Carly

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Carly: Capítulo XIX

DUDAS

Los ojos me arden mientras camino a la cafetería, pero ya no tengo más lágrimas.

Quiero llorar de pena, pero también por frustración. Me enoja ser incapaz de plantar cara, de verlo y huir como la cobarde que siempre he sido, y también me enoja mucho seguir queriéndolo, porque sé que de cierta forma dependo  emocionalmente de él. Es todo lo que conozco y he conocido, jamás me permití querer a alguien más y eso es lo que más le fastidia.  Su constante presencia jamás me han dejado superarlo, y eso termina por aurruinar cualquier oportunidad de seguir adelante.

Cuándo tenía 15 años estaba Daniel Pines, que era lo que la gente denominaría un buen partido. Era rubio, alto, atlético, popular, y le gustaba yo. Al principio dudaba demasiado, estaba paranoica con que todo era una broma o una apuesta ya que solía leer bastantes libros románticos en los que el chico guapo se fijaba en la chica invisible solo por maldad, pero no. La verdad es que yo realmente le gustaba, y yo trataba con todo de mi corazón en corresponderle.

Pero no podía, Thomas siempre estaba por ahí vagando en mis pensamientos por mucho que intentara enfocarme en el muchacho que sí estaba enamorado de mí.  Mi estúpido corazón estaba decidido a no obedecerme, y al final eso terminó dañando a una buena persona.

Es por eso que cuando entro a la cafetería y veo a Ben tras el mostrador sé que debo hacer algo.

—¿Carly, estás bien?—pregunta apenas me acerco, dándome una mirada preocupada.

Y yo niego.

Toma mi mano con delicadeza y me sonríe.

Una señora hace una seña para llamarlo, y el suspira frustrado, pero yo lo aliento a irse.

—¿Que ocurre?—pregunta cuando el local está vacío, lo noto analizarme consternado. Después de todo debo lucir como la mierda.

—Me acosté con Thomas—confieso de una, mirándolo a los ojos. Y cuando veo dolor en sus ojos castaños sé que debería haber sido mas sutil.

—Oh...¿Felicitaciones?—susurra confundido,  con sus hombros caídos.

—No, ha sido un error—aclaro tomando sus manos.

Y mierda que lo había sido. Es increíble como unas copas de vino y unas cuantas dudas habían cambiado tanto las cosas. Realmente me debería haber quedado quieta y seguir pensando en Ben. Pero no, la tarada tenía que arruinar una oportunidad de tener algo lindo con uno de los pocos chicos decentes que ha conocido.

—No sé que decirte, realmente no estoy entendiendo nada.

—Lo que quiero decir es que me equivoqué y que te lo cuento porque no es justo para ti.

Sus ojos marrones me siguen mirando, como si todavía no comprendiera realmente el asunto.

—No me debes nada, Carly. Estás soltera y si quieres estar con él...—dice, tranquilizador apoyando su mano en la mía através del mesón. Siento cosquillas dónde me toca, y me alegro de poder sentir eso, quizás hay esperanzas.

—No quiero estar con él, Ben. Te digo todo esto porque si sigues interesado en mí, debes saber que he estado enamorada de Thomas por mucho tiempo. Pero ya no más, me merezco seguir adelante.

>>Tú me gustas, y no quiero que suene a que un clavo saca a otro clavo, porque no te estoy pidiendo que me ayudes a superarlo. Solo siento que tu me haces bien, y que si decides quedarte conmigo que sea sabiendo todo.

Mi segundo nombre es idiota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora