Mentiras

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La habitación donde estaban era simple pero ordenada. Las persianas semi abiertas causaban que la luz del atardecer se colara en rayas horizontales sobre el polvoroso piso, una mesa llena de papeles adornaba el centro de la habitación con algunos sillones dispuestos contra las paredes, un mini refrigerador y una estufa a un lado.

—Lo mejor es andar con perfil bajo si no quieres llamar la atención —dijo al ver la expresión de Kouki.

—Ah, no! Lo siento, es agradable —titubeó sonriente. El más alto se lo quedó viendo unos cuantos segundos antes de ir al refrigerador y tomar una lata de soda para cada uno.

Kouki se sentó en el mismo sillón azul marino que el pelirrojo, el le tendió la lata y le dio un sorbo con un suspiro. El castaño se sentía inquieto, no dejaba de mirarlo de reojo y morderse el labio.

—Supongo que estás enfadado.. —dijo Akashi, haciéndolo sobresaltar.

—¿Por qué?

—Porque casi caemos en una trampa y debí.. Consultarte —Los grandes ojos chocolate parpadearon algunas veces mientras veía la lata aún cerrada entre sus manos— de seguro esperaban que nos separáramos para ir a buscarte.

—No estoy enfadado.

—No?

—Me siento.. Frustrado.. —Se mordió la lengua, en realidad se sentía decepcionado, triste de que él lo hubiera apartado de su plan suicida— creí que Akashi san me tenía confianza como para pedir mi ayuda.

—Se supone que yo debo ayudarte —dijo con una sonrisa sin gracia, se pasó la mano por el cabello corto— yo soy el que aceptó estos trabajos aún sabiendo que algo podría matarme en cualquier momento.

—Entonces por qué lo hiciste? —preguntó con ansiedad, girando a verlo— No hay nadie que te preocupe? No hay nadie que se pondría triste si algo te pasara?

La penetrante mirada de los ojos rojos lo estremecieron, sus iris viajaron hacia abajo observando sus labios apretados y luego el vendaje en su cuello. Akashi volvió la vista al frente.

—No lo creo, no hay nadie.

Kouki juntó las cejas con dolor y se acercó bruscamente hasta el pelirrojo, vio su confusion cuando lo arrinconó contra el descansa brazos. Mirándolo con seriedad y las mejillas ruborizadas, sus manos temblaban contra el tapiz del sillón mientras se inclinaba sobre el pelirrojo.

—Kouki?

—A mi me importas! —Akashi lo miró asombrado— no quiero que nada te suceda luego de que me rescataste, quiero ayudar para que ninguno vuelva a estar en peligro!

—Ya veo.. Así que es por agradecimiento —mencionó con una sonrisa falsa.

—Te equivocas. Yo.. Yo..

Tragó saliva y sintió cómo se le acababa el combustible a su valentía. ¿Que era lo que sentía por él? ¿Era agradecimiento o algo mas? La manera en que lo había cuidado, defendido y tratado.. Podría significar algo más que empatia?

—Tu..?

El castaño se mordió los labios con un nudo en la garganta, Akashi lo observó expectante, apenas a una corta distancia que no se había atrevido a borrar. Con una mano temerosa acarició la mejilla del castaño y éste cerró los ojos por el cálido roce, disfrutando profundamente aquella caricia sin malas intenciones.

—Yo.. Akashi san..

Golpearon la puerta y el menor dio un brinco, alejándose sonrojado y nervioso. Akashi soltó un suspiro de molestia y pidió que entraran.

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