Capítulo 36: Quiero decirte algo

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Nikki suspiró mientras salía del baño luego de una merecida ducha. Había estado todo el día con Matt, recorriendo el campo, haciendo cosas de mujeres, mirando películas y comiendo las ricas comidas de Paula. No había ido a ver a Francisco porque sabía que la indeseable de su novia

seguía pegada a él como la garrapata asquerosa que era. Apretó los dientes al pensar en ella y que en ese momento estaba con él.

Terminó de vestirse en el baño, se puso se camisón de dormir. Tomó una toalla y comenzó a secarse el cabello. Abrió la puerta y salió hacia su habitación.

Su corazón se sobresaltó cuando levantó la mirada y él estaba allí parado. Lo observó bien. Y él sonrió bobamente al verla. Nikki sintió una linda presión en el estomago al verlo sin remera... era tan... masculino. Una gran venda blanca cubría todo su hombro derecho. Recordó el dolor que vio en sus ojos cuando la serpiente lo había mordido. No quería volver a ver dolor en su linda mirada.

-¿Francisco? -inquirió confundida.

Otra estúpida sonrisa se formó en el rostro de él. Ella se aguantó las ganas de reír. Se veía realmente gracioso. Dejó su toalla a un costado y se acercó a él.

-Hola, enanita -la saludó algo tonto. Ella arrugó la nariz, divertida.

-No deberías estar aquí, Francisco -le dijo dulce -El doctor dijo que tenías que hacer reposo.

-¿Quién es ese doctor que cree saber todo, eh? -preguntó -Yo no necesito hacer eso... necesito decirte algo.

Nikki se acercó un poco más y tocó su frente. Se sorprendió al sentir lo caliente que estaba su piel. Volaba de fiebre.

-Francisco, estás volando de fiebre -dijo preocupada.

-Nikki -murmuró él y entonces tomó su rostro con ambas manos.

Ella se vio apresada por aquel toque que se le había vuelto tan familiar en tan pocos días.

-Vamos, Francisco, voy a llevarte a tu cuarto...

Intentó salir de su agarre pero no pudo. Él unió sus frentes, y ella se quedó totalmente hipnotizada por aquellos ojos azules.

-¿Por qué estás todo el día metida en mi cabeza? -le preguntó. Nikki se estremeció ante el calor de su aliento rozándole la boca. Tenía aquella mirada tan fija en la suya, que se le hizo imposible respirar -¿No estás cansada de estar allí? -ella se mordió el labio inferior. Él solo estaba delirando. Debía llevarlo a su habitación.

-Francisco -le habló -Debes ir a la cama. Deja que te lleve...

-¿Sabes todo lo que sufrí el día que te fuiste? -quiso saber él. Nikki se quedó callada. Quería llevarlo a su habitación, pero también quería escucharlo -Tenía 13 años, y fue el dolor más... extraño y fuerte que sentí en mi vida. ¿Cómo es aquello posible? Era solo un estúpido niño que se había enamorado de la hija de su jefe. Y ese día lloré, lloré luego de que te llevaron. Y supuestamente yo era el niño que nunca lloraba -se sentía bien consigo mismo. Tenerla así de cerca era tan maravilloso como estar diciéndole todo eso. Se sentía libre, no le importaba lo que podría pasar después. Solo tenerla así -Y esperé que volvieras, Nikki. Pero no lo hiciste -un nudo se formó en la garganta de ella y se agarró a las manos de él, que sostenían su rostro -Así que simplemente... te olvidé.

Will Horses - Adaptada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora