Thomas: Capítulo XVIII
VACÍO
Jamás había experimentado la verdadera soledad, y realmente creía que la había vivido anterior mente. Quiero decir que literalmente crecí sin padres, pero al final del día Skyler siempre estaba ahí dispuesta a molestarme, y aunque a ella no le gustaba admitirlo, a cuidarme. Luego conocí a Carly, y la compañía de mi hermana se hizo menos necesaria, y eso era algo bueno, porque yo sabía cuanto había sacrificado solo para quedarse jugando videojuegos conmigo.
Las tardes de Injustice se transformaron en fantásticas tardes de peliculas, o simplemente de hablar por horas mientras mi hermana finalmente podía ser una adolescente remotamente normal.
Pero ahora Carly no estaba.
Había llegado al departamento luego de haber vagado por 1 hora en la ciudad para calmar mis pensamientos. No entendía un carajo, ¿Carly creía que solo la quería para follar? ¿Lo había dicho para no tener que decirme que no gusta de mí? ¿Ella sólo quería follar? ¿Creía que había follado con Harper?
Agh.
No me sorprendió llegar y encontrarlo vacío, no creía que quisiera verme inmediatamente. Lo que me sorprendió fue encontrar sus llaves en el mostrador. Había estado ahí y había dejado sus llaves. ¿Que quería decir eso?
Me apresuré a entrar a su habitación y su closet estaba abierto y en su mayoría, vacío. Su escritorio también estaba casi despejado, al igual que su tocador, en el cual faltaban la mayoría de sus cosas.
Se fue.
Dejé caer a mis brazos, como si me derrepente todo el color del mundo hubiera sido borrado. Carly es el color en mi mundo, y eso es lo que hace tan complejo todo.
Ella fue la que me enseñó a reciclar, la qué
me ayudó a estudiar para terminar mi ultimo año de secundaria y posteriormente los SAT para la universidad, me enseñó a hacer la lavandería, me enseñó a cocinarle, a hacer los nudos de mi corbata, me hizo amar Mamma Mía, me enseñó a bailar bals, a leer más, a odiar menos, a amar más.Literalmente es lo mejor que me ha pasado en mi puta existencia.
Y ya no estaba conmigo.
Le mando miles de mensajes, y la llamo otras miles de veces más. Necesito saber dónde está, pero no para ir y molestarla, solo necesito saber que está bien y no durmiendo abajo de un puente.
Bebo un sorbo largo de mi cerveza, y pierdo mi vista en un punto irrelevante de la pared. Llevo así mucho tiempo, se siente como si estuviera vacío.
No se como sobrellevar mi vida sin Carly y eso me asusta porque no debería sentirme así. Pero es lo único que he conocido, el sentirla cerca siempre. Jamás importaba que estuviermos peleados, o que solo fueramos amigos, pero estaba ahí.
Conmigo.
Y se sentía como si ya no.
Literalmente mi mayor miedo se había hecho realidad, llevar nuestra amistad más allá me la había quitado.
Siento mi celular vibrar, y me sobresalto saliendo de mis pensamientos. Mi cuerpo se relaja enormemente cuando veo que es un mensaje de Carly diciendo que está bien, todas mis terminaciones nerviosas que estaban tensas se descomprimen un poco. Hasta siento que más aire llena mis pulmones.
Me quedo mirando el teléfono unos segundos más analizando si debería decir algo, y cuando me decido por enviar un simple te quiero, el mensaje se marca con un solo ticket.
Suspiro cansado, y lanzo mi celular al sillón con frustración.
El fin de semana transcurrió con una lentitud tortuosa, no recibí ni una señal de vida por parte de ella. El mensaje que envié días atrás ni siquiera se mandó, por lo que asumí que había apagado su celular o me había bloqueado.
Escogí creer la primera.
Al llegar a la facultad me cuestiono si debí venir, no tengo ganas de pensar en leyes, constituciones o derecho penal. Lo único que mi cabeza reproducía era el recuerdo de Carly en mi cama y el dolor de verla marcharse.
Odio ser tan contradictorio, ¿Cómo se puede estar caliente y triste?
No lo sé.
Me enfoco en avanzar por los pasillos, queriendo pasar desapercibido, y lo hago. A nadie le importa realmente mi vida, porque ya no estoy en el instituto, donde ya estarían inventando que probablemente luzco así de demacrado porque me enteré que voy a ser padre.
Pero no, la gente me ignora o si me miran, se limitan a asumir que estoy atravesando una horrible resaca y continúan con sus vidas.
Excepto por la rubia, que se acerca a mí vistiendo uno de sus prolijos y delicados oufits.
—¿Que ha pasado?—pregunta cuando está lo suficientemente cerca como para oler su empalagoso perfume.
—Ahora no—murmuro e intento seguir caminando, pero toma mi muñeca.
Giro mi cuerpo levemente hacia ella, pero no digo nada.
—Mira, Thomas—dice mirandome de una manera en la que jamás lo había hecho, sin esas miradas coquetas—Me gustas, pero no soy tan estúpida para creer que es recíproco. Tu la amas a ella y ella te ama a ti, no es tan difícil. ¿Que te retiene a decirle que la quieres y evitar que se ande paseando por los pasillos como si fuera a romper a llorar en cualquier momento?
Sé que debería decir algo, pero la imagen de Carly llorando me comprime el corazón y odio saber que esas lágrimas son en mi nombre.
—Gracias, Loren—esbozo una leve sonrisa hacia ella y me doy vuelta con la cabeza revuelta.
No la encuentro en ninguno de los primeros periódos, por mucho que la busque solo veo a Kayden a lo lejos que me observa con pena.
Salgo a uno de los jardines de campus, buscando aire fresco. Todo el día había tenido un nudo en la garganta que me daba la sensación de que empezaría a hiperventilar de un segundo a otro.
No había procesado ninguna palabra en ninguna de las clases, y cuando el profesor de Derechos Humanos me preguntó algo simplemente guardé silencio. Solo había ido a clases porque sabía que ella iría, pues es muy buena como para perder clases.
Y apareció, justo en el momento en el que perdí la fé.
Andaba con una sudadera gigante, creo que de Jake, y un hermoso gorro tejido de lana blanca que escondía probablemente un enmarañado cabello. Jamás la había visto tan ojerosa, y sin su habitual chispa y sonrisa contagiosa.
Tarda unos segundos en verme, pero cuando lo hace y me mira directo a los ojos, simplemente se da la vuelta y entra por dónde mismo salió antes de que pueda formular algo coherente que decir.
Comienzo a avanzar los metros que me faltan hasta la puerta del edificio principal y empujo la puerta apresurado.
Apenas abro, la marea de estudiantes es ruidosa y por mucho que intente buscarla, es imposible.
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Mi segundo nombre es idiota
Teen FictionThomas y Carly llevan siendo mejores amigos desde antes que la pubertad los golpeara realmente. Han pasado seis años desde el momento que se conocieron y su amistad trae en si mucha atracción. Thomas es una bomba y Carly es el fuego que lo enciende...