𝑨𝒍𝒊𝒄𝒆 𝒙 𝑳𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓

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El sonido de espadas chocando era todo lo audible en el gran jardín. Llevar armaduras tan pesadas hacia que fuera más difícil todo. Pero si querían proteger a Quinella, era necesario.

- ¡Bueno, eso es todo! - Indicó Bercouli. Enseguida la chica de rubios cabellos y yo nos separamos. Ambos lucíamos jadeantes y por completo cansados.

- Creo que podíamos seguir un rato, casi la venzo. - Dije con una sonrisa burlona, mirando de reojo a la chica.

- Claro, cómo si fuera posible. - Dijo Alice con una sonrisa. Regresó su espada a su sitio y suspiró, ya un poco más relajada.

- Bueno, descansemos un rato. Vamos. - Y ofrecí mi mano hacia ella, mostrandole una amplia sonrisa.  Ella sonrió también y tomó mi mano.

Seguido Bercouli nos decía que hacíamos una bonita pareja, pero ella sólo decía lo mismo siempre "somos servidores de la clérigo mayor, no hay tiempo para esas cosas." Y vaya que dolía. A veces sentía que ella era demasiado fría, pero, tenía razón.

Habían demasiados buenos momentos a su lado, siempre me mostraba sonrisas que yo creía antes incapaces de ver en ella. Se había convertido en algo mucho más valioso que Quinella para mi. En alguien mucho más importante que yo mismo. Alice era cómo un fuerte rayo de luz capaz de dirigirte entre un camino de tinieblas. Pero cuando nos traicionó, cuando se unió a los criminales Kirito y Eugeo, sentí que su luz me abandonaba. 

Ahora me encontraba frente a ella, ambos empuñábamos nuestra espada cómo cuando entrenábamos, pero esta vez era distinto, esta vez íbamos en serio.

- Tsk ... ¿Porque? ¿Porque tuviste que darle la espalda a todo lo que has protegido por tanto tiempo, Alice? ¿¡Que se supone que ganas con todo esto!? - Grité, estaba tan dolido al pensar que me harían matarla ...  

- Lo siento ... esto es lo correcto. Déjame explicart... -

- ¡No! ¡No quiero que me des esas explicaciones! ¿Acaso no lo ves? ¡Debo encargarme de ti, justo ahora! - Empuñe con más fuerza mi espada, tomando posición para atacar.

Alice también lo hizo, pero su mirada no emitía determinación. Ella no quería enfrentarse a él.

- Por favor ... por favor, Alice... ¡Rindete ya!

A pesar de todo, ninguno de los dos retiraba su mano de sus respectivas espadas. Alice dio un paso al frente, con cautela, y espero a que su contrario reaccionara de alguna forma pero no lo hizo. Dio otro paso. Nada. Dio un tercer paso y justo en ese momento, él sacó su espada. 

- No lo hagas, no te acerques a mi.  - A pesar de lo duro que sonaba eso, era más una súplica que otra cosa.

Alice se sintió dolida al verlo así, no lo merecía. Ella había desarrollado sentimientos por él, pero, ¿cómo decirlos? Eran caballeros, su vida estaba dedicada a servir a Quinella y a las demás personas. No podía permitirse amar a alguien, porque sabía que lo perdería y eso le dolía. 

- Ven conmigo, por favor. Déjame decírtelo todo, no tienes que proteger a Quinella. No voy a permitir que ella te use a su antojo y luego te mate. 

Él pareció sorprendido por su comentario, incluso su esfuerzo en mantener la espada fija hacia ella se volvió más débil.

- ¿Tu ... te preocupas tanto así por mi?

- ... Claro que sí, siempre fue así.

- ... - El comenzó a reír entre dientes, hasta que su risa hizo una carcajada. - Siempre quise que lo dijeras. Yo ... yo daría tanto por ti ... Alice, yo te amo tanto ...

A la rubia se le comenzaron a formas pequeñas lagrimas que amenazaban con salir. Él bajó la espada, dejando que Alice se acercara a él.

- También yo... tanto. - Ambos se miraron y sonrieron, entonces el ojo de aquel caballero comenzó a provocarle un fuerte dolor, sentía que quería salir de su lugar.

Alice sabía lo doloroso que sería,así que tomó su mano entre las suyas, ayudándolo a sentarse en el suelo.

- ¡Ggh! ¿Que demon...? ¡Aaahhrg! - Gritó y enseguida su ojo explotó. Le tomó unos momentos poder recuperarse de ello.

- Lo siento, pero ahora puedes acompañarme. - Dijo la rubia, él asintió, rasgando una parte de su traje que asomaba un poco debajo de la armadura. Con este improvisó un parche rápido.

- Míranos, tan combinados. - Dijo con una carcajada. Alice rió también y se levantó, extendiendo su mano hacia él.


- Vamos, [ T/N ].

Él sonrió al recordar que no hacia mucho, era él quien hacia lo mismo. Tomó su mano y se levantó, enseguida pasó su mano a acariciar la mejilla de ella.

- Vamos, Alice.

Oɴᴇ sʜᴏᴛs - Sᴡᴏʀᴅ ᴀʀᴛ ᴏɴʟɪɴᴇ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora