Capítulo 12: (Nombre)

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La hora de mi muerte había pasado hacía tan solo unos minutos, pero yo seguía respirando. En el cielo, Sariel y Tarmiel de los cuatro arcángeles estaban dispuestos a enfrentarse a su querido amigo, interviniendo con los ataques del rey hada.
La verdadera batalla estaba a punto de comenzar. Eso significaba que, en mi vida, no había logrado observar ni una pizca del poder que ese ser poseía. Sus ojos de diosa conjuntados con esa sonrisa de demonio, no hacían más que llenar mi estómago de mierda. O, quizá, era un efecto secundario de la poción. Fuera lo que fuese, no tenía tiempo para ello. 

- M-mael... Me alegra verte de nuevo - Dijo el de las tres cabezas.

- Es una verdadera vergüenza que sea incapaz de estar feliz y decir "Te ves muy bien" - Complementó el niño - Pero esto explica porque nuestra magia de luz no funcionó contra ti... Me pregunto por qué no nos dimos cuenta antes -. 

- Hola, Sariel... Tarmiel... ¿Puedo preguntar algo?... ¿POR QUÉ SE INTERPONEN EN MI CAMINO? - Respondió ese híbrido. 

Desde el suelo, su conversación, aunque clara, se oía lejana. Ninguno de nosotros podía ser ni lo más íntimamente partícipe. Al poco, en realidad, entre gritos y nervios, el ataque comenzó. Sólo entre ellos al principio. Parecíamos estatuas de yeso en ese lugar, sin ningún tipo de utilidad. El tiempo podía ser aprovechado, pero ninguno pensaba. Hasta que una luz se prendió en su cabeza.

- ¿Bueno? ¿Qué esperas? Despierta a la fiera, (Nombre). Hay que estar listos para cuando ese loco se de cuenta de que seguimos aquí -.

- Yo... Creí que ya la había "despertado" -.

- ¿Esa llamita insignificante? Estoy hablándote de la otra vez, esa cosa gigante y... ¡ABAJO! -.

De pronto, la onda expansiva de ese gran poder consiguió alcanzarnos. Y, como el escudo humano que pretendía ser, me protegió. La sangre caía sobre sus hombros desde atrás. Pero, en su rostro, esa tonta sonrisa seguía intacta. El golpe no sólo le afectó a mi hermano, el rey hada cayó en un intento de cubrirse. 

- ¡KING! ¡ÁGAR! - Gritó Gowther preocupado. 

- Hadita, ¿te encuentras bien? - Sonrió el fortachón.

- Estoy mejor que tú, grandulón - Correspondió.

Algo así no los pararía, en absoluto. Aún así, no podía evitarlo... 

- Deja de llorar, tonta. Estás en una guerra -. 

- Pero tú... y King... -.

- ¿Quieres salvarme? ¿No quieres verme morir por salvarte? Entonces despierta ese poder tuyo -.

- Yo sólo hago crecer plantas, no sé qué carajo sucedió el otro día... -.

- ¡RECUÉRDALO! -.

- QUE NO LO SÉ... -.

No podía recordar haber hecho algo en especial, lo único que quería era no ser un estorbo. Como siempre, a decir verdad. Entonces... ¿qué podía haber sido diferente?. 

"Primero, el rey de las hadas tiene que distraer y enojar a Mael con ataques constantes. Entonces, en ese instante Sariel y Tarmiel usarán sus poderes para sujetarlo de ambos lados. Entonces soy la siguiente, y Gowther me sigue. Golpearé a Mael hasta que esté al borde de la muerte. Gowther usará esa apertura para aprender como recuperar los mandamientos leyendo su mente. Basándome en lo que dijo, parece que Mael no quiere recibir de sus mandamientos y, mientras ese sea el caso, necesitamos hacer que sea incapaz de luchar. Los otros dos, el grandote y la druida, hagan lo imposible para que no se mueva". 

Por el tono de voz perezoso sabía que se trataba de Derieri, la demonio del cabello rubio. Un plan básico para un enemigo de ese calibre. Pero, hasta los cuatro arcángeles estaban obedeciendo, debía hacerlo. Ágar me observaba, él no tenía un poder físico que pudiera ayudar y su espada no era realmente útil en un momento así. Yo debía pelear por los dos. No tenía tiempo para pensar en qué demonios había hecho esa vez. El actuar rápido consiguió sacarme sólo una simple enredadera de lianas que sujetaron y ataron cada centímetro de su cuerpo. Con cada golpe de la demonio, se rompían y debía regenerarlas. Una y otra vez, una y otra vez. 
Un noble corazón lo echó a perder todo, esa fragilidad acabó un daño irreparable. Su cuerpo fue dañado por intentar usar su poder. Y, eso, bastó para desatar el tornillo. Sólo podía pensar en una cosa, acabar con la detestable existencia que le había provocado dolor a mi hermano. No escuchaba. A penas veía difusa la imagen de un cuerpo cayendo y otro sangrando en el suelo. 

***

Volví a esa maldita sala. La luz quemaba más aún que la última vez. Esa niña estaba, ya no sola, sino que muchas más como ella me miraban, sentadas formando un circulo a mi alrededor, expectantes. No podía moverme. No veía forma de salir de allí. No podía quedarme. No... 

- Hola -.

- ¿Quien eres? Muéstrate -.

Ya no había nadie allí...

- Hola... - Repitió  - Te he dado el poder de la tierra... Es hora de que recuperes lo que has perdido -.

- Explícame qué está sucediendo -.

Se mantuvo en silencio un segundo antes de continuar.

- "Sangre verdadera" -.

...

- ¿Qué caraj...? -.

Creía que nada había pasado. Pero, con solo un minuto, lo comprendí todo. Estaba en mi memoria, un recuerdo guardado con recelo. La primera vez que había estado en esa habitación. Era tan pequeña, cuando vivía en Istar. Tan lejano... Una chica limpiaba mis lágrimas. Mi poder acababa de despertar y eso no le gustó a los druidas. No era lo que ellos querían. Entonces, la chica dijo "Te prestaré mi fuerza, pero no olvides quien eres". Fallé. Mi esencia, aquello que me pertenecía, lo olvidé.

- ¿Quién demonios soy...? -.

- Eres tú -.

Observaba un mechón de cabello que caía a un lado de mi rostro. Seguía siendo blanco.

- Dime, ¿por qué mi cabello aún es "así"? -.

Sonrió, entre las sombras.

- Porque tú eres "así" -.

- No lo entiendo... ¿Cómo...? -.

- Todo este tiempo, viviste como si fueras yo -.

Ella tenía el color de pelo y ojos que creía que eran mis "colores naturales". No era así... y yo lo había olvidado.

- Es hora de que seas tú misma, pequeñina. Sólo así podrás... #$@&;÷¡ -.

- ¿Qué? -.

El sonido se distorsionaba poco a poco. Y, una luz, se apoderaba de mi visión. Ese aroma... otra vez... Sangre.

La chica Doble-Vida parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora