El primer día del resto de nuestras vidas.

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Se le cerró la garganta, estaba soñando? Se había dormido en la tina? Se había embriagado con aquél vino? Estaba muerto? Tenía alucinaciones auditivas?

Se frotó los ojos y los abrió cuanto pudo dando un temeroso paso atrás, aquella figura dio otro paso adelante, cargando consigo aquella mochila cubierta.

—K..Kou.. Kouki? —titubeó y lo miró.

—Sei..

Le sonrió. Aunque tenía el cabello diferente con un corte desalineado, aunque sus facciones se veían más adultas y menos redondeadas, podría reconocer esa sonrisa donde fuera. Sus ojos inundados en lágrimas le opacaron la visión y se los secó con el dorso de una mano en un movimiento rabioso.

Estaba en shock, su mente había quedado en blanco como una salina desierta. Se hizo a un lado y lo dejó entrar con los labios fuertemente cerrados, su mirada brillaba y vagaba por la penumbra. El castaño entró, cerró la puerta y vio su espalda alejarse, con terror a que se desvaneciera corrió tras él, alcanzándolo en el momento en que dejó la mochila en el sillón con sumo cuidado. Kouki se giró con su mirada inundada y él lo observó receloso.

—¿Quién eres tú?

La alegría mezclada con desazón en el rostro opuesto se tornó en horror, el castaño se lanzó a su cuello y lo abrazó con vehemencia. Las titubeantes manos del pelirrojo ascendieron a la espalda ajena, pudo precisar su calor, su aroma a naranjas, su delgada figura amoldarse contra la suya.. Y de pronto su ojo dorado vaciló, tiñéndose de rojo.

—Soy yo, Sei.

—Kouki.. ¿Kouki..? —reaccionó como si acabara de creerlo y perdió toda tranquilidad— ¡¿Donde estabas?! ¿¡Por qué me hiciste sufrir esto?!

Su fuerza se evaporó, cayó de rodillas y lloró mientras le abrazaba las rodillas, Kouki se agachó frente a él y también lloró, abrazándolo con toda la intensidad de la que fue capaz para demostrarle que en verdad estaba allí.

—Lo siento.. Lo siento mucho.. Tenía que desaparecer, tenía que irme si quería que ustedes estuvieran a salvo.

—Nunca quise estar a salvo! —exclamó con su rostro enrojecido del llanto, sacudiendole los hombros— sólo te quería a ti! Yo hubiera muerto por ti!

—Lo se. Pero esta vez fui yo quien lo hizo.. —le sonrió y lo besó.

Seijurou lo rodeó con desesperación mientras devoraba sus labios, aterrado de que fuera a desvanecerse en un parpadeo metió sus manos bajo su ropa y acarició cada centímetro que pudo alcanzar, clavando sus delgados dedos en su tibia piel. Dejó de besar sus labios cuando las manos de Kouki sostuvieron sus mejillas, entonces ladeó el rostro y le besó las palmas y muñecas cicatrizadas.

—Ya sanaste.

—Tu me hiciste sanar.. —Pasó una mano por su largo cabello rojo— te creció el pelo.. Se ve lindo —Entonces los ojos chocolate miraron al sofá, Akashi siguio su mirada, la supuesta mochila era una pequeña bola con cabello rojo fresa.

—Ese.. Ese es..?

—Es tu hijo, Sei. Nuestro hijo. Se llama Kousei.

—Kousei. —murmuró saboreando la dulce palabra— Nuestro hijo.. Entonces esa vez..? —parpadeó al ver el sonrojo del castaño.

—Supongo que no sólo eran drogas lo que me inyectaban —murmuró frotándose el brazo.

—Por qué viniste ahora? Por que no antes? —espetó frustrado— como pasaste tu embarazo? Cómo viviste este tiempo solo?!

—Hoy sentenciaron a Gold a prisión perpetua.. No íbamos a estar seguros si no pensaban que estaba muerto. No podíamos confiar en nadie.

—Podías confiar en mi! Podías confiar en nuestros amigos! —exclamó dándole un puñetazo a la alfombra, levantando una capa de polvo soltó un largo suspiro y se frotó el puente de la nariz.

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