Thomas

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Capítulo X: Thomas

AMORES DEL PASADO

Abro la puerta del departamento y la cierro de un portazo. Me arrepiento al instante, no sé si pude haber despertado a CeCe.

Esa tonta Carly.

Llega a ser cómico lo irónico de todo, me conoce más que todos pero no sabe lo único que todos saben.

Nunca ha sido un secreto para nadie, excepto para ella. A veces me dan ganas de gritarselo a la cara, pero el miedo a perderla es más grande.

Desde que tengo 15 años no he pensado tanto en una mujer como en ella. No puedo sacarla de mi mente de ninguna manera, y aunque me meta con otras no lo logro.

Recuerdo que la única novia formal que tuve me terminó por esa razón, y sí logró gustarme. Pero mis sentimientos no eran ni un tercio de lo que siento por Carly.

Con el tiempo tuve que aprender a controlarme, en la escuela me costaba mucho.

Era la época en la que la besé y resultó todo mal.

Había pasado una semana sin saber de Carly y no aguantaba más.

Me evita en la escuela, si se topa conmigo da media vuelta. Si intento hablarle sale corriendo. Si la llamo, cuelga.

Un capítulo repetido de The Big Bang Theory se reproducía en la televisión, y por mucho que me guste no lograba concentrarme. Mis pensamientos me lo impedían.

¿Tan mal beso? ¿Realmente jamás me podrá ver como más que un amigo? ¿Así se siente estar en la friendzone?

Escuché que suena el timbre y giré los ojos fastidiado. Probablemente era Skyler sin sus llaves.

Caminé hacia la puerta  y abrí sin ver por la mirilla. Mis ojos se llenaron con sorpresa y el nerviosismo tan característico de verla se manifiesta como sudor en las manos.

Cece...

Esbocé una sonrisa tímida y sientí que me derretía . Luce adorable.

El invierno en Chicago había estado más frío que lo normal y semanas atrás Carly me habló durante una hora sobre el calentamiento global y lo importante que era reciclar. Incluso había instalado distintos basureros.

Luce un sombrero blanco de lana que parece casi taparle los ojos. Estaba muy abrigada, las capas de ropa la hacían ver casi tiesa, siempre había sido demasiado friolenta.

─¿Podemos hablar?─susurró jugando con sus manos, otra persona no hubiera logrado entenderla pero yo parecía tener una habilidad para escuchar su bajo tono de voz.

Mi segundo nombre es idiota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora