Parte 29

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-Puede ser de Claus Alice -dijo para tranquilizarme- No pasa nada Alice...

-Desde lo que ocurrió con Marcus no pude entregarme a nadie...-dije llorando- no dejaba que Claus llegase a rematar, ya me entiendes, salvo a ti David...

-Oh vaya -dijo David sorprendido sin dejar de abrazarme y susurrándome al oído- No te preocupes Alice, pase lo que pase estaré para lo que necesites. No ocurrirá lo mismo de nuevo. Lo juro.

Paso el tiempo volando. David cada vez estaba más atento y menos mal que Paz lo entendía, bueno a su manera claro. Se acercaba el momento de dar a luz y tenía miedo de que pasara lo mismo de nuevo. Al faltar Claus tenía mucho más. También era por los sueños de cada noche desde que me quedé embarazada. Margaret me arrebataba a mi bebé y Claus se acercaba con la mirada diabólica en su rostro y enseñándome sus colmillos.

-Este vestido hacía tiempo que no me lo ponía -dije mientras me miraba David con preocupación- Tranquilo David, estoy bien.

-No puedo evitar preocuparme -dijo sin intentar sonreír- Lo de Margaret es muy grave.

-Lo sé, pero a mí me duele más Claus, esa mirada...-dije mientras una lágrima se caía de mis ojos- Pero ha de haber alguna explicación lógica. Lo aprendí de vosotros.

-Estoy seguro de que es así -dijo sin más- Voy un momento a la cocina.

-Vale, cuando acabe de peinarme...-no pude acabar la frase, un dolor punzante me atravesó el cuerpo- ¡David!

Al segundo David me llevaba en brazos hacía la puerta para llevarme a la enfermería. Por el camino el dolor iba en aumento y cuando llegamos, a Dante le cambió la cara. Del dolor me parecía que iba a desmayarme, pero Dante decía que debía aguantar el dolor, que pronto pasaría todo.

-David no me sueltes la mano por favor -dije con lágrimas en los ojos del dolor y del miedo que sentía- Como lo haría Claus...

-Voy a estar a vuestro lado, ya te lo dije hace meses -dijo David sin soltarme la mano- Dante te ha inyectado algo para que no te duela tanto, pero has de ser fuerte y aguantar.

No recuerdo el tiempo que duró el parto, sólo recuerdo que quedé agotada, sin energía y acabé dormida gracias al sedante que me dio Dante para poder descansar sin tener sueños raros. Cuando desperté vi que David estaba a mi lado dormido, como lo hubiera hecho Claus si estuviese aquí. Una lágrima salía de nuevo de mis ojos al recordar que no estaba conmigo.

-Buenos días Alice -dijo David despertándose- ¿Qué te ocurre? ¿Te duele algo?

-Me duele un poco, pero no es eso...-dije mientras él me miraba sin entender- Hecho de menos a Claus y lo he recordado al ver que hacías lo mismo que él hizo cuando di a luz a Gabriel...

-Es normal que te acuerdes de él y que lo eches de menos Alice -dijo dulcemente- Estáis unidos por un vínculo muy fuerte y prácticamente irrompible.

-Lo sé -dije pensativa- Por cierto, ¿cómo se llamaba vuestro padre?

-Se llamaba Ángelus Claus David, rey de los vampiros -dijo extrañado- Si quieres ponérselo al niño mejor sólo el primero.

-Se llamará Ángelus -dije satisfecha- Nuestro hijo se llamará como su abuelo paterno.

-Un nombre precioso -dijo Paz sorprendiéndome al entrar a la habitación- Enhorabuena mamá.

-Gracias Paz -dije sonriendo- Me alegra bastante verte.

-No podía dejar de visitar al sobrino de David -dijo sonriendo mientras lo buscaba con la mirada- ¿Dónde está el pequeño?

Príncipe OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora