La almarada canta,
levanta la cabeza,
avanza.
Como ejército disciplinado,
anda,
por los campos yermos,
por las montañas.
Lleva la bandera
a media asta,
por aquellos que quedaron
en el camino.
Los que no supieron
ver su destino.
Puñales de espuma,
rifles de agua,
pistolas de pasión,
bombas de almas.
Entre costuras,
modistilla traviesa
de ojos luna.
Manos de plata,
piel de nácar,
cuerpo de luz,
azul y blanca.
Almarada va y viene,
te abraza,
y hunde su boca
en tu pecho de brasas.
Dulce almarada,
hablas y callas,
cuentas historias,
y miras y estallas.
Luz divina de mis adentros,
que afloja el tiro
si ve que sueño.
Algo así todos tenemos,
almaradas hermosas,
risueñas, rumbosas,
que nos hacen querer vivir
el día en prosa.
Y aquel que no sepa
de su existencia,
que abra los ojos
de la inocencia.
Almarada existe,
almarada está,
abrir el pecho,
que va a llegar.
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