Ya no me importas

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—Ma, no le hagas caso —le dijo con tristeza, viendo a su madre llorar, antes de abrazarla—. Me di cuenta que no necesito conocerlo, ni estar aquí. Volvamos a casa.

—Lo siento, hijo, lo siento tanto. Este no es el hombre que yo conocí, que yo quería que tú conocieras —sollozó.

—Vamos a casa, con el abuelo. Yo tampoco quiero estar aquí ya.

Ella asintió con la cabeza, y luego lo abrazó, repartiendo suaves besos por sus mejillas y cabeza.

—Sí, mi amor, volvamos a casa.

—Aún nos quedan tres semanas de vacaciones —sonrió.

Lía miró esa sonrisa, y volvió a abrazarlo, para que no la viera llorar. Le dolía tanto que Ketall negara a su hijo, que le hubiera dicho todas esas cosas al jovencito.

—Ven cariño, armemos las maletas.

—Sí.

***

"Gimió cubriéndose la boca, estando sobre él, mientras suavemente subía y bajaba. Ketall le había dicho que ella marcara el ritmo, por miedo a lastimarla, y la joven rubia poco a poco se estaba acostumbrando a él.

La primera vez había dolido, pero ahora ya no tanto. Era sentir molestia cuando entraba por primera vez, hasta que se acostumbraba a él.

Él se sentó en la cama, y la abrazó, besándola, mientras ella lentamente subía y bajaba sobre sus muslos, respirando pesado.

—Eres mía —gruñó con los ojos cerrados, a escasos centímetros de sus labios.

—T-Tuya —respondió, antes de morderse el labio inferior, cuando él la tomó de las caderas, y comenzó a moverla a un ritmo más rápido, más profundo, haciéndola gemir alto."

Los buscó con la mirada, encontrándolos sentados en una banca, esperando para abordar. Se apresuró a llegar hasta ellos, y Sasha frunció el ceño al verlo.

—Ven ma, vamos a otro lugar.

—Quiero hablar con ella, lamento lo que dije la noche anterior.

—Vamos, no le hagas caso.

—Lía —pidió en un tono el azabache

La joven madre miró a su hijo, y luego le sonrió levemente.

—¿Me traes un café, cariño?

—De acuerdo —le dijo serio, mirando a Ketall antes de irse.

—¿Y bien?

—Quería disculparme, reaccioné de la peor manera al enterarme de la noticia, y yo... No debí haberle dicho esas cosas al niño, en verdad lo siento. Él no tiene la culpa de nada, y hasta olvidé cuando yo tenía su edad, lo solo que me sentía... Yo también deseaba conocer a mi padre, sabes —le dijo en un tono bajo—. A los diez años a los niños los mandan a la tribu hombres, dónde están sus padres, y yo era el único niño que estaba solo.

Ella lo miró con pesar, y luego asintió con la cabeza. Sabía que Ketall se había criado sin una familia, y que eso lo había afectado mucho.

—Está bien, nosotros no vinimos a buscar nada aquí, sólo que Sasha te conociera. Tenemos una casita en el fondo de la casa de mi papá, no tenemos la vida resuelta, pero estamos juntos y somos felices. Sé que no te importa nada de todas estas cosas, que Sasha no es nada para ti, pero si en algún momento cambias de parecer, recuerda que el niño está bien, no necesita nada, y tiene mucho amor... Es un jovencito muy feliz.

Le dijo mirando hacia abajo, sacando algunas lágrimas de sus ojos.

—Lo siento, Lía, lamento haber dicho esas cosas.

—Perdón por decírtelo, pero cuando sonríe me recuerda a ti, tiene tu sonrisa, desde que era un bebito, y... Lo siento, en verdad no quería cambiar tu vida una vez más, y generar todo esto, pero Sasha quería verte aunque fuera una sola vez.

Y se había llevado el peor recuerdo de su padre.

...

KetallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora