Parte 26

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-Igual que superaste lo de Margaret, él superará lo de Minerva -dijo David seriamente- Disculpa por ponerte en peor situación, pero hemos tenido una visita del más allá...

-¿Ángel os ha avisado a vosotros también verdad? -dijo Claus para mi sorpresa a lo que David asintió- Ha venido a visitarme también a mí y se fue cuando empecé a cantarle las cuarenta.

-¿Le ibas a cantar las cuarenta encima de que nos viene a avisar? -dije empezando a enfadarme, intenté deshacerme de su abrazo, pero no pude- Cariño eres incorregible.

-Cielo nunca le perdonaré todo lo que te hizo, lo que nos hizo mejor dicho, aunque a lo último intentase recapacitar -dijo él manteniendo su abrazo y depositando un beso en mi frente- Quién te haga sufrir, también me lo hace a mi princesa...

-Si eso ya hablamos en otro momento que ahora necesitáis estar a solas -dijo David caminando hacia la puerta- Hasta luego.

Cuando se fue, yo me quedé mirando fijamente a mi querido marido que, cuando se dio cuenta de que lo miraba, me dio un beso de los que hacía ya tiempo que no me daba, un beso largo, lento, suave y cariñoso, con el que me estaba demostrando todo lo que me quería.

-Cielo necesitas descansar -dije aprovechando su pequeña pausa- Te prepararé un baño relajante y así podrás descansar que lo necesitas.

Al cabo de poco tiempo ya se lo había preparado: agua caliente llenaba la bañera, con unas perlas aromatizantes para relajar, además de mucha espuma y música relajante de spa. Cuando le avisé de que ya estaba listo su baño, al segundo ya estaba detrás mío abrazado a mí.

-¿No te quieres bañar conmigo mi princesa? -dijo mientras me daba besos por el cuello- Como en los viejos tiempos.

-Hoy no mi príncipe oscuro -dije mientras Claus fingía un puchero de niño pequeño- No me mires así, que te prepararé una cena especial mientras te bañas.

Le di un beso y me fui a la cocina. Mientras él se daba el baño relajante, le preparé una cena que se chuparía los dedos. Como había arroz y verduras, le preparé arroz tres delicias que sabía que le encantaba.

Al cabo de una hora ya estábamos cenando. El arroz me había salido buenísimo. Cuando íbamos por el postre alguien tocó en la puerta de la cabaña, Claus se iba a levantar, pero le dije que iba yo. Cuando abrí la puerta solo encontré un sobre en el suelo. Mientras cerraba la puerta Claus vino hacia mí.

-¿Un sobre? -dijo Claus sorprendido- Deja que lo abra yo por si acaso cielo.

-Toma cariño -dije mientras le daba la carta y veía cómo la leía Claus- ¿Qué es?

-Mejor nos sentamos en el sofá y te la leo cariño -dijo serio y una vez que estuvimos sentados - Es una carta de nuestra querida Minerva...

"Mis queridos amigos, Claus y Alice,

Cuando recibáis esta carta os sorprenderá porque yo ya habré pasado al lado de la Gran Sacerdotisa. Le pedí a nuestro Zeta que os la entregase. Chicos por favor intentad ser felices sin mí, que el bien gane siempre sobre el mal, y que mi marcha os afecte lo mínimo posible. No os preocupéis por mí, estoy mejor que nunca, siento tanta paz ahora que parece un sueño.

Vendrán tiempos difíciles y oscuros, pero Gabriel y yo estaremos con vosotros des del más allá. Sí Alice, vuestro hijo está conmigo y está bien. Nunca olvidéis lo mucho que os queremos.

Por último, cuidad de Dante por favor y haced lo posible para que supere mi pérdida y que encuentre a una nueva compañera que le ame igual que lo amaré yo siempre.

Príncipe OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora