Nikki sonrió al ver que él no hacía nada. Solo estaba allí, flotando, mirándola como si se tratara de una loca. Al parecer tendría que hacer algo más para hacerlo reaccionar de una buena vez. Entonces se acercó a la orilla y salió del agua, siempre dándole la espalda. Escucho una suave maldición por parte de él y se mordió los labios. Se acercó a su ropa y comenzó a vestirse. Cuando ya iba por el vestido, lo miró sobre su hombro. Él estaba en el mismo lugar. Realmente estaba teniendo una guerra en su interior. Ella terminó de vestirse y se giró del todo para verlo.
-Ya que has planeado algo... Vamos a hacer lo que preparaste. -le dijo cortante y entonces se dirigió hacia la pequeña casita.
Francisco observó como ella se alejaba de allí e ingresaba a la pequeña casita. Bien, pensó, todo estaba saliendo perfectamente bien. Si, claro. Él se estaba comportando verdaderamente como un idiota que no sabía como reaccionar. Pero haber escuchado aquel 'te amo' de sus labios, lo había dejado completamente sin pensamientos, sin habla, sin reacción. Lo que si había reaccionado a ella había sido su cuerpo. Maldita sea, en situaciones así odiaba ser hombre y tener algo que demostraba completamente su excitación. Haber visto su cuerpo desnudo de espaldas, no lo había ayudado mucho a concentrarse. Nikki Brizz comenzaba a jugar con fuego y él sabía que ambos iban a quemarse.
Suspirando nadó hacia la orilla y salió para vestirse rápidamente. Cuando se colocó la camisa, se dio cuenta de que no podía abotonarla, así que la dejó así nomás. Sacudió un poco la cabeza, para secar su cabeza y respiró profundamente antes de caminar hacia la casita. Bajó la mirada a su entrepierna, aún no se había calmado.
-Compórtate, compañero. -le pidió -Si te mantienes a la raya, va a ser mejor...
Se detuvo frente a la puerta y suspiró antes de entrar. Divisó que ella estaba parada mirando la parte de la pequeña cocina. Se giró a verlo y le entregó una dulce sonrisa.
-Esto es realmente hermoso, Francisco. -le dijo.
-Me alegro que te guste...
-Veamos que hay para cenar. -ella se acercó a una cesta y comenzó a sacar la comida. Él solo la observaba. Entonces puso todo sobre la mesa y se sentó. -¿No te sientas?.
Él asintió, incómodo. Se sentó en la silla que estaba pegada a la de ella. Nikki lo miró fijo a los ojos, haciendo que él se sintiera más intimidado. Pero, ¿Qué diablos pasaba con él?. Allí estaba la mujer de su vida y lo único que podía hacer era comportarse como un completo imbécil.
Entonces ya no lo dudó. Nada ganaba con seguir con ese estúpido jueguito de quedarse callado y haciendo nada. Se acercó en una respiración a ella y tomó su boca con la suya. Nikki gimió suavemente contra sus labios. Francisco la tomó de la nuca, acercándola más a su beso. Ella levantó los brazos y rodeó su fuerte cuello, para no caerse. Cada parte de ella temblaba con aquel hermoso sentimiento que latía en su corazón.
-Te amo. -murmuró él soltando su boca levemente para comenzar a besar su mentón. Los ojos de ellas seguían completamente cerrados, entregándose a cada sensación. Francisco bajó sus labios hacia su garganta. Encontró aquel punto en donde su pulso latía desenfrenado y la lamió suavemente. Un escalofrío se caló hasta los huesos de ella. Pequeñas gotas de agua caían cerca del escote de su vestido, desde el cabello húmedo de él, erizándole la piel. Francisco volvió los besos hasta su rostro. Besó sus ojos, uno por uno, con suma delicadeza. Bajó a su nariz, luego besó sus mejillas y cuando ella esperó que volviera a su boca. Él se puso de pie.
Ella abrió los ojos para mirarlo algo extrañada. Él estiró su mano y se la entregó. Nikki no lo dudó y la tomó. Francisco la puso de pie, en un solo tirón y la pegó a él, volviendo a capturar su boca. Ahora ya no era un beso suave. Era un beso cargado de pasión y deseo. Un beso que le hizo temblar hasta el alma. Sus lenguas se mezclaron y a ella le costó respirar. Pero no podía detenerse, tampoco quería que él lo hiciera. Sus manos se apoyaron sobre su pecho. Gracias a que la camisa estaba abierta pudo sentir el ardiente calor de su piel. Le cosquilleó el estómago con una irreverente expectación. Sabía que iban a hacer el amor. Pero no estaba lista para los sentimientos que se despertaban en su interior. Y se sintió asustada. Sintió miedo de no ser lo que él esperaba.
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Will Horses - Adaptada-
RomancePrólogo. Que nerviosa se sentía, le temblaban las piernas. No recordaba, o eso creía, haber pasado un día tan emocionante como ese. Su cumpleaños número doce. No podía dejar sus manos quietas y se mordía el labio,nerviosa. Sí, estaba nerviosa. Su...