Parte 33

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-Gracias por preocuparte, pero estoy bien -dije intentando sonar convencible- Sólo es que me cuesta aceptar lo que le pasa a Claus...

-Sabes que puede contar conmigo Alice, si necesitas desahogarte -dijo acercándose para abrazarme- Sé que es duro y más si lo intentas superar solo.

Fue ahí, en ese momento preciso en el que rompí a llorar. Zeta no me dejó de abrazar y se lo agradecí con todo el corazón. Nunca pensé que fuera tan adorable la verdad.

-Aprovecha ahora y desahógate Alice -dijo Zeta- Que no te vea Claus así.

De pronto apareció Dante con cara de pocos amigos. Al segundo Zeta dejó de abrazarme y yo me sequé las lágrimas con un pañuelo.

-Tengo una solución para el problema de Claus -dijo Dante desconcertándome su cara con la buena noticia- Pero no es agradable y tampoco fácil.

-¿De verdad? -dijo Zeta- ¿Cuál es?

-Esperar a que se vuelva humano totalmente y convertirlo en ese momento -dijo Dante- El riesgo está en mantenerlo con vida lo suficiente para poder conseguir que sobreviva. La probabilidad es incierta. Nunca se había dado esta situación.

--Gracias Dante...-dije sentándome cuando empecé a notar mis piernas flojas y le pregunté- ¿Él lo sabe?

-No, todavía no -dijo serio- Y lo mejor es que siga así. No accederá a que nadie le convierta de nuevo.

-Lo haré yo -dije levantándome así como pude- Él lo hizo por mí cuando aparecí en vuestras vidas. Es lo mínimo que puedo hacer por él, por todos.

Pasaron los meses rápidamente y ya Claus era prácticamente humano. Ni siquiera podía beber sangre ya que la vomitaba porque le daba asco. Una noche mientras estábamos tumbados en la cama, yo estaba abrazada a él apoyando mi cabeza en su pecho. Era tan relajante escuchar su corazón latir al igual que extraño.

-Mi princesa sé lo que vais a hacer -dijo Claus- No sé si será buena idea convertirme de nuevo, no sé si sobreviviré pero por ti haré lo que haga falta. Hazlo esta misma noche por favor.

-Sabes que tus deseos son órdenes para mi cariño. Con un simple mordisco también sirve no? -dije colocándome mejor- Te amo.

-Y yo a ti mi princesa, muerde sin miedo mi pequeña Alice -dijo Claus mientras le cambió la cara al morderle yo- Llama a ...Dante...

En cuanto lo dijo llame a Dante. Que vino en cuanto pudo. Me explicó que pondría en marcha el mismo mecanismo que conmigo cuando me convertí. Claus necesitaría sangre y lo más razonable era que bebiese de mí. Todos estaban al corriente de lo que estaba pasando, incluso su hermano y Ángelus. El tiempo pasaba a cámara lenta, prácticamente como si no pasase, como si se hubiese detenido en el momento en el que Claus había cerrado los ojos después de decir su última palabra.

Esa noche la pasé a su lado, ya que no podía dejarlo ahí solo, tan vulnerable. En una fracción de segundo me quedé dormida y tuve la agradable visita sorpresa de mi querido hijo Gabriel en sueños.

-Mamá he venido para darte un mensaje -dijo mirándome a mí y al percatarse de cómo estaba su padre dijo- En mal momento a papá le ha pasado esto.

-¿Por qué dices eso hijo mío? -le pregunté alegre y preocupada a la vez- ¿Avisarnos de qué?

-Casandra mamá. Ha vuelto -dijo en tono lúgubre- Aquí estamos desconcertados porque no entendemos cómo lo ha podido conseguir. Incluso la Gran Sacerdotisa no da crédito a lo acontecido. Tío David ya está avisado. Se lo ha comunicado ella, por eso he venido yo a ti mamá...

Príncipe OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora