Carly

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Capítulo XXI: Carly

Siento como mi pecho se contrae, y creo que comenzaré a hiperventilar en cualquier momento. La sensación de ahogo comienza a salir a flote, de esa manera que hace rato no experimentaba.

Me había pasado cuándo mamá se perdió mi presentación de deletreo en primaria, y tuve un ataque de pánico frente a toda la escuela.

La segunda vez fue cuándo Thomas trepó un árbol y sé cayó, se partió la cabeza y quedó inconsciente.

Volvió a suceder cuando la abuela falleció.

También cuando Harper Ross me llamó orca en aquella fiesta ridícula a los 15 años.

Y cuando Rosa enfermó.

Y está sucediendo ahora.

La verdad es que no tiene lógica, pero mi psicóloga me dijo que no hay que buscarle el sentido a todo y que las crisis se pueden manifestar hasta en momentos de calma.

Recuerdo que Thomas abrió la puerta, y me sonrió de esa forma que tanto extrañaba. Pero no pude disfrutarlo demasiado, porque sin evitarlo miré detrás de él y allí estaba ella. El mundo de pronto quedó en silencio y de alguna forma se volvió mas pesado.

Porque verla...

A ellla y a su rostro perfecto,  ese cabello castaño esplendido, su cuerpo esculpido por los dioses, sus ojos vivaces, su sonrisa deslumbrante... Sólo su presencia imponente me devolvió a los peores lugares de la adolescencia. 

Me vi a mi misma llorando en los baños de la escuela, vomitando a escondidas, contando calorías, escuchando sobrenombres hirientes, pesando mi cuerpo en el baño, odiandome tanto. 

Solo el hecho de verla en el salón, hizo que  todo lo que Harper Ross alguna vez significó en mi vida regresara de forma violenta.

Por que ella era—es—mi peor tormento.

Y entonces comenzé a correr, sin saber de que realmente. Quizás corría de mi yo del pasado, esa que comía demasiado y vomitaba el doble, esa Carly que no quiero volver a ser jamás.

—¡Carly!—escucho a lo lejos, pero en mi cabeza solo son palabras sin sentido.

Intento buscar aire, pero mis pulmones se sienten más diminutos a cada calada que doy. Es como si estuviera intentando conseguir algo que está al alcance de mi mano pero no logro tenerlo.

—¡Espera!—dijo la voz y sentí como tiraba de mí.

Mis intentos de tomar aire son cada vez me desesperados, se siente como si el tamaño de mis pulmones hubiera disminuido drásticamente así que no logro ser consciente de mi entorno.

—¿Carly? ¿Estás bien?

¿Ah?

Veo a Thomas mirarme preocupado y mover los labios pero no logro procesar lo que dice.

—¿Estás teniendo un ataque de pánico?

Mis ojos se nublan, pongo las manos en mi cuello quizás con la esperanza de que si lo rasgo el nudo de deshaga y el aire vuelva a mi cuerpo.

Siento como mi cara es tomada, y de pronto el mundo que parecía ir tan rápido segundos atrás ahora parece detenerse.

Mi cerebro se pausa de igual manera, pero lo entiendo al instante.

Me está  besando.

No mueve sus labios ni  nada, solo se mantiene presionando nuestras bocas.

Me toma unos segundos más volver a ser dueña de mi cuerpo, y el no se aleja en ningun momento. No hasta que siente que mi respiración se ralentiza.

Mi segundo nombre es idiota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora