Parte 9

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Aunque me dijera eso no me quedé del todo tranquila. Así transcurrió medio año, sin complicaciones de ningún tipo, demasiado tranquilo después del secuestro de Claus y sin saber del paradero actual de Ángel después de haber desaparecido sospechosamente. Incluso tampoco se volvió a comunicar conmigo el hermano de Claus. Ese día me había levantado antes que él y después de haber ido al baño me quedé mirando cómo dormía, en vez de un vampiro parecía un angelito durmiendo, aunque en el fondo lo era porque yo llevaba tres meses teniendo el mismo sueño noche tras noche y acababa despertándole de madrugada, otra persona ya me hubiera remugado pero él lo único que hacía era colocarme entre sus brazos para que me sintiera segura y me tranquilizase y eso me hacía sentir muy bien.

El sueño siempre era el mismo: Claus enfurecido peleando con otro hombre al que no llegaba a verle la cara, Zeta ayudando a Dante para rescatarme a mí que yo estaba atada de pies y manos y sí, estaba a punto de nacer nuestro hijo y era cuando me despertaba..

Me fui a la cocina y preparé el desayuno para los dos, cogí una botella de sangre de la nevera, preparé tostadas con mantequilla y mermelada, un bol de cereales con leche para los dos pero me había levantado un poco patosa y al preparar el pan para tostarlo me corté un poco el dedo y se me escapó un alarido sin querer.

-Has de ir alerta a no hacerte heridas mi amor- dijo sobresaltándome- anda trae que te sane el corte- mientras me cogía la mano y me chupaba la herida- ale ya está limpia te pondré una tirita. Vamos a desayunar anda.

-Me he levantado patosa- dije sin darle importancia- por cierto, que has soñado hoy cariño- dije sin poder evitarlo- te has movido bastante después de haber tenido ese sueño o visión.

-Ha sido la Gran Sacerdotisa- dijo acabando de ponerme la tirita- me ha comunicado que tú y yo nos tenemos que unir en santo matrimonio, lo que nosotros llamamos Unión antes de que nazca nuestra descendencia.

-¿Cómo?-pregunté yendo hacia la barra para empezar a desayunar- Pensaba que vosotros no os casabais ni nada por el estilo.

-Recuerda que yo ya estuve casado mi princesa- dijo él con cierta melancolía- no sé si es buena idea y tampoco sé la razón por la que tiene tanta prisa para unirnos.

-Bueno tampoco es extraño- dije intentando sonar tranquila- aunque esté un poco intranquila habrá que hacerlo ¿no?

-No eres la única que está intranquila pero tienes razón, no se puede desobedecer a no ser que uno quiera acabar mal- dijo él mientras tomaba su parte del desayuno- parece que tendremos unos días más moviditos.

Acabamos de desayunar mientras pensábamos en cuál sería la fecha oportuna para nuestro enlace y decidimos que fuese la próxima semana, la misma en la que Claus cumplía años.

Esa semana pasó muy rápido entre los preparativos del enlace, las investigaciones que había en marcha y, sobretodo, la próxima aparición de la Gran Sacerdotisa para oficiar el enlace. Uno de los preparativos era mí vestido de novia, una tarea un tanto difícil a la vez que delicado. Minerva me ayudó a elegir uno precioso, era un vestido largo, de color blanco por supuesto, ceñido por arriba con escote palabra de honor y con una falda vaporosa, era muy ligera la verdad, lo que me gustaba más era que en el corpiño llevaba una pequeña flor de argán bordada, precisamente el aroma de Claus.

Llegó el día de la ceremonia y todos estaban en la sala común, perfectamente decorada para la ocasión con rosas blancas por todos lados, era precioso. Cuando Claus me vio ir hacía él con mi vestido, a través del velo pude ver cómo se le iluminaban sus ojos. Llegué a su lado y al cogerme de la mano depositó en ella un beso suave y eso me hizo sentir más tranquila. Y en ese momento apareció la Gran Sacerdotisa y ahí me puse tensa, no te llegas a acostumbrar a que ella aparezca.

-Claus y Alice- dijo ella con tono neutral- me habéis llamado para celebrar la Unión por voluntad propia los dos ¿es así?

-Sí- dijimos los dos a la vez mientras todos los demás observaban la escena- por voluntad propia.

-Alice ¿quieres de corazón a Claus aunque os tengáis que enfrentar incluso a la misma muerte?

-Sí, le quiero- dije sin pensármelo ni un segundo y mirando a Claus a los ojos- le amo incluso aunque fuese mi fin.

-¿Y tú Claus?- dijo ella observándole- ¿estás seguro que de que quieres a ella?

-Moriría por ella- dijo mirándome sin parpadear- te amo más que a mi propia vida Alice.

-Entonces yo os doy mi bendición para vuestra unión-dijo ella antes de marcharse- Cuidaos mutuamente.

Entre el júbilo de todos los presentes nos besamos mientras que a mí se me caía alguna que otra lágrima. Ya estábamos unidos completamente y no me lo podía creer. Después de la ceremonia todos nos fuimos a cenar y por una vez los vi a todos relajados y felices.

-Ahora que los recién casados abran el baile-dijo un chico que ni me acordaba de su nombre- venga chicos.

Claus se levantó y me ofreció su mano para levantarme e ir en medio del salón para abrir el baile. No se me daba bien bailar pero en sus brazos era todo posible, él me guiaba y me hacía sentir tan bien, tan segura.

-Te amo-le dije mientras se me caía una lágrima sin darme cuenta- feliz cumpleaños mi vida.

-Yo también te amo princesa-dijo dándome un beso fugaz- gracias por querer estar a mi lado y no me llores- dijo al ver que lloraba aún más- no es un día para llorar hoy cielo.

-Lloro de felicidad-dije pasando mis brazos por su cuello ya que él me tenía cogida por la cintura- no puedo creer que estemos aquí unidos completamente, a punto de tener nuestro primer hijo, y pensar que parece ayer que me salvaste ayudándome a convertirme en vampiro.

-Sí, parece ayer-dijo mientras seguíamos bailando-¿quieres que vayamos a nuestra casa ya? Deberías descansar que ha sido un día muy largo cariño.

-Creo que sí- dije acariciando mi barriga- ya está empezando a revolucionarse el pequeñín.

Nos despedimos de todos los asistentes entre risas y alguna que otra broma sobre la primera noche de casados. Cuando llegamos Claus me ayudó a quitarme el vestido, con la cremallera estaba detrás y yo no llegaba, me miré la barriga a través del espejo, no la tenía muy pronunciada la verdad, era más bien pequeñita.

-Mi vida por mucho que te mires eres hermosa siempre-dijo él colocándose detrás de mí y besándome el cuello- ven a la cama a descansar mi amor.

Al tumbarme en la cama no me dio ni tiempo a darle un beso, caí en un profundo sueño y por una vez desde que llegué aquí no tuve ninguna visión ni sueño raro. Me desperté de madrugada porque escuche remugar a Claus, debía tener una pesadilla. Me levanté y fui hacía la cocina para beber un poco de agua, sentía la garganta muy seca y me bebí otro vaso de agua y volví de nuevo a su lado mientras seguía remugando en sueños y como pude le besé en la frente y abrió los ojos de golpe.

-¿Estabas soñando cariño?-le dije cariñosamente- estabas quejándote de nuevo en sueños.

-Ha sido un sueño extraño-dijo él frotándose los ojos con sus manos- sobre nuestro hijo pero no te preocupes, al fin y al cabo sólo es un sueño.

-Un sueño que si lo juntamos con mis visiones resulta peligroso-dije preocupada mientras instintivamente acariciaba mi barriga- es todo tan complicado: seguimos sin saber qué tiene que ver Leónidas, lo que pasó con Ángel y ahora que el nacimiento está a punto de llegar pasa lo de los sueños...


Príncipe OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora