Familia

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—Kouki, el almuerzo de hoy es Takoyaki —le susurró una voz en el oído, él se levantó y exclamó:

—Itadakimasu!

—Furihata! —El castaño parpadeó, viendo como todos sus compañeros contenían la risa y el profesor ardía de rabia— es la tercera vez que te quedas dormido en clase! Te quedarás castigado!

Kouki se desplomó en su escritorio, observando con odio a su sonriente compañero.

—Dijiste que era el almuerzo —susurró molesto.

—Lo siento, no me resistí. —Miró sus ojos grises y supo que él sólo se disculpaba de boca para afuera, adoraba molestarlo.

—Aho..

—Furihata!

...

—Bueno..  No fue tan malo esta vez, no?

El castaño llegó al entrenamiento cuando todos ya estaban practicando. El sonido de las zapatillas sonando en la brillante madera, la pelota rebotando, el aro siendo sacudido con un nuevo punto, el sudor y agitada respiración de todos los jugadores, Kouki suspiró al sentir el ambiente.

—Callate, Takao, es tu culpa que me castigaran.. —murmuró molesto mientras estiraba los brazos.

—Furihata! Llegas tarde!

—Ah, lo siento, Riko san.. Volvieron a castigarme —se rascó la cabeza con pena, la chica era más amedrentadora que el profesor de historia.

—Si sigues así no vas a acompañarnos a las nacionales..

—Eh?!  —Ella se giró y le dijo al pelinegro que continuara practicando.

—En serio me preocupas, qué te ha estado pasando? Siempre estás distraido.. tus notas van a bajar y no podrás venir al campeonato.

—Etto.. No es nada, en serio —dijo sonriendo, rascando su mejilla— sólo me preocupa no saber qué carrera seguir luego..

—Aún falta para eso, —Ella se mordió el labio, el castaño insistió en que estaba bien— de acuerdo, ve a jugar, a ver si recuperas el tiempo perdido.

—Si!

Podía sentir la mirada de la entrenadora en la nuca, se esforzó en concentrarse en el juego, pasando la pelota, intentado no ser una molestia para nadie..

...

—Vamos a ir por unos helados, ¿vienes, Kouki?

—Lo siento, ya tengo que volver..

—Ya? Pero si aún está el sol, siempre estás huyendo.. —Se quejó Takao.

—Claro que no, es que tengo que ayudar en casa.. Ya sabes..

El más alto lo miró, sus labios apretados y sus brazos cruzados sobre sus costillas. Kouki respiró profundamente y contuvo el aire, sonriendo. Al final cedió.

—De acuerdo, pero me debes una salida!

Siguió su camino, pasando frente a silenciosas casas bajo la calidez del sol, que alargaba su sombra como una estela en sus talones, pintándolo todo de tonos anaranjados y rojizos. No deseaba avanzar a prisa, pero sabía que sería peor si lo posponía. Soltó un largo bostezo y estiró los brazos, sonriendo por última vez al sol, el último que vería una sonrisa suya en aquel día.

Abrió la pequeña puerta del jardín delantero y de inmediato pudo escuchar los gritos que venían de adentro. Suspiró, como si en cada suspiro se le fuera un alíento de vida, sintiendo un peso en los hombros como si sus preocupaciones estuvieran hechas de cemento y las cargara en la espalda.

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