas como brazos, piernas y cartílagos como los de las orejas - Agregó.

- Bésame en todos ellos - Solicité.

En vista de que los sentimientos de ninguno debían ser ocultos, no me iba a permitir el retener los impetuosos deseos del corazón y el cuerpo. Comenzando de ese modo un ciclo vicioso de: provocación, solicitud y conocimiento de los caprichos.

La chica Doble-Vida parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora