Capítulo 15: ...

114 14 16
                                    

Era algo increíblemente extraño, en verdad. Todo había terminado, pero aún así, sabía que esa sensación de tensión constante no desaparecería hasta que mi corazón entrase en contacto con el suyo. Cada paso que daba más cerca de él, cada centímetro que me aproximaba, eran cada vez más eternos. Pero, en cuanto logré ese contacto, de mi piel junto a su cuerpo helado, valió totalmente la pena. Todo aquello vivido, cada ínfimo segundo a su lado, estaba bien.
Me sujetaba fuerte, sin oportunidad de huir y, de hecho, tampoco intenciones de hacerlo.

- No puedo creerlo, yo... estoy bien, y tú estás bien. Y... esto terminó. Estamos bien... yo... Estoy tan contenta -.

Su bella sonrisa, aunque pequeña, sentaba esa felicidad que no buscaba esconder, expuesta para cualquiera que pudiera verla.

- De hecho, aún quedan algunos sucesos que deben pasar, pero ya no correrás el peligro de antes. Yo debo seguir un poco más pero, por favor, no te preocupes, no tendré mayor trascendencia en ellos -.

- ¿Qué sucederá con el capitán? Yo le prometí a Eli que... -.

- Él volverá. Por favor, deja eso en nuestras manos - Interrumpió.

No estaba del todo segura pero, al decirlo con esos ojos inundados de seguridad, no había nada que pudiera decir. A pesar de los rasguños y heridas, seguía brillando como la primera vez. Es más, a falta de uno de sus ojos y sus anteojos, tendría que haber estado imaginando todo lo que sucedía, gracias a su tan alta miopía. Sonreí de solo pensarlo, manchas aquí y allá, ¿verdad?. Él era completamente reparable, pero aún así, resultaba gracioso saber que posiblemente no se habría enterado de nada.
Un brillo, pocos centímetros a la izquierda, llamó mi atencion. Palabras que no lograba comprender, se desvanecían entre el rugido del viento. Ese tipo, con apariencia de diosa, le hacía algo a los dos últimos soldados caídos, Oslo y Derieri.

- Ese hechizo fue el que te trajo de vuelta, (Nombre). Para que volveríamos a encontrarnos, para que me recordarás y todo lo que viviste con nosotros - Explicó la cabra.

- Creo que jamás podría olvidarte, Gowther - No podía evitar que cayeran pequeñas gotas - Aún si pasaran diez mil años y cuarenta vidas de por medio, nunca te olvidaría. Tú eres la persona a la que siempre amaré, eternamente -.

Estar a su lado, me hacía volar. Iba tan lejos, una realidad completamente distinta. En ella, no tenía todo lo que había vivido, y sólo era una chica más que se enamoró. Sin tener que enfrentarse a nadie. Sin la necesidad de luchar por su vida. Sin el Gowther que conocía, sino uno más acorde a un mundo tranquilo. Que aburrimiento, ¿no?.

- Hermana... -.

Ante su llamado, volteé. Había estado observando el horizonte, el nacimiento del crepúsculo, pero ya no lo hacía. Había estado parado, frente a nosotros, en su temple de persona musculada, pero ya no lo hacía. Mi hermano mayor, Ágar, había estado respirando, pero ya no lo hacía...
Mis gritos podían escucharse tan alto como su alma saliendo de ese cascarón vacío. Una flecha, culpable de todo, clavada en su frente. Atravesó en limpio, sin una sola gota de sangre, llevándose consigo a un alma inocente.
Y, de pronto, mi turno llegó. Lo último que logré ver fue, en mitad del sol a punto de esconderse, la silueta de una chica con coletas.

" Gowther, esa es.... ".

*

- Mael, te lo suplico. Llevaré la carga de su reencarnación conmigo, pero has que vuelva -.

- No puedo hacer eso, ellos dos no irán a otro lugar sin el otro. Es... -.

- Cargaré con lo que sea, aún si debe ser el castigo por dos reencarnaciones mágicas. No me importa lo que suceda conmigo, si es por ella -.

- Eres un pecador, Gowther de los diez mandamientos. Pagarás caro este sacrificio. Pero, si hay algún castigo por reencarnarlos, con gusto lo aceptaré -.

*

Otra vez en esa sala, ahora iluminada, completamente blanca, impoluta. Un círculo de sillas me rodeaba, curiosamente, también eran blancas. Mujeres, niñas, adultas, chicas, ancianas, inclusive una bebé. Todas ellas sentadas a mí alrededor expectantes, curiosas. Una, por sobre todas, ya la había visto, ella era la rata, la de los ojos carmesí.

- Bienvenida - Alegó una mujer sentada en lo que parecía ser el medio - Parece que es tu primera vez consiente de estar aquí -.

- ¿Tú crees, Espíritu? Yo la veo bastante en perdida, todavía. Un poco en la mierda - Agregó la rata convertida en druida.

- Cuida tus modales, Ángel de la nieve, darás una mala impresión - Intervino aquella que me había prestado sus poderes de la tierra.

- Jodete, Cazadora, usó mi cuerpo. Creo que ya tiene una opinión sobre mí -.

Estaba confundida, si bien todas allí poseían el mismo rostro, eran completamente distintas una de la otra.

- Chicas, por las diosas, están interrumpiendo la bienvenida al círculo -.

- Disculpe - Hablé por fin - ¿Qué es todo esto? -.

- Lo dije, todavía está en la mierda -.

- Silencio - Actuó la tal Espíritu - Antes, dinos, ¿cómo te ha conocido la gente durante tu vida? Todas aquí recibimos el mismo nombre pero, del mismo modo, hemos sido nuevamente bautizadas con un apodo que nos ha definido. ¿Cuál ha sido el tuyo? -.

- Supongo que "Mestiza". Pero... ¿podrían explicarme qué es todo eso? -.

- Oh... parece que no tenemos mucho tiempo, volverás a nacer dentro de poco. Así que escucha atentamente... -.

La chica Doble-Vida parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora