Capítulo 35: Me muero si te pierdo

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Ella soltó un suspiro y miró a Matt.

-A Francisco lo picó una serpiente.

-Oh my god -dijo sin poder creerlo -Eso es horrible.

-Me muero si le pasa algo, Matt, me muero -aseguró ella.

Él volvió a abrazarla y le acarició la espalda.

-Nada va a pasarle a tu galán, darling -le aseguró -Él es fuerte.

Ella solo asintió y se quedó junto a él. No iba a irse de esa puerta hasta que el doctor saliera. Luego de unos interminables minutos al fin salió. Todos se acercaron a él.

-¿Cómo está mi hijo? -le preguntó Paula.

-Él esta bien -sonrió el doctor -Solo tiene mareos, pero es normal... tiene un poco de veneno, pero la gran parte ha sido extraída a tiempo. La persona que lo hizo, lo hizo muy bien.

Todos miraron a Nikki. Ella no supo que decir y solo pudo sonreír nerviosamente.

-¿Puedo pasar a verlo? -preguntó ella.

-En este momento está sedado y le dejé un par de medicamentos que tiene que tomar por una semana. Lo más probable es que levante fiebre en estas primeras 48 horas. Pero si quieres puedes entrar a verlo.

Nikki iba a entrar pero se giró a mirar a Paula.

-¿No quieres entrar tú, Paula? -le preguntó. La mujer le sonrió dulcemente.

-No, cielo, ve tú.

-¿Segura? -inquirió.

-No hay nada mejor para Francisco, que su dulce Nikki -le dijo.

Paula entró al cuarto de su hijo y encontró a Nabila sentada en una de las sillas, mirando una revista de moda que seguramente Matt había dejado tirada por allí. La castaña la miró al instante y se puso de pie para acercarse a Francisco y fingir preocupación. Paula resopló, ella ya conocía aquel teatro. Lo peor de todo era que se había quedado todo el día en la casa, no dejando a su hijo descansar realmente. Por suerte ya habían venido por ella.

-Tu padre está esperándote en la puerta -le dijo. Nabila la volvió a mirar.

-Dile que voy a quedarme a dormir aquí.

-No -dijo Paula -Vas a irte ahora, Nabila.

-¿Qué te pasa, Paula? -le preguntó -¿Por qué me tratas así?

-Niña, estoy cansada. Ha sido un largo día y quiero ser yo la que cuide de mi hijo. Tú vete a tu casa y mañana puedes volver a verlo.

-Pero...

-Sin peros, Nabila. Vamos.

Nabila se puso de pie y salió de allí sin siquiera despedirse de Francisco. Paula negó con la cabeza y miró a su hijo una vez más antes de cerrar la puerta y dejarlo solo.

-Nikki -murmuró el rubio entre medio despierto y medio dormido.

Levemente abrió los ojos, pero los volvió a cerrar al sentirse tan cansado. Comenzaba a despertarse y la sensación de que un millón de caballos le pasaron por encima lo invadió. Le dolía todo el cuerpo, principalmente el hombro derecho.

Respiró profundamente y se destapó un poco. Estaba sudado, pero sentía un molesto frío calándose hasta los huesos. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en su cuarto.

Pero ¿Dónde estaba Nikki? ¿Por qué no estaba allí con él? Él la quería a su lado, quería ver su bello rostro. Verla sonreír, escucharla hablar, sentirla respirar. Simplemente la quería frente a él. Si, necesitaba verla, necesitaba buscarla y tenerla cerca.

¿Qué podía pasar? Absolutamente nada. Desde que ella había llegado solo había hecho estragos con él, y ahora él tenía que cobrarse aquello. Si, claro que si.

Se puso lentamente de pie. Todo dio vueltas a su alrededor. Sonrió estúpidamente, se sentía como un borracho. En ese momento se sentía perfectamente bien como para ir hasta el cuarto de Nikki Brizz y cantarle las 40 de una vez...

Will Horses - Adaptada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora