Parte 4

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Me desperté de repente y grité con todas mis fuerzas sin poder evitarlo. Minerva apareció con cara de estar asustada junto a Zeta. No podía moverme, estaba en shock y él al darse cuenta me cogió en brazos y me llevó a la planta de Claus. No sabía por qué me llevaba allí pero me supuse que sería por seguridad.

-Ahora vendrá Claus- dijo Minerva sin separarse de mí- llama a Dante y que venga enseguida, no creo que sea muy normal.

Cuando llegó Dante no podía contestarle aún a sus preguntas, no podía ni siquiera hablar y opté por escribirle todo lo que había soñado. Me miró con una expresión seria y sin decir nada salió de la habitación para hablar con Claus mientras Minerva se quedaba conmigo. Después de unos minutos entró Claus y con una seña le dijo a Minerva que ya se podía ir a descansar mientras él se medio tumbaba a mi lado.

-Claus, yo lo siento, no sé por qué he gritado de esa manera ni por qué he tenido ese sueño- dije al fin - últimamente no entiendo nada de lo que ocurre.

-Yo te lo explicaré- dijo con voz suave y tranquila-Cuando te di mi sangre se creó un vínculo, no sé la razón pero se creó. Por eso no puedes tomar otra sangre que no sea la mía. Y además tu misma has desarrollado la capacidad de ver el futuro mediante los sueños al convertirte en vampiresa.

-Entonces lo que soñé se hará realidad- dije aún más asustada- no quiero que pase.

No sé si fue por miedo a perder la posibilidad de tener a alguien que me defienda de los ataques verbales de Zeta, o porque me estaba enamorando de él sin querer, pero en aquel momento le pedí que se quedase conmigo, que no se fuera de mi lado al menos aquella noche, y así lo hizo. Me dio unas pastillas que me había recetado Dante para poder dormir durante lo que quedaba de noche con un vaso de agua. Después me abrazó y me dio un beso en la frente y así me quedé dormida pero esta vez sin tener ningún sueño. Cuando me desperté él ya no estaba, me había dejado una nota al lado mía, encima de su almohada. Nunca habría imaginado que su letra fuese tan preciosa. Se había ido temprano para hablar con los demás compañeros y no me había querido despertar para que descansase un poco después de lo ocurrido. También escribió que podía ir al aula de entrenamiento y conocer al entrenador y practicar lo aprendido como agente.

Fui a la nevera y vi que Claus me había dejado un poco de su sangre para que desayunase, me la bebí y también comí una magdalena que encontré en uno de los armarios. Me cambié de ropa y me fui hasta el aula de entrenamiento. Cuando entré no había nadie así que esperé en un banquillo que había. Al cabo de cinco minutos se abrió la puerta y al ver quién era no me lo podía creer. Era Ángel, mi mejor amigo desde la infancia y también toda su familia eran agentes secretos, pero no parecía sorprendido de verme.

-¡Cuánto tiempo sin saber nada de ti Ángel!- dije abrazándole- qué maravilla verte otra vez, siempre me he preguntaba dónde te habías metido y estabas aquí.

- No podía decirte nada cariño- dijo con su voz dulce- ya sabes que son duros al respecto de revelar las cosas.

-Lo sé- dije pensativa- ¿también te mandaron a ti ir a por Leónidas?

-Al principio fue por eso pero después me dijeron que tenía que vigilar a otra persona relacionada con Leónidas.

-¿Te ha dicho Claus que estaba aquí verdad?- dije instintivamente- Nunca pensé que todo esto podría pasar.

-Mira Alice sigues siendo la misma- dijo mientras me abrazaba de nuevo sin dejar de mirarme a los ojos- sólo que has cambiado tus hábitos alimentarios. Sigues siendo la misma chica que siempre me ha cautivado.

-Mejor vamos a entrenar-dije apartándome bruscamente- lo necesito para despejar mi mente.


No sé si se lo tomó muy bien, yo pensaba que no por la manera en que le había apartado pero media hora más tarde no pensaba ni en él ni en Claus, simplemente en entrenar. No me acordaba de cómo era entrenar y dos horas más tarde tuvimos que parar porque él se había cansado. Entonces apareció Zeta diciendo que Claus y Dante me estaban esperando y le seguí hasta donde estaban ellos.

-Lo siento por las pintas que llevo, he acabado de entrenar justo ahora.

-Lo sabemos- dijo Dante- te hemos llamado porque hemos averiguado más cosas sobre la llamada misteriosa y ese Leónidas.

-Decidme qué es lo que habéis averiguado entonces- dije sentándome y al segundo noté que Claus se puso detrás mío con sus manos apoyadas sobre mis hombros- soy toda oídos y además tengo la cabeza bien despejada.

-Leónidas está intentando que la diosa Sandra recupere todas sus fuerzas- dijo Dante- con la ayuda de David, un vampiro descendiente de los antiguos como Claus.

-¿Claus es un descendiente de los antiguos?-dije sorprendida- entonces ese que has dicho tú tiene que ser familiar suyo, ¿no?

-Es mi hermano-dijo Claus todavía en la misma posición de antes con tono lúgubre- siempre ha sido el más rebelde de los dos, siempre discutíamos y desde que se fue de casa se convirtió en uno de los aliados de Sandra. Fue él quien le arrebató la vida a mi esposa.

-Lo siento mucho-dije poniéndome de pié y abrazándole- no lo sabía, lo has tenido que pasar mal, lo siento tanto, de verdad.

-No pasa nada cielo- dijo- Dante si no tienes nada más que decirnos me gustaría llevarla a dar una vuelta fuera del recinto para que se despeje un poco, bueno y para despejarme yo también. No creo que volvamos para comer ni para cenar.

Cuando salimos de la sala nos fuimos a su planta para que me pudiese duchar. Él había ordenado que trajeran todas mis cosas allí. Cuando ya estuve lista nos fuimos hacia el garaje y nos subimos en un Chevrolet Cruce de color negro como la noche y nos fuimos alejando del recinto y de la ciudad. No nos dirigimos la palabra en todo el camino, él estaba atento ya que conducía y yo no sabía que decirle. Entonces paró el coche y lo aparcó en una especie de un prado. En cuanto salimos del coche lo único que me dijo fue que le siguiera. Andamos alrededor de media hora hasta que llegamos a la entrada de una casa de madera y piedra, me hizo una señal para que entrase con él.

renar- dije apartándome bruscamente- lo necesito para despejar mi mente.

Príncipe OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora