Nuevos inicios

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—Algunos años después—

Rio enternecido, al ver a su hija sonreírle, mientras movía sus piernitas. Name'elí era una bebita tan risueña, que era imposible no sonreír al verla.

—¿Qué quieres, mi amor? ¿Salir a correr? Pero si ni caminar puedes, cariño —sonrió tomándola en brazos, dándole varios besos en sus cachetitos gordos.

La bebé sólo tenía siete meses, pero era muy hiperactiva.

—Oh no —pronunció cerrando los ojos por un momento, al escuchar la panza de la niña—. Mi amor, creo que la bebé necesitará un cambio de pañales pronto.

—Ketall estoy cocinando, cámbiale tú.

—Sabes que no puedo, Lía, soy muy sensible del estómago —se quejó alejando a la bebé un poco de él, al comenzar a sentir su olor a cacas.

—No seas exagerado y cámbiala ¡Es tu hija también! —le gritó desde la cocina.

—¿Por qué te hiciste caca conmigo? —le preguntó llevándola al sofá, buscando sus pañales—. Sabes que nosotros tenemos un trato, sólo caca cuando estás con mamá.

La pequeña lo miró, y luego sonrió, estirándole sus bracitos. A ella no le importaba lo mal que lo pasaba su papá al tener que cambiarla, sólo quería un pañal limpio ahora.

***

Miró inseguro el río, y luego sintió unas pisadas cerca, se giró, y fue recibido por el roce de unos suaves labios, a los cuales le correspondió su beso.

—Perdón por tardar, me estaba asegurando que nadie me siguiera —sonrió antes de volver a besarlo.

El jovencito lo abrazó a él, y lo besó como tanto lo había deseado, devorando su boca... Era difícil tener que verse a escondidas, y fingir que sólo eran amigos.

Le dio un último beso, y luego lo tomó de la mano, caminando ambos hacia su lugar secreto.

—Pronto será la puesta, mi papá me preguntó si participaría.

—¿Y qué le dijiste?

—Que sí —murmuró.

Sasha se detuvo y lo miró desconcertado.

—¿Qué?

El muchacho frente a él negó con la cabeza, mirando hacia abajo, con culpa.

—Ya tengo diecisiete años, no puedo seguir faltando.

—¿Y nosotros qué, Mafet? ¿Tú te piensas qué yo aceptaré que te acuestes con una mujer?

—Lo normal es un Shi-e'tu y una Umi'et, no dos Shi-e'tu. Esto no pasa en esta isla.

—Ah, entonces no me amas, es mentira todo lo que vivimos —le dijo soltándolo.

—Sasha, entiende que no pasa por el amor, llevas siete años viviendo aquí, y aún no has aprendido nada. Participamos en la puesta sólo para aparearnos, no buscamos amor o parejas, simplemente... Reproducirnos.

El jovencito lo miró con pesar y luego gruñó bajo, antes de voltearse para irse.

—Sasha —pronunció en un tono lastimero.

—Vete a la mierda tú y tus arcaicas costumbres de mierda.

***

—La próxima semana salgo de vacaciones, creo que podríamos cambiar de destino, e ir a visitar a tu papá. A Sasha le hará bien verlo también.

KetallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora