Thomas

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Capítulo XVI: Thomas

VACÍO

La cama está vacía, pero la estela de olor de Carly me recuerda lo que sucedió la noche anterior.

Arrugo mi mano al rededor de la sábana, quiero estar seguro de que fue real. Pero no entiendo, ¿porqué no está acá? Verla despertar, desnuda despeinada y a mi lado es algo que suelo imaginar.

Me levanto de la cama y me pongo el boxer mientras camino a su habitación, pero también está vacía.

Ya me comienzo a angustiar, ¿Que ha pasado? No entiendo que está mal, pero siento que es mi culpa.

Con un nudo en la garganta corro a vestirme con lo primero que veo y salgo a toda velocidad del departamento. Toco la puerta del departamento de Kayden, es el primer lugar que se me ocurre.

─¿Thomas?─pregunta restregando su mano en contra su rostro somnoliento.

—¿Está Carly?—cuestiono mirando sobre su cabeza al interior de su departamento.

─¿Pasó algo?—inquiere preocupada, pero yo no tengo tiempo para eso. Solo me doy la vuelta mientras la escucho exclamar mi nombre y pienso en el siguente lugar donde Carly puede estar.

Roger.

Apreto el botón del ascensor pero la impaciencia me gana y corro hacia las escaleras, bajo los escalones como si la vida se me fuera en ello y  solo me detengo cuando veo mi auto en el aparcamiento.

Las calles desaparecen a mi lado mientras conduzco, todo parece ir sumamente rápido  al igual que mis pensamientos. La sensación de no entender nada es agobiante, pero siento que la pierdo.

El edificio de Roger aparece frente a mi y ni si quiera soy consciente de estacionar el auto, solo bajo y entro al lugar, reanudado lo que se siente una carrera contra el tiempo.

Toco la puerta varias veces y Roger abre, luce sorprendido y sé que ella está ahí dentro.

—¿Donde está?—es lo primero que digo, Roger me mira apenado.

—¿De qué hablas?—responde fingiendo, pero yo lo conozco.

—No te servirá de nada hacerte el loco, entraré por las buenas o por las malas.

Mi amigo suspira rendido pero aún así niega, —Ella no quiere verte, me lo pidió explicitamente.

Intento no mostrar dolor, mantengo una cara neutra, pero para mi mala suerte él también me conoce y sabe que estoy dolido.

—Roger...

—Lo siento, hermano, pero debes irte.

—Lo siento hermano, pero no me iré hasta hablar con ella—declaro empujando a Roger a un costado y avanzando por el pasillo de su departamento. Toma mi brazo y me detiene, pero me sacudo y abro la puerta de la habitación.

Al principio ella no me ve porque esta de espaldas acurrucada en la cama, lleva los auriculares puestos y mi camiseta. No puedo evitar pensar en lo satisfactorio que hubiera sido verla despertar así junto a mí.

Mi segundo nombre es idiota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora