Especial 1/2

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En un mundo tan injusto y absurdo que, en gran medida, se basaba en el protagonismo de la polaridad, para una simple chica, se trataba de un gran tablero de ajedrez. La raza de las diosas y la de los demonios eran los jugadores, y los demás, sus fichas. Los druidas, peones de las diosas, vilmente utilizados para sus deseos egoístas, estábamos en el mismo pedestal de relevancia que los demonios rojos. Carne de cañón, resumidos a ello por quienes adorábamos con fervor.
Hacía bastante tiempo ya que me resultaba ridícula esa basura mediática. Más aún, teniendo en cuenta sus nepotismos elitistas. Tanto las razas hada como gigante, eran piezas esenciales del plan celestial. ¿Por qué ellos? Mantenían una alianza por conveniencia, más, quienes de verdad le habíamos jurado lealtad, éramos sacrificados en masa.
Cansada de la mierda que le hacían vivir a mi gente, cargando con los lamentos de mis semejantes en el carcaj, avancé hasta la base de operaciones. Que, por si fuera poco, era el bosque del rey hada. Lleno de plantas que jamás crecerían en mi tierra fría, con ese aroma a dulce merecedor de los coloridos seres que allí vivían. Entre todo ello me oculté y, los gritos de todos los que sufrieron, cargaron la flecha. Apuntando perfectamente al ser de alas más grandes y brillantes fue que me encontraron. Cargada como si de un gato montes se tratase y obligada a responder por mis actos. Drole, rey de la raza gigante, entre sus enormes cuatro brazos trasportaba en silencio mi cuerpo.

- ¿No vas a amenazarme, fortachón? Ya sabes, decirme cosas como que me arrepentiré de haber nacido, que acabarán con todo lo que quiero o esas cosas. ¿O no valoran a su "representante" con las diosas por aquí? -.

- El clan de los gigantes pelea con honor, no con palabras - Respondió.

- Porque hablando son demasiado torpes y su léxico se resume a "Yo pelear", ¿no? -.

El resto del camino hasta su majestad real de las hadas, concurrió en silencio. Y su informe de dos palabras "Intentaron matarte" sobresaltó a los colores andantes que pasaban por allí.

- ¿Quién eres y qué haces aquí? - Consultó mi blanco.

- Hermano... ella es la "El ángel de nieve" - Respondió la niña rubia de su lado - ¿Eres la que salvó a los del ataque en las montañas? Ellos llegaron a salvo hace unos días diciendo que un ángel blanco los había ayudado -.

Lo recordaba, una carreta con prisioneros de guerra había sufrido un accidente en las fauces de la zona peligrosa. Cerca de uno de los campamentos. Si, los sacamos de peligro y los mandamos a casa, pero no era ningún ángel.

- ¿Por qué el ángel vendría hasta aquí, Gerheade? -.

- No me cabe duda que es ella, hermano. Es exactamente a cómo la describieron. El cabello blanco y suave como la nieve, con ojos rojos carmesí y la piel fría... -.

- No me has tocado - Interrumpí.

- Cuando llegaste, una brisa fresca acarició el bosque - Continuó - Dime, ¿a qué has venido? -.

- Mi gente está muriendo. Uno tras otro por amor a la cruel raza se las diosas... -.

- ¿Por qué tu flecha me apuntaba? -.

- Cualquiera cae si le cortas la cabeza, incluso una civilización. Ellas los prefieren sobre todas las cosas por su bosque y, nosotros, sólo somos sus peones... Por ese grupo de hadas del otro día, murieron cuarenta y siete de mis hombres. Estaban orgullosos de hacerlo por sus diosas... yo... -.

- Ángel de la nieve, por tu intento de asesinato, serás encerrada durante quinientos años... -.

- Rey hada, Gloxinia... los druidas no viven tanto... -.

- Serán quince años entonces - Declaró - Además, tu gente será traída aquí, les otorgaré seguridad privada por vivienda y no se les obligará a luchar -.

- Acepto la sentencia, rey de las hadas -.

***

El tiempo sucedió, año tras año, en el encierro. Hasta que, un día, los barrotes se separaron. Y, el mundo de fuera, siquiera había cambiado. Muerte, dolor y pérdida.
Pero nada podía llenarme más de alegría que mi pueblo a salvo. La natalidad aumentaba por primera vez. Y todo, fue gracias a ese patético hombre.

- Ángel, es un gusto verte nuevamente -.

- Gerheade, ¿verdad? Por favor, dime (Nombre) -.

- (Nombre), ¿no tienes a dónde ir? - Consultó - Yo... justo iba en camino a ver a mi hermano. ¿Deseas acompañarnos? -.

- No creo tener otra opción -.

Era capaz de reírme, después de tanto tiempo en soledad, me apetecía socializar. Aunque el mundo conspirase constantemente para hacerme caer, no me quedaba otra que volver a ponerme en pie.
Los reyes hada y gigante, conversaban tranquilos a la hora de nuestra llega. Al verme, inmediatamente se pusieron de pie.

- ¿Gerheafe, qué hace ella aquí? -.

- Bueno, creo que alguien no tendrá un "Gracias" de mi parte - Comenté.

- Hermano, ella no es peligrosa -.

- No estoy armada, no hay nada que pueda hacer, rey hada. Pareces más cobarde desde cerca, no "vueles" por el miedo - Burlé.

Lo sabía, todos siempre me decían que era la peor haciendo bromas, pero, aún así, Drole se rió.

- No le temo a una tonta druida que no fue capaz de soltar la flecha -.

Tenía esa sonrisa de superioridad y yo, definitivamente, se la quitaría de un golpe.

- Entonces no te molestará que me quede a tomar algo, ¿verdad? -.

- Eso sería fantást... -.

- Lady Gerheade, un niño está llamándola en la Academia - Informó un hada.

- Yo... está bien, iré. Vendré en un segundo -.

Por inercia, traté de ir con ella. Pero, de inmediato, ese hombre volvió a molestar.

- ¿Ya te vas? - Comenzó - ¿No te quedarás al postre? -.

- Por supuesto, patético... digo, gran rey hada. Querías comentarme algo, ¿verdad? -.

Ese juego de pinchar, sólo hacía que quisiera clavar una cuchara en su frente.

- Estás en lo correcto. Es más, quería invitarte a mi campo de entrenamiento -.

- Diga fecha y hora, estaré gustosa de acabarlo -.

- Mañana, en el crepúsculo. Estaré esperándola -.

- Hecho -.

La chica Doble-Vida parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora