Parte 12

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-¿Cómo te encuentras?-dijo él abrazándome por la cintura por detrás- Lo que ha pasado es extraño...

-No sé ni cómo me siento-dije sonando triste- ha sido algo tan raro que necesitaba venir aquí y he empezado a recordar cuando vine aquí por primera vez...

-Es algo muy fuerte-dijo con voz calmada- y si te sirve yo no he dejado ni un solo día de recordar el día que nos conocimos y todo lo demás.

-Seguro que debiste pensar vaya chica me han enviado-dije riéndome y girándome para quedar frente a frente- si te soy sincera me fascinó desde el primer momento tu aroma cariño.

-Parecías más frágil y débil, como una muñeca de porcelana que se puede romper con un simple roce-dijo sin dejar de envolverme con sus brazos mi cintura- para mi sorpresa y por suerte has sido incluso más fuerte que yo Alice.

-Claus no hay nadie más fuerte que tú-dije dándole un beso corto- gracias por estar a mi lado y por protegernos.

-Sois mi vida-dijo él mirándome con dulzura- y siempre os protegeré y si hace falta daría mi vida por vosotros, ya lo sabes.

-Te amo-dije mientras se me caían las lágrimas- no sé qué haría sin ti.

Me abrazó con más fuerza y eso me hizo sentirme más fuerte y más segura. En ese momento me di cuenta de la realidad: no podría vivir sin él a mi lado, le necesitaba más de lo que podría haber pensado, era mi fuerza, mi tranquilidad, mi serenidad, mi vida, mi apoyo en los momentos malos, era todo para mí al igual que yo lo era para él, nos complementamos estupendamente, mejor de lo que llegamos a pensar, sólo con mirarnos ya sabíamos lo que pensaba o iba a decir el otro, eso me encantaba. Pero al pensarlo me empecé a agobiar y empecé a respirar con dificultad, me estaba dando un ataque de ansiedad y él se dio cuenta.

-Tranquila mi vida-me decía mientras acercaba una silla al balcón y me ayudaba a sentarme en ella- respira cómo te enseñó Dante-dijo mirándome con preocupación-¿te encuentras mejor?

-No-dije respirando con más dificultad y atiné a decir- llámale por favor.

Cogió su móvil y en menos de diez minutos apareció. Me ayudaron entre los dos a acomodarme en la cama y al ver el estado en el que me encontraba me suministró un calmante en vena, sólo atiné a pedirle que cuidasen de Gabriel y cuando empezó a hacer efecto el calmante caí rendida y no me desperté hasta la mañana siguiente.

-Buenos días princesa- dijo Claus besándome en la frente-¿cómo te encuentras?

-Me duele un poco la cabeza-dije intentando recuperar mi voz- tranquilo estoy bien, es sólo que me ha sobrepasado todo, ha sido mucho de golpe.

-Muchas emociones en poco tiempo-dijo con voz calmada, parecía más tranquilo- mi niña no ganamos para sustos.

-Y además creo que la gota que colmó el vaso fue que me di cuenta de una cosa-dije mirándole a los ojos y viendo que me escuchaba proseguí- llegué a la conclusión de que te necesito más de lo que podría haber imaginado, te necesito para vivir, sin ti me moriría y ahí fue cuando no pude más y perdí los nervios.

-Mi pequeña Alice siempre me tendrás a tu lado-dijo acogiéndome entre sus brazos y acariciando mi pelo cariñosamente- aunque llegue el día que me vaya, que haber no tiene por qué pasar, pero llegado el caso, aun así seguiré a tu lado protegiéndoos tanto al niño como a ti, piensa que de vez en cuando aunque un vampiro se muera su espíritu puede elegir quedarse entre los que siguen vivos y no dudes ni un segundo en que yo elegiría quedarme con vosotros.

Esas palabras me tranquilizaron incluso más que el calmante de la noche anterior y le pedí un favor: alimentarnos como habíamos hecho antes de estar embarazada, mordiéndonos mutuamente nuestros cuellos, echaba de menos esa cercanía, esa unión completa, esa seguridad que sólo podía sentir entre sus brazos, me sentía tan a gusto que cuando sonó su teléfono salió un gruñido de mi boca y a él le debió hacer gracia porque sonrió a la vez contestaba a la llamada pero al segundo le cambió la cara.

Príncipe OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora