Parte 16

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Tanto Gabriel como yo queríamos verle y nos costó bastante convencer a Dante, pero el que fue más difícil de convencer fue Claus que al final accedió a regañadientes.

Cuando entramos en su habitación y lo vi tumbado en la cama e inconsciente, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Me costaba pensar que era David el que estaba allí y no Claus, eran tan idénticos. Gabriel se dio cuenta y me cogió de la mano.

-Mamá tranquila -dijo susurrando- Estará bien, se recuperará, lo sé.

-Gracias cariño -dije besándole la mejilla- Eres un ángel caído del cielo.

- Tío David no sé si me escuchas, pero te necesitamos -dijo Gabriel- Y papá te necesita. Mamá mejor me voy que no soporto verlo así.

-Tranquilo hijo mío, vete con tu padre y dile que ahora saldré, antes tengo que decirle una cosa a tu tío, aunque no sepamos si escucha o no -dije abrazándole y esperé a que saliese para dirigirme a David- Bueno ahora te lo puedo contar sin que me escuche nadie más, aunque Claus lo sabe y está de acuerdo en que te lo contase. No sé si en tu estado puedes escuchar, pero en fin te lo contaré. Soñé una cosa muy rara y sé que Claus está preocupado al igual que yo. Soñé que Margaret estaba viva.

-Claus... corre... peligro... -dijo David sobresaltándome y abriendo sus ojos- Alice... Margaret... está... cabreada...

Llamé lo más rápido que pude a Dante, que vino enseguida con Minerva. Yo salí para que pudiesen hacer su trabajo y para contarle a Claus lo que me acababa de decir su hermano.

-Mi hermano ha dicho que mi difunta mujer estaba cabreada... -dijo pensativo- No lo entiendo, si está muerta cómo puede estar cabreada.

-Será que mi sueño es una visión cariño -dije abrazándole- Lo siento cariño mío. Todo esto ha de ser muy duro para ti.

-Gracias mi pequeña Alice -dijo abrazándome con fuerza- Me duele pensar que no está pudiendo descansar en paz. Nunca me perdonaré lo que le pasó y menos el haber culpado a mi hermano.

-Cielo no te debes culpar por eso -dije intentando consolarle- Era lógico que pensases que era tu hermano el causante. Por suerte pudimos descubrir que no lo fue y pudimos recapacitar.

-Tienes razón -dijo finalmente- Ahora lo importante es que se recupere y podamos afrontar juntos todo lo que venga a partir de ahora.

Al día siguiente entramos de nuevo en su habitación para ver cómo estaba y poder hablar con él tranquilamente. Claus estaba al lado de su cama de pie y yo sentada en una ubicada en su otro lado.

-David necesitamos que nos cuentes lo que te ha pasado -dijo Claus intentando sonar tranquilo- Nos has dado un buen susto.

-Disculpadme por haberos preocupado -dijo serio- No me acuerdo de mucho. Lo único es que no puedo dejar de pensar es en que Margaret está viva y está más cerca de lo que nos creemos...

-Hace un tiempo que no dejo de soñar con eso mismo David-dije preocupada- Por eso tu hermano y yo queremos saber qué pasó contigo, o si viste algo. Lo que sea.

-Me cogieron los chupasangres pensando que me podrían torturar para sacarme información y luego matarme -dijo acabando riéndose amargadamente- Pobres diablos tontos y torpes. Matarme jajaja...

-Mala hierba nunca muere hermano -dijo Claus sin ganas de reír- Continua por favor

-Toda la razón. En un descuido del jovencito que me vigilaba le pude coger del cuello -dijo David sin inmutarse- Me alimenté de él antes de matarlo y pude huir. Por el camino me fui cargando a los que se cruzaban por mi camino.

-Típico de ti. Arrasando todo a tu paso-dije con una amarga sonrisa- Pero lo que no entiendo es cómo nos pudiste encontrar.

-Fue relativamente fácil -dijo David- Por tu olor Alice. El olor que desprende tu piel es inconfundible. Perdóname hermano, pero tu esposa tiene un olor muy específico y muy atrayente.

-Lo sé hermano -dijo Claus con una media sonrisa- Es precisamente lo que me enamoró de ella, entre otras cosas claro.

-Por favor chicos estoy aquí, recordadlo -dije ruborizándome a más no poder- Hay que centrarnos.

-Pero lo más extraño del camino fue que me encontré a una muchacha que se parecía mucho a Margaret -dijo desconcertado- No era idéntica, pero era muy parecida. Al verla, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo.

-No debía ser ella David -dije intentando no parecer preocupada- No os comáis la cabeza por eso ahora.

-En fin, David -dijo Claus dándole la mano como saludo- Nos vamos que hay que dejar que descanses hermano.

Nos fuimos en busca de Gabriel para ir a comer juntos en nuestro nuevo hogar. E comer todos juntos en el comedor común, pero ese día preferimos comer solos. Ya hacía tiempo que no pasábamos tiempo en familia. Después de comer, Gabriel se fue a su habitación para descansar. Mientras Claus y yo aprovechamos para hablar sentados en el sofá.

-Hoy se ha confirmado con las palabras de David-dijo Claus pasando uno de sus brazos por detrás de mí cuello- Era una visión y no un sueño...

-Lo sé cariño-dije apoyando mi cabeza en él- Pero lo que me asusta realmente es la continuación, no saber qué es lo que pasará.

-Tranquila, no te asustes cielo -dijo intentando tranquilizarme-Sea lo que sea, lo superaremos juntos.

-Menos mal que os tengo a vosotros -dije besándole dulcemente- Os necesito a los dos junto a mí.

Nos quedamos dormidos abrazados. No sé cuánto tiempo llevábamos dormidos, pero nos despertamos de golpe al escuchar a nuestro hijo gritar. Al ir a su habitación nos lo encontramos acurrucado en una esquina, como si estuviese acorralado por algo. Me acerqué a él poco a poco, me arrodillé delante de él.

-Cielo ya pasó -dije intentando calmarle- Sea lo que sea que haya pasado, ya está, estás a salvo cielo.

-Mamá... he soñado...-dijo sollozando- Algo horrible mamá...

-Tranquilízate hijo mío-dijo Claus- Sólo ha sido un sueño

-No puedo papá-dijo llorando y gritando- He visto cómo os moríais.

-Ostras...-dije quedándome unos momentos bloqueada- Cielo no te preocupes por eso. Seguro que ha sido una pesadilla.

Logré que se levantase y le abracé con todo mi amor, y Claus se unió una vez se hubo repuesto de lo que acababa de decir nuestro hijo. Fue demasiado impactante saber que Gabriel había soñado con nuestra muerte, aunque preferimos no preguntarle más sobre ello.

Pasaron las semanas y David ya estaba entrenando con Claus. Los demás los observábamos, su forma de luchar entre ellos era hipnótica. Cada vez que se giraba y miraba hacia mí, le sonreía, esa mirada hacía que me muriera por él, por su amor. Fue en ese momento que me di cuenta de que, por primera vez, echaba de menos a mi familia humana, sobre todo a mi padre. Noté que se me formaba un nudo en la garganta al pensar en eso, y me sentía culpable por no haber pensado antes en ellos. Por eso, cuando acabaron los entrenamientos todos, me fui a dar un paseo por el jardín común para ver si mi cabeza se despejaba. Al cabo de poco de haber llegado, vino Minerva a hacerme compañía. Al preguntarme la razón por la que estaba allí, le conté lo que pasaba y ella lo entendió a la primera. Me dijo que si tenía su teléfono podía llamarles.

-Cariño, ¿qué te ocurre? -dijo Claus al verme con el teléfono en la mano- Estás mirando fijamente el teléfono.


Príncipe OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora